martes, 18 de septiembre de 2012

El Sexenio de Ebrard, Cierre de un Ciclo


Jenaro Villamil
Con el sexto y último informe de Marcelo Ebrard como jefe de Gobierno capitalino se cierra un ciclo de gobiernos de izquierda en la capital del país. Desde 1997 a la fecha, son quince años de administraciones centrales surgidas del PRD y de gobiernos delegacionales y de la ALDF gobernados en su mayoría por políticos de izquierda.
El Distrito Federal “dejó de ser el patito feo” en la comunidad internacional, presumió Ebrard. Y no le falta razón al jefe de Gobierno saliente. Hace 15 años, la percepción generalizada de la capital del país era la inseguridad prevaleciente, los secuestros exprés, los altos grados de contaminación, el abandono de la obra pública, la corrupción organizada desde el Palacio del Ayuntamiento.
Tres lustros después, la Ciudad de México contrasta con el resto del país, en especial, con las otras tres grandes capitales mexicanas atenazadas por la guerra contra el crimen organizado: Monterrey, Guadalajara y Toluca.
La inseguridad pública no se ha resuelto en una de las urbes más grandes del mundo, pero es clara la percepción de un mejoramiento en las condiciones de la mayoría de los ciudadanos. La pelea de los cárteles no se ha traducido en ajusticiamientos, “narcomantas” y clima de miedo en la ciudad. Lo cual no quiere decir que el corazón de la ciudad no esté en disputa.
La contaminación sigue siendo uno de los puntos centrales de una ciudad a donde habitan casi 10 millones de personas y unas 5 millones más se trasladan cada semana.
A pesar de eso, el transporte público mejoró, quizá a un ritmo más lento de lo necesario. Hay 4 líneas de Metrobús, dos grandes líneas del Sistema de Transporte Colectivo Metro y, a pesar de la polémica generada por el Segundo Piso del Periférico, iniciado en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador, la mayoría de los habitantes está de acuerdo con esta obra que parecía privilegiar el transporte privado sobre el público.
El sello de la administración ebrardista serán los derechos y libertades que ganaron terreno de manera indudable: los matrimonios de parejas del mismo sexo, los derechos de adopción, la despenalización del aborto, las becas para jóvenes de escasos recursos, la apertura de espacios públicos.
Es una ciudad más progresista que el resto del país, pero esto no es un logro gubernamental sino de la propia sociedad civil capitalina. Aún faltan muchísimos elementos en este terreno, sobre todo, en materia de lucha contra la corrupción y el respeto a otros derechos sociales.
Tareas Pendientes.
El ciclo que se cierra deja pendientes muchas materias, sobre todo, en materia de agua –quizá el principal problema estructural de la ciudad en los próximos años-, infraestructura urbana, servicios básicos, empleo y educación (el conflicto en la Universidad de la Ciudad de México nos habla de lo lejos que estamos de consolidar un proyecto público alterno), así como otras materias de desarrollo social.
En especial, uno muy importante es el de la conectividad de la ciudad de México y el desarrollo de nuevos modelos de comunicación.
En 15 años de administración, la izquierda gobernante en el Distrito Federal pospuso la articulación de un sistema público (realmente público y no gubernamental) de medios de comunicación. El canal 21 de la Ciudad de México está pendiente; no existe un sistema de radiodifusión alterno y los grandes medios de comunicación (que tienen su asiento en el DF) han “pactado” a su manera con los gobiernos capitalinos.
Intercambio de favores y prebendas con Grupo Televisa fueron los sellos de la gestión de Marcelo Ebrard. Ahí están varios casos que lo documentan, en especial, el de Paula Cussi y un presunto favoritismo de la procuraduría capitalina y del Poder Judicial local a una de las partes.
En materia de conectividad, la Ciudad de México está lejos de ser una gran metrópoli interconectada a través de servicios de banda ancha. Se avanzó en este terreno, pero el acceso se concentra en los núcleos de población de clase media y media alta de la Ciudad de México.
Las alternativas culturales y creativas se han subordinado a los grandes espectáculos al estilo OCESA. El Zócalo, el Paseo de la Reforma y otros espacios se convirtieron en enormes templetes para espectáculos de masas, pero con el sello televisivo.
El apoyo a expresiones alternativas fue muy escaso, cuando no inexistentes.

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