domingo, 6 de mayo de 2012

Carta a los privatizadores :

Carta para entendernos en tiempos difíciles, va escrita en buen castellano


En estos tiempos donde la mayor ocurrencia de tres de los candidatos a la Presidencia pasa por el verbo privatizar, me acuerdo, y se me antoja hacer mía, la sentencia que el gran Saramago planteó al enterarse que uno de esos políticos del pensamiento único neoliberal planteaba privatizar las ruinas de Machu Picchu y de paso la ciudadela preincaica de Chan Chan: “A mí me parece bien. Que se privatice Machu Picchu, que se privatice Chan Chan, que se privatice la Capilla Sixtina, que se privatice el Partenón, que se privatice Nuno Gonçalves, que se privatice el Descendimiento de la cruz de Antonio de Crestalcore, que se privatice el Pórtico de la Gloria de Santiago de Compostela, que se privatice la cordillera de los Andes, que se privatice todo, que se privatice el mar y el cielo, que se privatice el agua y el aire, que se privatice la justicia y la ley, que se privatice la nube que pasa, que se privatice el sueño sobre todo si es diurno y con los ojos abiertos. “Y, finalmente –sentenciaba José Saramago, premio Nobel de Literatura–, para florón y remate de tanto privatizar, privatícense los estados, entréguese de una vez por todas la explotación a empresas privadas mediante concurso internacional. Ahí se encuentra la salvación del mundo... Y, metidos en esto, que se privatice también la puta que los parió a todos...” (Cuadernos de Lanzarote, 1 de septiembre, 1995).
Luciano Concheiro Bórquez

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