viernes, 24 de junio de 2011

Virgilio Caballero Medios de Comunicación y Democracia

Virgilio Caballero habla sobre los sicarios del régimen y explica porqué Televisa es la madrastra de la sociedad.

¿ Cuánto habrá cobrado Ciro por esta publicación ?

El mejor Sicilia, el mejor Calderón
La historia en breve
Ciro Gómez Leyva
No patearon, no desaprovecharon la extraordinaria oportunidad.

Javier Sicilia y los suyos no se perdieron en la altercación justiciera. Ayer quedó claro que el néctar de este movimiento parido por la muerte es la vida.

Y el presidente Calderón comprendió el acontecimiento. Lejos de darle trámite burocrático, lo montó y convirtió en lo que puede ser el mejor momento público de su mandato.

Sicilia quería decirle a Calderón que la guerra contra el crimen es atroz y sin sentido; Calderón a Sicilia que, así sea con piedras, seguirá combatiendo a los criminales.

Sicilia quería echarle en cara que hay decenas de miles de víctimas; Calderón, decirle a los ojos que su gobierno no los ha matado.

Sicilia, reclamarle por las instituciones podridas; Calderón, reconvenirlo con un: tú hubieras hecho lo mismo.

Ninguno quiso invalidar al otro. Pero debatieron como, estoy seguro, millones queremos que se debata en México. Sin falsas suavidades ni ambigüedades. Sin trampas. Sin el objetivo de ganar la discusión por ganar la discusión.

Se saludaron con un abrazo de respeto, compartieron un escapulario y se despidieron con un abrazo que pareció afectuoso. El mejor Sicilia, el mejor Calderón. Y todavía hay quienes se preguntan de qué sirvió todo esto.

Sirvió para que muchos que no habían querido escuchar la voz del gobierno, la escucharan.

Para darle un sentido renovado a palabras como genocidio y perdón.

Para que el gobierno se sepa íntimamente observado y sea escrupuloso en su actuación.

Sirvió para que soñáramos que hay un país donde los mexicanos de buena fe no pueden estar en guerra con los mexicanos de buena fe.

¿Es poca cosa?

Senadores discriminan a trabajadores


Jueves 23 de junio de 2011
Reporteros Vértigo


Tal parece que a los senadores no les gusta rozarse con gente que no está a su nivel, pues no quieren que los trabajadores de la nueva sede utilicen "sus" elevadores.
Personas que se encargan de la construcción de uno de los lobbys de la Cámara Alta, explicaron que sus jefes les ordenaron no utilizar los elevadores porque los senadores hacen uso de ellos y no quieren incomodarlos, de lo contrario serían despedidos.
Una de las trabajadoras, quien prefirió no dar su nombre, comentó que esta es una forma de discriminación pero que respetan la decisión y ahora se limitarán a usar las escaleras.
Nuestros legisladores no sólo tienen su nuevo "palacio", ahora nuestros legisladores se comportan como si fueran de la realeza.

astillero - Julio Hernández López

El poeta Calderón
Honorable Congreso...
El abrazo del Castillo
Y la guerra sigue
Julio Hernández López



Emergió intacto, e incluso fortalecido. Manejó la sesión conforme a sus intereses, rindió una especie de informe parcial de gobierno (Honorable Congreso de la Caravana por la Paz), expuso con pasión sus conocidas tesis de sustento bélico, sometió los reproches y evidencias adversas a los cauces y ritmo de la Sonora Burocracia de siempre, se entretuvo largamente en el manejo de su laptop, anunció su disposición de sumarse a alguna marcha siciliana, rio de vez en cuando con su esposa mientras algún quejoso le hablaba (y al final jugó y habló con un niño mientras otra doliente le exponía su penar), recibió artículos de devoción católica en señal de transferencia de presuntas nuevas cargas (Ahora la justicia le corresponde a usted, dijo Sicilia, como quien entrega un bastón de mando o una cuenta por cobrar), y terminó la sesión airoso, controlador, en abrazo y sonrisas con su principal interlocutor, convencidos los participantes de que mucho gana el país con la formación de un comité de seguimiento de lo allí dicho que se reunirá para fines evaluatorios dentro de tres meses.

El estar hasta la madre devino en búsqueda caminante de consuelo hasta llegar ayer al punto religioso de la reconciliación. No hubo un solo momento en que los traductores de la indignación y el dolor populares presentaran ante la superioridad un alegato realmente ríspido o una exigencia mayor. La única interrupción importante del flujo oral calderónico la produjo el poeta Sicilia para preguntar si podía fumar un cigarrito, lo que provocó amable intercambio de opiniones sobre el delicado tema que se disolvió entre risas de cortesía mutua (el punto fue resuelto más tarde, cuando Felipe dijo a Javier que ya había investigado y que sí se podía fumar en el lugar porque era un espacio público abierto, lo que desencadenó un nuevo reparto de ánimos concordantes en forma de risas y sonrisas). Nada empañó las estampas del nuevo misal ilustrado: Calderón le dijo claramente a Sicilia que estaba equivocado en determinada observación y no hubo revire, a dos de los otros familiares de víctimas les pareció que Calderón y sus acompañantes los insultaban al hablar de presuntos avances justicieros pero rápidamente fue apagada la vela de la discordia, y todos los casos presentados fueron afanosamente anotados en sus libretas de apuntes por los atentísimos funcionarios federales que siempre tuvieron a flor de labio la respuesta o la precisión o la promesa o la intención demostrativas de que se está haciendo lo correcto o lo que se puede o lo que sea.

Cierto es que no era la guerra ni tenía por qué serlo (sino todo lo contrario), y por tanto no era cuestión de ganadores o perdedores sino de resultados, de avances. Y del lado de los pacifistas lo más relevante fue la posibilidad de exponer resúmenes de sus desgracias ante el responsable institucional de ellas y la posibilidad, ayer concedida, de transitar con menos trabas los laberintos de la burocracia con la esperanza de que ahora sí atiendan sus demandas tantas veces desoídas o menospreciadas. Pero las tesis pacificadoras profundas no avanzaron, ni hubo respuesta felipista a los puntos centrales propuestos por el poeta desde mayo, a pesar de que se les aisló del riesgo controversial que habría significado el agregar los nada complacientes acuerdos de Ciudad Juárez (dados de baja, como bien se sabe, por una decisión central con chaleco de explorador).

García Luna, Blake y la procuradora Morales hicieron faenas secundarias para que su gran jefe fuera quien consolidara el discurso de poder, la amplia explicación tolerada de las razones de la guerra, el alegato autoritario, con ceja alzada, golpecitos en la mesa y tono de gran convicción. Dos visiones confrontadas del país que acabaron en un presunto entendimiento asido de la nada. El guerrero mantuvo en alto su decisión de seguir arrasando, mientras el pacifista mantuvo todo en paz. Felipe ha dicho mil veces que no cambiará un ápice la sustancia de su estrategia bélica y ayer lo reiteró, mientras la caravana del consuelo, de la paz, del escapulario y del rosario, se conformaba con la integración del comité de seguimiento que Sicilia propuso al final, como si fuera parte de un proceso acordado, y que el dominante Felipe, ya casi autodeclarado poeta a esas alturas, trasladó en sus puntos operativos a la secretaría de Gobernación, para los fines conducentes (no se dijo con cuántas copias y con cuántos sellos de recibido). Y la imagen final que es el saldo insalvable. El abrazo del Castillo, la entrega redentora. Que así sea: podéis ir en paz, el diálogo ha terminado.

Astillas

En prosa pura, sin rimas ni cadencias, el PRI y Los Pinos avanzan en el proceso de pago de favores recibidos. El secretario Blake afina con distinguidos miembros del tricolor la realización de uno o varios periodos extraordinarios de sesiones legislativas para liberar las reformas rehenes que fueron intercambiadas por el emblemático Jorge Hank Rhon, es decir, por el desarrollo normal del proceso de defraudación electoral multifactorial (no miltifactorial, como ayer duendes editoriales insertaron en el título de esta columna) en el estado de México, que pudo haberse alterado por el uso desestabilizador del caso policiaco del dueño de casinos políticos... Mientras avanzan las negociaciones entre los mutuos secuestradores, guarda silencio Humberto Moreira, convertido convenientemente en un provisional desaparecido político, agazapado a causa de los evidenciados negocios inexplicables o muy explicables de uno de sus hombres de confianza, y a la espera de que el fuego cruzado no afecte el arribo de su hermano Rubén a la gubernatura de Coahuila... Y, mientras Convergencia y Dante Delgado se acomodan desde ahora para ser receptores gananciosos de una parte de los votos que en 2012 se produzcan a favor de López Obrador (en 2006, los que se acomodaron oportunamente fueron los Chuchos), ¡feliz fin de semana, con tiempo para revisar cuidadosamente las imputaciones de FC al poder judicial federal (sé cuánto reciben los jueces)!

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

AnteriorSiguiente
Subir al inicio del texto


Aviso oportuno-Ahumada

El arrojado Felipe-Rocha

Es una promesa-Helguera

Problema ético-Fisgón

Lo único que les interesa es el dinero. Démosle donde les duele

Alejandro Encinas

Buen camino. Omar

 

El monólogo. Luis Javier Garrido

El fracaso del movimiento de Javier Sicilia para hacer valer la exigencia nacional de poner fin a la guerra criminal que Felipe Calderón ha impuesto a los mexicanos no significa que la maquinaria criminal del régimen no se pueda detener a corto plazo.

1. La lógica de violencia militar contra el pueblo de México, que no es contra “el crimen organizado”, llamada mentirosamente “guerra contra el narco”, acordada en 2006 por el grupo de Felipe Calderón y el gobierno republicano de George W. Bush, entre otras cosas para tener en la silla presidencial de México a quien no había ganado las elecciones, tiene como objetivo someter a los mexicanos a fin de poder imponer a fondo el modelo neoliberal y los intereses de Washington y del capital trasnacional, y no combatir el narcotráfico, que es un negocio de Estado, de ahí que uno de sus objetivos colaterales sea precisamente la muerte de miles de inocentes, y esto al parecer no lo quisieron entender los integrantes del movimiento fundado por Sicilia.

2. El encuentro llevado a cabo ayer 23 de junio en el Castillo de Chapultepec entre el novelista y poeta Javier Sicilia e integrantes del Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, por un lado, y Felipe Calderón y algunos de sus colaboradores en el gobierno ilegítimo, por el otro, podría ser visto por algunos dirigentes de dicho movimiento como un pírrico “triunfo” porque lograron que se pudiera escuchar a través de un canal de la televisión por cable, durante poco más de tres horas, la voz de la inconformidad social o porque exhibieron a Calderón repitiendo hasta la saciedad sus tonterías, pero en realidad constituyó en los hechos un rotundo fracaso para Sicilia y sus compañeros, que aparecieron al terminar el mismo como plenamente subordinados al gobierno criminal que pretendían impugnar, relegados al papel de colaboradores de éste en “comisiones de seguimiento” de sus demandas en el marco de la lógica militarista a la que decían oponerse, y sobre todo, como incapaces para hacer valer lo mínimo que se habían propuesto, que era exigir con fuerza y dignidad un “alto a la guerra”.

3. La incapacidad hasta ahora de quienes desde ese movimiento anunciaron que se proponían terminar con la guerra de Calderón, a la que ahí mismo en Chapultepec varios de ellos calificaron como “atroz y sin sentido”, “irracional” e “injusta”, está en la caracterización equivocada de lo que es el gobierno ultraderechista y entreguista de Calderón, pero también y sobre todo en la injerencia que han tenido al interior de dicho movimiento políticos de la derecha dirigentes de varias ONG católicas y vinculados al régimen panista.

4. El encuentro estaba destinado al fracaso de antemano, ya que la dirigencia del movimiento pretendía absurdamente, “por la vía del diálogo”, convencer al gobierno panista de facto de terminar con “la guerra” que lleva a cabo, cuando ésta responde a los intereses económicos y políticos del grupo en el poder, y la única posibilidad de supervivencia política de Calderón y de poder imponer a su sucesor en el 2012 es precisamente el extremar la violencia y el clima de terror en el país, como lo está haciendo en Michoacán con el sueño de imponer a su hermana en la gubernatura, olvidándose además los inconformes que esta “guerra” impuesta al gobierno panista desde el exterior, la dirigen ya las agencias de Washington, y que Calderón y su grupo no tienen capacidad de decisión sobre su futuro. No obstante lo cual, haciendo prevalecer un supuesto espíritu cristiano, persistieron en este escenario del diálogo que les resultó fatal.
5. La exigencia más fuerte de Javier Sicilia, que fue la de demandarle a Felipe Calderón le pidiera perdón a la nación por su guerra, fue así retomada por éste, que no dejó en ningún momento el tono de chacota que le caracteriza, ni ante el dolor expresado por varios integrantes del movimiento, señalando que en todo caso podría pedir perdón por no haber sido suficientemente eficaz en su guerra.

6. Calderón logró capotear a lo largo de esas más de tres horas a las voces del movimiento fundado por Sicilia y transformarlo al final en su discurso demagógico en un grupo que está de acuerdo con él en lo fundamental, sin que nadie le contradijera, y que en lo sucesivo va a trabajar con él; es decir, que los criminales son los otros, que los responsables de todo son los gobiernos del PRI en el pasado y los gobiernos locales y municipales, y desde luego los jueces, pero nunca su gobierno, por más que se haya hablado de las vinculaciones del régimen panista con el narco. Del “diálogo” se pasó al “monólogo”, no en balde Sicilia y sus amigos están apoyando la contrarreforma electoral calderonista, incluyendo la relección inmediata de diputados y senadores, que con el pretexto de crear “instituciones democráticas” lo que busca es hacerlas inexistentes, y en relación con la guerra le piden a Calderón que cree “un organismo ciudadano” para vigilarlo: una vez más, la confusión de lo público y lo privado.

7. De lo acontecido en Chapultepec, muchas cosas se recordarán: las voces dolientes de Araceli Rodríguez Nava, Norma Ledesma y María Elena Herrera hablando de la irresponsabilidad del gobierno y de su complicidad con la injusticia, o la del indígena Salvador reclamando el fin de la represión y el cumplimiento de los acuerdos de San Andrés. Pero sobre todo la de Julián LeBaron, de Chihuahua, reclamándole a Calderón sus mentiras en torno a la justicia que dice se ha hecho sobre los crímenes de sus familiares, pues ahí aparece un punto crucial de todo: buena parte de los crímenes contra el pueblo han sido cometidos por lo que Calderón llama “bandas criminales”, que no son otra cosa que los grupos paramilitares organizados por su gobierno: de ahí la impunidad.

8. Diversas plumas han sostenido que tras la caravana del consuelo de Cuernavaca a Ciudad Juárez (4-10 de junio) se escuchó la voz de los dolientes, pero lo cierto es que en los medios la única voz que se escucha sigue siendo la del poder, y tras lo acontecido en Chapultepec aparece la responsabilidad de Sicilia y de sus compañeros. ¿Cómo puede un movimiento que entre otras cosas pretende “democratizar al país” oponerse a la democracia al interior del mismo, como lo hicieron sus dirigentes, tras las mesas de Ciudad Juárez, que iban a servir para definir sus objetivos, y ellos se negaron a acatar los acuerdos que ahí democráticamente se tomaron para poner fin a la guerra?

9. Los acuerdos de exigir un juicio político a Calderón, de demandar el fin inmediato de la Iniciativa Mérida y de cancelar toda injerencia de las agencias de seguridad de Washington en los asuntos de México fueron suprimidos de un plumazo por la cúpula del movimiento, y uno de sus dirigentes, Emilio Álvarez Icaza, se dedicó en una campaña en los medios a descalificar a quienes los sostuvieron como “extremistas” y “ultras”.

Susto. Naranjo

 

Calderón y las Víctimas, entre el Diálogo y el Epitafio

por Jenaro Vallamil

Las víctimas de la violencia generada por la guerra contra el narcotráfico tomaron la palabra en el Palacio de Chapultepec. Le reclamaron al gobierno la “falta de respeto” a las víctimas, el incumplimiento de las promesas de investigación, la corrupción en los cuerpos policiacos y ministeriales, así como un urgente cambio de estrategia, mientras el presidente Felipe Calderón expresó una larga justificación, responsabilizó a los jueces por la liberación de delincuentes y aceptó formar una comisión de seguimiento que se reunirá en tres meses.
Atenazado frente a los testimonios constantes de los familiares de las víctimas y el rosario de desaparecidos, secuestrados y asesinados, incluso por las mismas fuerzas de seguridad, Calderón en su última intervención tuvo que admitir que su gobierno “probablemente será recordado por este tema (la guerra contra el crimen organizado) y probablemente seré recordado injustamente”.

En el diálogo estuvieron presentes también la procuradora general Marisela Morales, el secretario de Gobernación, Francisco Blake, el titular de Seguridad Pública, Genaro García Luna, quienes intervinieron para explicar y justificar los errores cometidos en las investigaciones y en la falta de respuestas.

También asistió la primera dama, Margarita Zavala, quien le escribió varias notas a Felipe Calderón. Poco después de que su esposa le pasara una nota, Calderón se levantó para abrazar a la señora María Elena Herrera, quien se quebró en el momento de relatar la desaparición de cuatro de sus hijos y le reclamó al primer mandatario la falta de atención de sus casos. Fue uno de los momentos climáticos del encuentro.


Encabezados por el poeta Javier Sicilia, quien organizó la Marcha por la Dignidad y la Justicia y le propuso este diálogo a Calderón, las víctimas que más insistieron en denunciar los errores fueron Julián Le Barón, de la comunidad menonita de Chihuahua, cuyo hermano fue asesinado; Norma Ledezma, madre de Paloma Escobar, una de las cientos de víctimas del feminicidio en Ciudad Juárez, quien reprochó la fabricación de culpables y la prevalencia de la impunidad en estos casos; Salvador Campanud, representante de la comunidad indígena de Cherán, Michoacán, quien denunció la protección desde el gobierno a los talamontes; Omar Esparza, de la comunidad oaxaqueña de San Juan Copala, entre muchos otros.

Javier Sicilia, desde el inicio, pidió un minuto de silencio a las víctimas de esta “guerra atroz y sin sentido”, le dijo a Calderón: “recuerde cómo llegó al poder y pida perdón”, y concretó con el presidente un compromiso para hacer una comisión de seguimiento y crear un fideicomiso para construir un monumento con el nombre de las víctimas.


En su segunda intervención, Sicilia le criticó al gobierno federal la “pifia” en el caso de Jorge Hank Rhon, le insistió que la estrategia que ha seguido “ha sido contraproducente” y también le reprochó que Calderón piense que los “buenos están en el gobierno” y sólo los malos están afuera.

Sicilia insistió en modificar el despliegue militar y policiaco, que se impulse una ley para la protección de las víctimas, que tienen derecho a la reparación del daño; que se ataque también el lavado de dinero y que no se proteja al gobernador de Morelos, el panista Marco Adame.

Norma Ledezma, madre de una de las víctimas del feminicidio de Ciudad Juárez (Paloma Escobar) de Juárez, recordó el asesinato de Marisela Escobedo, denunció la corrupción en la SIEDO porque no ha investigado los casos de presunta trata de las desaparecidas Perla Aguirre y Yamira Frayle, entre otras. “Son las mujeres las que son violadas, las que van a la morgue a buscar a sus hijos”.

“El incumplimiento del Estado mexicano al caso del lote algodonero, habla de simulación”, subrayó Norma Ledezma, al hacer referencia a la reciente sentencia de la Corte Interamericana en uno de los casos emblemáticos de los crímenes de mujeres en Ciudad Juárez. La activista señaló que en el caso de los feminicidios, como en el del crimen de los jóvenes de Salvárcar, las autoridades han metido a “chivos expiatorios”.

Ledezma insistió en la creación de un banco de ADN para todas las víctimas y de Fiscalía especiales de feminicidios en cada uno de los estados.

-¿Me puedo fumar un cigarro, señor presidente?- le preguntó Sicilia a Calderón, en el momento que el presidente explicaba su posición respecto a la despenalización de las drogas.

“La legalización de las drogas rebasa con mucho la decisión de nuestras fronteras”, insistió Calderón, quien recordó que en el Congreso ya se autorizó el consumo mínimo de una dosis de droga.

Respecto al caso de Benjamín Lebarón, Calderón mencionó que han sido atrapados los presuntos responsables de su asesinato. Julián Lebaron, su hermano, mostró su incredulidad y le reviró al primer mandatario: “el hecho es que no hay una sola persona sentenciada por el caso de mi hermano. No se burlen por la memoria de las víctimas”.


Calderón defendió lo que están haciendo en Ciudad Juárez. Mencionó que en la ciudad fronteriza han disminuido en 60 por ciento los homicidios en los últimos 8 meses y afirmó que “me duele muchísimo” el caso de los hijos de doña María Herrera, “paisana mía”.


Abundó sobre la rivalidad entre La Familia, Los Zetas y los Beltrán en Michoacán. “Los grupos se quieren adueñar de las plaza…Estoy luchando contra esos criminales. Quién va a detener a esas bandas, mi deber es enfrentarlas y no replegar a las fuerzas”, arengó.


María Herrera lo interrumpió y advirtió: “Quiero que la procuradora tome los casos de Guerrero y de Veracruz, va a encontrar ahí mucha impunidad”. Ironizó con la condecoración que recibió la procuradora en Estados Unidos y subrayó: “A mí me queda condecorar a Marisela cuando entregue a mis hijos”.

En respuesta a Francisco Blake, secretario de Gobernación que prometió revisar la sentencia del campo algodonero, Norma Ledezma afirmó: “Pueden hacer mil cosas, pero mientras no se detengan a los asesinos de las mujeres, no hay deudas saldadas”. “Los protocolos que acaba de sacar la PGR no nos sirven. Porque no lo hicieron conforme al contexto y la región”, indicó.

En su oportunidad, la procuradora Marisela Morales se lavó las manos. Respecto al homicidio múltiple de Salvárcar, indicó que hay cinco posibles responsables. Sobre el caso de Julián Lebarón, afirmó que la PGR ha consignado a otros porque el juez determinó que el caso era del fuero común.

“La responsabilidad es de los jueces porque critican las competencias”, señaló varias veces.


Omar Esparza, caso de San Juan Copala, otra víctima presente, le reviró a la procuradora “no nos insulten”. “Imagínese a la caravana que usted quisiera sumarse y los reciban a balazos”, le indicó.

Felipe Calderón también respondió a la crítica de Julián Lebarón por el mal papel de la procuraduría general. “Aquí tenemos que hacer las cosas siempre en el ambiente de derecho y de legalidad. A nosotros nos causa mucha indignación que hayan detenidos y no los podamos procesar”, abundó.

Javier Sicilia coincidió con Calderón en que el Poder Judicial es uno de los poderes “más omisos” en los casos de la delincuencia organizada, pero también le soltó:


“La estrategia que mantiene ha sido contraproducente…Señor presidente, ¿dónde están las ganancias de las estrategias?…Usted no tiene nada qué temer frente a nosotros, no estamos buscando ningún beneficio a los partidos.

“¿Tiene algo qué decir sobre la corrupción y el encubrimiento?… La pifia cometida con el caso Hank Rhon. Qué pasa con los funcionarios responsables de la guardería ABC. Nos manda mensajes de encubrimiento a criminales, desde el gobierno”.


Felipe Calderón le respondió a Sicilia: “es cierto, usted hace un reparto de responsabilidades. Tiene usted razón: los interlocutores no son los criminales, sino nosotros.

“Yo sé que este cáncer, esta plaga, ha carcomido a las instituciones, a los medios, a las iglesias. Decía José Angel Conchello que para combatir la corrupción las escaleras deben barrerse de abajo para arriba”, se justificó al hablar de la penetración del crimen organizado.


“Yo sé que muchos policías municipales están en la nómina del crimen organizado, sí, pero los jueces nos dicen que sólo existen papeles que no son valor probatorio”, se quejó el primer mandatario.

Calderón volvió a justificarse: “En conciencia ética, yo no podía hacer lo que otros. Darme esta magnífica coartada: dado que las instituciones están corrompidas, no puedo hacer nada”.

Y como si pensara ya después de su sexenio afirmó: “Probablemente seré recordado por este tema y probablemente seré recordado con mucha injusticia…Sí pude haberme hecho pato. Pero no es lo mío. Estoy dispuesto a rectificar, sí, pero en qué”.

Por primera vez, Calderón hizo una larga explicación en relación con la “pifia” cometida con el caso Hank Rhon:

“Aquí la cuestión legal: se presenta, se detiene a la persona y se le presentan las pruebas a la juez. Ella concluye que no hubo flagrancia. Hay ahí un delito: armas de uso exclusivo del ejército. ¿Ahora qué hace con esos fusiles? Dos de esas armas “pegan” con dos homicidios, gracias a la base de datos de Plataforma México”.

“Pero para los medios la “tontería” es del gobierno, no de la juez. ¡Que no valgan las pruebas! Por supuesto que me molesté mucho, no fui enterado y tomé medidas disciplinarias”, reveló.

En la última parte del encuentro, Sicilia concluyó con Felipe Calderón en formar una comisión de seguimiento que se reunirá en los próximos tres meses.

De la guerra fallida del gobierno al diálogo Sicilia-Calderón como distracción

Pedro Echeverría V.
1. La llamada ‘guerra contra el narcotráfico’ –escribe la destacada periodista Anabel Hernández- que lanzó el actual gobierno federal mexicano -guiado por Felipe Calderón Hinojosa- es una falsa guerra, pues en realidad se trata de una guerra entre cárteles del narcotráfico en la que el gobierno de Calderón -escribe- tomó partido por uno de los contendientes, Joaquín Loera Guzmán, alias ‘El Chapo’, líder del Cártel de Sinaloa. La periodista puede tener razón porque se ha demostrado que el gobierno y su ejército se han dedicado a destruir a los cárteles que son enemigos de El Chapo. ¿Pero cómo entender lo que sucede entre bambalinas entre los altos mandos del gobierno, del ejército y de los poderosos dueños del capital que determinan las políticas en México? Por ello me he metido a revisar algunos materiales que se han escrito sobre estos problemas.

2. La lectura del magnífico libro: “Guerra fallida contra el crimen organizado”, en proceso de publicación, escrito por el diligente y acucioso investigador Luis Fernando Roldán Quiñones, sólo pude interrumpirla para ver en televisión el diálogo entre el escritor Javier Sicilia –adolorido por el asesinato de su hijo- que encabezó a principios de mayo una caminata de Cuernavaca a la Ciudad de México y que un mes después se puso al frente de una caravana de ocho días de la ciudad de Cuernavaca, Morelos a Ciudad Juárez, Chihuahua, y el presidente Felipe Calderón que desde diciembre de 2006 encabeza un régimen de gobierno bautizado por la oposición como espurio o ilegítimo. La realidad es que no podía esperarse otra cosa en un diálogo donde las demandas fueron limitadas a la petición de castigo y justicia como si fueran una abstracción sin de contexto.

3. El libro de la Guerra fallida… es un largo repaso del fenómeno del narcotráfico y la llamada delincuencia organizada que lleva alrededor de 30 años, pero fue a partir de este sexenio cuando se hizo más poderoso; al mismo tiempo el libro es un amplio documento que demuestra cómo el actual presidente de México, sin tener la información necesaria, menospreció el poder de los cárteles del narcotráfico y les declaró la guerra. Despreció las bases sociales de apoyo con que cuentan los cárteles, y la situación de pobreza prevaleciente en el país que les provee de un ejército de reserva de nuevos reclutas para sus filas, de miles de jóvenes a lo largo y ancho de la República que no tienen empleo, ni futuro dentro de la economía formal, e ignoró que frecuentemente los capos son los benefactores sociales en pueblos, comunidades y rancherías.

4. La realidad es que la lectura del libro de Roldán Quiñones, a punto de editarse, es absorbente porque está llenó de datos, de denuncias, de reflexiones que llevan a pensar en que este problema de la delincuencia no tiene solución si se continúa tratando como hasta hoy. Por eso cuando llegó la hora de estar atento ante el diálogo Sicilia-Calderón busqué en él los elementos que podrían ayudar a encontrar alguna solución que el libro que leía aún no me había dado. ¿Qué pasó en el llamado diálogo? Pues nada. Calderón se montó en su macho, en lo que se llama “principio de autoridad”, señaló que su política de combate era correcta, que sentía el mismo dolor de quienes han perdido a un familiar o amigo en manos de la delincuencia, pero que el ejército y la policía –según dogma del presidente Calderón, seguirán en las calles hasta en tanto no se elimine al último delincuente.

5. En mi artículo anterior señalé que “si no se analizan a fondo en la mesa de diálogo los problemas económicos y políticos del país, tales como el desempleo, los salarios, los problemas de los jóvenes miserables con el fin de que se entienda el contexto del narcotráfico y la delincuencia organizada, así como las 40 mil muertes y asesinatos, Sicilia puede poner la mesa para que Calderón se luzca y haga propaganda política de su gobierno”. La realidad es que así me pareció la reunión: se hicieron reclamos valientes, hubo súplicas, lloros, apapachos, y al final lo que también decía en mi pasado artículo con insistencia, poniendo lo que han hecho al EPR, a los electricistas, a los profesores y hacen siempre: la táctica de la distracción, del engaño, de las citas no cumplidas y cambiadas, de que el presidente será sustituido por el secretarios de Gobernación y luego por el secretario del secretario.

6. ¿Es que hay algún registro en la historia donde los diálogos se realicen a partir de razones inteligentes donde la fuerza no sea la determinante? Sicilia quiere convencer con buenas maneras y formas, a un gobierno –el de Calderón- que está comprometido con los grandes empresarios y con el imperio de los EEUU. Siguiendo su religiosismo, Sicilia se niega a ver clases sociales e intereses de clase e idealmente cree en la bondad de los hombres sin darse cuenta en los intereses que cada quien representa. ¿Piensa acaso Sicilia que Calderón puede por sí solo cambiar su política de guerra por el simple hecho de escuchar súplicas y llantos? Se le olvida a Sicilia que Calderón pudo realizar un gran fraude electoral porque contaba con el gran apoyo empresarial, de los medios de información y asumió el poder a partir de una serie de arreglos y compromisos firmados?

7. El gobierno calderonista, escribe Roldán Quiñones en su interesante libro, surge del fraude electoral de julio de 2006; es ilegítimo de origen y es sumamente débil frente al gobierno estadounidense que le impone una estrategia orientada a reforzar sus perímetros de seguridad más allá de sus fronteras, estrategia que incluye el reforzamiento con bardas perimetrales (muro de la ignominia), aplicación de alta tecnología, leyes antimigrantes (ley SB-7010 de Arizona) y grupos cazamigrantes. El Plan México representa 1,400 millones de dólares en financiamiento extranjero, y formalmente es presentado como una propuesta antinarcóticos, contraterrorismo y seguridad de la frontera. Esto nos indica que Calderón está cumpliendo el compromiso que lo llevó a la Presidencia: derrotar a las bandas terroristas que ponen en peligro a los EEUU.

8. La estrategia que aplica Calderón en esa guerra viene trazada desde aquella visita que Bush realizó a Yucatán, México, en marzo de 2007, para imponer la llamada Iniciativa Mérida. La idea del equipo del Pentágono yanqui era que el gobierno de Calderón firmara un compromiso como el Plan Colombia que seis años antes había aprobado con el gobierno de aquel país con el fin de armar equipos binacionales que permitan una intervención más abierta de los EEUU para conformar todo el plan de seguridad mexicano de combate contra el terrorismo. Calderón llevaba tres meses en el gobierno y el ejército apenas daba los primeros golpes, por eso aquel 13 de marzo -cuando encarcelaron en Mérida a 100 jóvenes por protestar, firmó apresuradamente la llamada Iniciativa Mérida que sigue siendo el marco y el espacio para que miles de miembros de la CIA, del FBI, de la DEA sigan actuando a su gusto.

9. Por eso nos recuerda el investigador Roldán en su libro, que en una ceremonia en la residencia oficial de Los Pinos, el 13 de febrero de 2009 ante la cúpula del PRI, el entonces secretario de Hacienda, Gerardo Ruiz Mateos se engalló buscando espantar a los presentes con el petate del muerto y dijo: “De fracasar el combate contra la delincuencia organizada, el próximo presidente de la República será un narco. La lógica del ataque del gobierno en materia de narcotráfico es porque precisamente el narcotráfico ya había hecho un Estado dentro del mismo Estado. Es un problema serio, tan serio, tan serio que tuvimos que entrar. Lo más fácil era dejarlo, como dice mucha gente, dejarlo en el estatus en el que estaba y sí te puedo asegurar que el presidente de la República sería un narcotraficante.

10. Me parece que el diálogo Sicilia-Calderón no debe repetirse porque sólo sirve para que Calderón se luzca ante la opinión pública. La realidad es que los cuestionamientos de Sicilia no tocaron ni con el pétalo de una flor a Calderón y los argumentos de dolor y ruego, sólo sirvieron a Calderón para demostrar que estaba “muy sentido y preocupado” por lo que sucede en el país. Lo que se necesita, ya lo he dicho miles de veces y están en los resolutivos de las mesas de Ciudad Juárez, es fortalecer un gran movimiento de masas, lograr las unidad de otras fuerzas, realizar acciones de presión en las calles y sólo a partir de la contundente fuerza que logremos, negociar. No es un problema de que suavice el corazón de políticos y empresarios para que sean buenos y santos. Es un problema de poder donde intervienen fuerzas que no están dispuestas a entregar la plaza donde está su enorme poder.

http://pedroecheverriav.wordpress.com

pedroe@cablered.net.mx