sábado, 12 de marzo de 2011

Después del 4 de marzo Francisco Flores Legarda


El viernes no sólo se trató de una efeméride y de un cambio de personas en la conducción del instituto político fundado en 1929. Metió de lleno a los priístas en su deliberación interna para definir candidato presidencial.

Antes de ponerle bigote o copete al candidato del Partido Revolucionario Institucional, con pasos firmes, tiene que hacer un examen de lo ha sido su relación con los gobiernos panistas desde su experiencia opositora. Es un examen complejo que no puede ser animado por reflejos autoritarios y afán vengativo. Un examen que no sólo atañe a la cúpula, ni de cara exclusiva hacia la emotiva militancia, sino que tiene que hacerse extensivo a la ciudadanía, al elector. La contienda del 2012 no será fácil, pues enfrentarán todos los recursos de Estado y la infaltable operación de los poderes fácticos que se aprovechan del debilitamiento de la autoridad del Estado.

Previamente, en un esfuerzo autocrítico tiene que aclarar cómo diluyendo, clausurando el Estado del Bienestar, el PRI perdió base de su legitimidad a cambio de vivir bajo un esquema de competencia electoral más creíble (Cómo se regocijaban los panistas por la transformación priísta contraria a su identidad, afirmando los del PAN que su programa había sido adoptado por el PRI) Hacer un balance de qué parte del reformismo de fin de siglo fue un avance para la sociedad mexicana y hasta dónde ha significado retroceso en la calidad de vida de muchos, en comparación con el fantástico progreso material de una minoría. Contribuyendo al orden neoliberal que ha conducido al establecimiento, en el momento actual, del Estado Policíaco que ahora se impone como justificación del combate al crimen organizado por parte del PAN-gobierno. Si el Estado del Bienestar no pudo más, eso no es argumento para instaurar el Estado Policía del siglo XIX.

Regresando al punto central, al interés de acciones del pasado reciente y no debidamente iluminadas. Reitero que es definitorio para proponerse como alternativa ante el electorado, poner en claro el resultado de una decisión, la de facilitar la toma de protesta de Felipe Calderón como presidente de México el primero de diciembre de 2006. Desde el PRI se ha justificado que el propósito de allanar la formalidad de la protesta de Felipe Calderón fue el de evitar una ruptura del orden constitucional. De ser así, a la luz de la gestión de Calderón, hasta dónde se puede asegurar que ese propósito quedó cumplido de manera permanente. No se puede. Desde que se asumió como presidente, Calderón no tardó mucho para ser el promotor de la ruptura al ordenar, sin el mejor sustento legal, la salida del Ejército a las calles. De ahí en adelante ha forzado la legalidad para sacar sus propósitos de grupo, que no son precisamente los de la nación. Acaso se quiere justificar con el manido ejercicio de las facultades metaconstitucionales de la presidencia, eufemismo para hacer digerible la ilegalidad.

De qué cálculo o arreglo se sirvió el PRI - sus máximos representantes- para mantener un trato con quien no respeta su palabra, tampoco la ley y, además, no deja de mostrar su inquina y desprecio por sus adversarios, acusándolos de todos los males del país.

Un esclarecimiento de ese tamaño sería tan refrescante como la lluvia que envolvió a la ciudad de México el fin de semana. El principio de una vocación de poder para servir a las mayorías.

Salud y larga vida.


Visite la página: http://chileconqueso68.blogspot.com/

Francisco Flores Legarda

panchoflores9@yahoo.com.mx

panchoflores9@hotmail.com

Leer rápido, pensar despacio LAS IRREFUTABLES MATEMATICAS DE LOS HOMICIDIOS Víctor M. Quintana Silveyra


Contra datos como esos no valen argumentos. Son los datos duros, sistematizados, correlacionados, sobre la evolución de los homicidios dolosos en México presentados por el investigador Fernando Escalante en un espléndido ensayo publicado en la revista Nexos correspondiente al mes de enero de 2010.

Muy sintéticamente, este sólido trabajo titulado “Homicidios 2008-2009 la muerte tiene permiso”, del investigador de El Colegio de México, nos revela:

1. Entre 1990 y 2007 la tasa de homicidios por cada cien mil habitantes en todo el país empezó a descender sistemáticamente: en 1992 alcanzó un máximo de 18 asesinatos por cada 100 mil habitantes para descender a tan sólo ocho en 2007, el primer año de los operativos conjuntos.

2. Chihuahua en 1990 presentaba una tasa de homicidios de 12.91 por cada cien mil habitantes, muy por debajo de la media nacional. Los siguientes años fue aumentando en números absolutos y en números relativos, aunque no muy pronunciadamente, así en el período 2007- 2007 la tasa era ya de 16.97, casi el doble del promedio nacional que había descendido a 8.96.

3. Sin embargo, tan sólo de 2006-2007 a 2008-2009 los homicidios se disparan a nivel nacional en números absolutos y relativos: de 8.96 se pasa a 15.72 por cada cien mil habitantes, casi el doble. En Chihuahua el aumento es pavoroso, de 16.97 homicidios por cada cien mil habitantes en 2006-2007 damos un terrible salto a 108.5 por cada cien mil en 2009. Con mucho el estado donde se dan más asesinatos en números absolutos y relativos: con tan sólo el 3% de la población nacional tenemos el 18% de los homicidios (y 2010 fue peor).

4. Los homicidios no aumentan de manera pareja. Escalante desagrega los datos y muestra con diáfana contundencia que los entidades federativas donde ha habido operativos especiales del Ejército y la Policía Federal entre 2007 y 2009, y es el caso de Chihuahua, la tasa de homicidios es muy superior al resto del país. Esta es una relación estadística firme y consistente.

5. Lo anterior revela que la explicación oficial de que el incremento, casi en vertical de los homicidios se debe a que “… los narcos se matan entre sí” es simplista, poco consistente e insuficiente. Incluso aceptándola hipotéticamente no da cuenta más allá de la mitad de los asesinatos.

6. Todos estos datos y muchos más que maneja con maestría Escalante nos demuestran que la decisión de Calderón de lanzar “la guerra contra el crimen organizado” a fines de 2006 fue improvisada y ni siquiera se basó en un diagnóstico serio a partir de los datos que el mismo gobierno tiene. Ese año el número de homicidios dolosos iba a la baja en casi todo el país. Los operativos mandados por Calderón para legitimarse dispararon enormemente la violencia y los asesinatos.

7. Tanto Escalante como varios de los analistas que comentan en Nexos de febrero su artículo concuerdan en la hipótesis que puede explicar por qué los operativos federales y estatales lejos de bajar, hicieron aumentar la criminalidad: porque rompieron una estructura, si se quiere corrupta e ilegal, pero que funcionaba, de pactos no dichos, de regulación del crimen por parte de las autoridades, sobre todo de las policías locales. Es aun una hipótesis, pero no deja de ser lo más interesante que se ha dicho al respecto hasta ahora.

En todo caso, trabajos como el de Fernando Escalante son indispensables en este momento. Si la investigación seria, comprometida con la verdad no está detrás de las decisiones más importantes de gobierno, nos van a seguir los tsunamis de sangre y de violencia como este que propiciaron Calderón y quienes lo apoyan en esta letal estrategia.

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http://www.victorquintana.org/

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Víctor M. Quintana Silveyra es político, catedrático, escritor y periodista. Ha colaborado en la Opinión (Los Ángeles. EUA), La Jornada (México D.F.) readiodifusoras XEPL (Cuauhtémoc, Chih.) XEBN (Delicias, Chih.) y 860 Noticias (Juárez, Chih.). Libros publicados: 'Movimientos Populares en Chihuahua', en coautoría con Rubén Lau Rojo, UACJ 1991;'Elecciones con Alternativa', libro Colectivo, La Jornada Editores, 1993; 'Familia y Trabajo en Chihuahua', en Coautoría con Luis Reygadas y Gabriel Borunda, UACJ 1994; 'México Una Agenda para Fin de Siglo', libro colectivo, La Jornada Editores, 1996. Licenciado en Ciencias de la Comunicación egresado del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente (ITESO), tiene una Maestría en Sociología en la Escuela de Altos Estudios Sociales en París, Francia y es candidato a doctor en Ciencias Sociales por la misma institución. Ex Diputado de la LXII Legislatura chihuahuense por el Partido de la Revolución Democrática.

BROZO AMENAZA A INCOMODOS CARICATURA POLITICA SOTO

Espotización Renward García Medrano


Estimados amigos:

La información y la cultura política en la democracia mexicana está a cargo de las cadenas de televisión y radio, y cumplen con esa función –que les otorgó el mercado– por medio espots. Los formadores de opinión política son locutores e incluso payasos (nada tengo contra este respetable oficio) habilitados como politólogos. Estos son los temas que exploro en la columna adjunta que espero resulte de su interés. Saludos.

Renward García Medrano.

Permítame iniciar este comentario con lo básico: en su expresión más simple, la democracia supone que los ciudadanos eligen a sus gobernantes y legisladores a través del voto, que cada voto representa la voluntad de quien lo emite y la suma de los votos representa la voluntad de la sociedad. Y como improbable que todos los ciudadanos tengan una voluntad unánime, se considera que la mayoría de voluntades individuales es la representación más cercana posible de la voluntad social.

Releo el párrafo anterior y advierto que en sólo seis líneas se repite cinco veces la palabra voluntad o uno de sus derivados. No hago ningún cambio porque el concepto de voluntad es esencial para mi argumentación. El Diccionario de la Real Academia Española le atribuye doce acepciones; la tercera y la cuarta se refieren explícitamente a uno de sus atributos esenciales: la libertad: “3. Libre albedrío o libre determinación y 4. Elección de algo sin precepto o impulso externo que a ello obligue”.

Voluntad y libertad son conceptos inseparables. Si el voto es un vehículo de la voluntad individual y ésta ha de ser libre, y cualquier factor que limite, distorsione o conculque la libertad, pervierte la voluntad, la adultera, la falsifica. Esto es lo que hacen los gobiernos autoritarios cuando por medio de la presión, el soborno o el engaño fuerzan a los ciudadanos a votar por el partido y candidatos que imponen los gobernantes. Organizan elecciones pero violentan la voluntad de los electores, lo que constituye una simulación mayúscula.

Esto fue lo que ocurrió en México, sobre todo en la primera mitad del siglo XX y más aún en elecciones locales y lugares apartados. Se compraban votos a cambio de pequeñas dádivas, se quemaban boletas inconvenientes, se rellenaban urnas y se cometían infinidad de tropelías para suplantar la voluntad popular. La democracia era raquítica o la dictadura perfecta, como dijera Mario Vargas Llosa, en una frase que, sospecho, influyó en la decisión de condecorarlo con el Águila Azteca, la máxima presea que otorga la República a un extranjero. El México que mejor correspondía a la frase de Vargas Llosa era el anterior a 1968, año en que se hizo evidente el reclamo democrático de los estudiantes e intelectuales, el cual desencadenaría una sucesión de reformas electorales que culminaron en 1996.

Muchos politólogos coinciden en que la transición democrática del país se inició precisamente cuando se dio autonomía plena a los órganos electorales y se adoptó un sistema comicial complejo y muy caro, pero tal vez el más seguro del mundo para asegurarse de que cada ciudadano tuviera una credencial con fotografía que lo identificara como tal; de que los ciudadanos votáramos con plena libertad, sin presiones ni engaños, y de que el cómputo de los votos fuese de tal manera transparente, que no hubiera lugar a la comisión de fraudes.

Dejo de lado la discusión sobre las elecciones de 2006 porque las impugnaciones no contradicen el principio de que la validez del voto está en razón de que exprese la voluntad libre de los ciudadanos.

La cuestión de fondo es que pese a los innegables avances de la democracia a consecuencia de la reforma electoral de 1996 y los ajustes que ha tenido desde entonces, aún no puede afirmarse que el voto ciudadano representa la voluntad libre de cada persona. Y no me refiero sólo a la inducción del voto que se hace a través de la manipulación de los programas sociales como Oportunidades, sino a que la libertad para elegir entraña, por supuesto, que no haya coacción, pero también requiere que el elector conozca todas las opciones y cuente con los elementos de juicio necesarios para formarse por sí mismo una opinión y emitir su voto en consecuencia.

El principal enemigo de la democracia contemporánea de México es la ausencia de una cultura política generada por la banalización de las elecciones, convertidas en espectáculos circenses desde que Vicente Fox mataba tepocatas y víboras prietas como medio para obtener más votos que Labastida y Cárdenas. Desde esa primera elección presidencial con el nuevo sistema electoral, la sociedad quedó desprotegida frente a la estulticia, ya que no se definieron normas ni se crearon programas suficientes y permanentes de cultura política, y el importante programa editorial que puso en marcha el IFE de José Woldenberg se desvaneció con el cambio del Consejo General.

El viejo, mañoso y corrupto PRI ya no manipula el voto ciudadano porque ya no existe ni podría hacerlo con más cinismo que el impoluto y democrático PAN en el gobierno. Quienes forman la opinión política en el país son las televisoras y las cadenas de radiodifusión, y lo hacen principalmente a través de cientos de miles de espots pagados con recursos públicos. Los espots nos dan cuenta de los logros del gobierno, de la alta calidad de vida de que disfruta la gente que ya tiene empleo; también nos informan sobre las virtudes de los partidos y candidatos.

Todo ello en veinte o treinta segundos, pero todo el día, todos los días. Los medios electrónicos nos “venden” imágenes y frases para conseguir votos, con las mismas técnicas con que nos venden detergentes, productos milagro o lo que sea. Los ciudadanos hemos dejado de serlo para convertirnos en clientes potenciales a los que es preciso persuadir no con ideas o propuestas que den lugar a la reflexión crítica, sino con imágenes que estimulan las emociones.

Esto es coartar la libertad y suplantar la voluntad ciudadana con la respuesta automática a los estímulos publicitarios. En nuestra democracia no importa quién es el candidato ni qué partido lo propone –por eso pueden aliarse el PAN y el PRD sin el menor recato– sino cuáles son los resortes emocionales que hay que mover, por ejemplo, la cruzada contra el caciquismo del PRI en una entidad, el Estado de México, en la que los alcaldes panistas se han distinguido por sus escandalosos e impunes latrocinios.

Los espots son los recursos publicitarios más adecuados para este propósito, aunque a ello contribuyen los locutores y hasta los payasos convertidos en analistas políticos que se entrevistan mutuamente. Carlos Loret de Mola, por ejemplo, hace una diaria entrevista a Brozo para que ilustre a su auditorio sobre temas tan variados como la eventual candidatura presidencial de un “ciudadano” postulado por el PAN o el papel de las redes sociales en los fenómenos políticos del norte de África.

Por eso tienen razón los intelectuales que proponen que se reduzca el número de espots en las campañas electorales y se multiplique la emisión de los debates. Sé que los debates políticos, sobre todo si son frecuentes, tienen bajo “rating”, pero aun así, en algo contribuyen a informar a los auditorios sobre quiénes son y qué proponen los candidatos, y eso es mejor que nada.

El tema, sin embargo, no es la duración de los mensajes televisivos, sino la información sobre las opciones políticas para que cada ciudadano se forme su propia opinión y para que su voto sea la expresión libre de su voluntad. Y junto con la información, la formación, es decir, programas amplios, permanentes y eficaces que tiendan a formar una cultura política de la que carecemos y que, por cierto, en mucho contribuiría a contrarrestar fenómenos perversos como el desdén generalizado por las leyes.

Renward García Medrano

renward3@prodigy.net.mx

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Renward García Medrano es profesor, economista, escritor y periodista. Ha sido profesor universitario, Director Editorial de la Presidencia de la República (1970-1976), director general de Comunicación Social de la Secretaría de Patrimonio y Fomento Industrial (1976-1982), Secretario Ejecutivo del organismo internacional CADESCA-SELA, director de Ediciones del diario El Nacional y la revista Tiempo, director y conductor del programa televisivo Fin de Siglo, director y conductor de diversos programas radiofónicos del Instituto Mexicano de la Radio. Ha sido profesor de la UNAM y del instituto Matías Romero de Estudios Diplomáticos (IMRED-SER); dictado centenares de conferencias y participado en numerosos seminarios y coloquios académicos. Actualmente es columnista político dominical de Ovaciones y colaborador de La Jornada Morelos. Es autor de varios libros, entre ellos México en el Mundo; 1968, en sus propias palabras, ¿Qué Hacer? Manual para priistas en desgracia, Perfil Biográfico de Adolfo López Mateo

La puntilla-Helguera

Aclaración-Fisgón

Fast and Furious, tibios reclamos

Jesusa Cervantes



MÉXICO, DF, 11 de marzo (apro).- En contraste con las inmediatas reclamaciones de los congresistas estadunidenses por la operación Fast & Furious, que permitió la introducción de casi 2 mil armas a nuestro país de manera ilegal para perseguir a integrantes del crimen organizado, en México se han producido tibios reclamos por la acción injerencista y la evidente violación a la soberanía nacional.

El Poder Legislativo reaccionó una semana después de las revelaciones de un empleado de la Oficina para el Control de Armas, Tabaco y alcohol (ATF, por sus siglas en inglés) y acordó llamar a comparecer al secretario de Gobernación, al director del Sistema de Administración Tributaria (SAT) y al nuevo administrador general de Aduanas (AGA), José Francisco Blake Mora, Alfredo Gutiérrez Ortiz Mena y Gerardo Perdomo Sanciprián, respectivamente, pero ¿y la Presidencia de la Republica qué ha hecho?, ¿qué explicación ha exigido?

Hasta el momento lo único que hay son declaraciones contradictorias, pues por un lado Estados Unidos alega que las autoridades mexicanas sabían todo, y de este lado se asegura que no. Ambas posiciones, en lugar de aclarar el tema, han generado más dudas que siguen abonando al escándalo.

Lo cierto es que la operación realizada por la ATF y las demás acciones del resto de las agencias de Estados Unidos en México, nunca han sido nítidas para la población. Y sus prácticas en el país no son nuevas y mucho menos el ingreso ilegal de armas provenientes del vecino país.

Por citar un ejemplo, en 2005, en Sinaloa, autoridades mexicanas detectaron un ¡misil! en manos del crimen organizado; sorprendidos, agentes de la agencia estadunidense antidrogas (DEA) preguntaron a los mexicanos qué hacía arma tan letal en Sinaloa y que en ese momento solo había en Irak; la respuesta fue un simple revire: “No sé, dímelo tú que eres es quien los fabricas”.

Y como éste hay otros hechos en donde las armas ilegales son descubiertas, en donde los agentes norteamericanos actúan bajo la autorización del propio gobierno mexicano y en donde el último enterado es la población.

Por esto resulta difícil creer que las autoridades de nuestro país realmente desconocían lo que estaba ocurriendo con la estrategia Fast & Furious.

Esta no es la primera vez que el gobierno de Estados Unidos trabaja en México de manera encubierta, así ocurrió con la llamada Operación Casa Blanca, realizada a fines de los años noventa y que acabó con la detención de lavadores de dinero del crimen organizado y de autoridades bancarias del lado mexicano.

Públicamente se dijo que Estados Unidos no avisó a México, pues desconfiaba de la colusión de autoridades mexicanas en el lavado de dinero y las bandas de narcotraficantes. Pero en los altos mandos del país sí se tenía conocimiento de lo que estaba aconteciendo, aunque públicamente se aseguraba que no era así.

Otro ejemplo --y más reciente-- es el de los dos agentes de la Aduana estadunidense (ICE) que estaban trabajando en el país. Como se recordará, el par de agentes fue emboscado en una carretera de San Luis Potosí; uno de ellos murió y el otro sólo tuvo heridas.

La población preguntó qué hacían esos agentes en México, pues se desconocía su presencia, pero las autoridades sí sabían. Sería difícil pensar que no, sobre todo si se toma en cuenta que en esa entidad se encuentra el segundo recinto aduanal mexicano, uno de los más importantes del país y que resguardan las policías de Genaro García Luna, titular de Seguridad Pública federal (SSP). Un lugar en donde se concentra un sinnúmero de mercancía de contrabando inaugurado por Vicente Fox en los últimos meses de su mandato.

La población poco sabe de estas oficinas, como poco sabe de las operaciones de las distintas agencias estadunidenses. Estas actúan en sigilo, pero en muchos de los casos con la autorización de una parte del gobierno mexicano.

Quizá por eso es que el gobierno mexicano ha expresado tibias explicaciones, o quizá por eso las autoridades del vecino país aseguran que en México se tenía conocimiento de la operación Fast & Furious.

Y más allá de la criticada inacción del gobierno federal, habría que preguntarse las razones por las cuales reacciona así; también es momento para saber cuántas operaciones se realizan todos los días en México y por cuáles agencias estadunidenses.

Por cierto, en breve, autoridades de la Procuraduría General de la República (PGR), SPP, Defensa Nacional y de Aduanas, sostendrán un cónclave con integrantes de la DEA, ICE y FBI en el poblado de El Sauzal, municipio de Ensenada, Baja California; y a las reuniones asistirán algunos legisladores de la Cámara de Diputados.



Dato: Por las aduanas pasa todo. Ejemplo, en el 2000, la hermana del capo Juan García Abrego cruzaba seguido por la aduana de Matamoros con la permisividad de todos, autoridades de Estados Unidos y de México. Y si la hermana del capo de capos de esa época atravesaba las adunas con singular tranquilidad, ¿por qué ahora sorprende que casi 2 mil armas ingresado al país?

Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx

Omar : Enérgico

 

Calderón vs Salmerón: historia de un grafiti, una pared y una censura

Desfiladero

Jaime Avilés
Hoy se inaugura en Bellas Artes Crisisss: América Latina. Arte y Confrontación. 1910-2010, muestra preparada por el especialista cubano Gerardo Mosquera, fundador de la bienal de La Habana y curador de múltiples exposiciones internacionales. A pesar de su título, el trabajo nacerá oscurecido por las sombras del veto, la censura y el compadrazgo, que le darán un valor adicional, pues reflejarán con involuntaria elocuencia el clima de opresión que hay en México.

¿Veto? Pese a que Mosquera la invitó a exhibir sus piezas relacionadas con la guerra de Felipe Calderón de la Parca, desde que las vio en la pasada bienal de Venecia, la mexicana Teresa Margolles decidió retirarlas cuando le hicieron saber que no le gustaban a la familia que vive gratis en Los Pinos. Su obra, acerca de la violencia que nos desangra, pone de manifiesto que “hay una generación entera, sobre todo en el norte del país, que está muriendo”.

¿Censura? Otro artista que Mosquera descubrió en Venecia e invitó a Bellas Artes es el nicaragüense Ernesto Salmerón, joven talento que irrita e incomoda al régimen de Daniel Ortega. El 19 de julio de 2004, día en que cumplió 25 años el triunfo de la revolución que nada revolucionó, Salmerón expuso en las calles de Managua, como carteles, una serie de fotos que había tomado, cuatro años atrás, a sobrevivientes de aquel proceso histórico –mutilados, drogadictos, indigentes, miserables, niños famélicos– para denunciar la gran estafa social del sandinismo.

Ante el alboroto que suscitaron sus imágenes entre los paseantes, la prensa oficialista y los grupos de choque del régimen por poco lo linchan. Esta respuesta lo animó a ir más lejos. En 2006, en la ciudad nicaragüense de Granada, Salmerón halló un grafiti del tiempo de la dictadura somocista, que delínea el sombrero, la cabeza y los hombros del general César Augusto Sandino. La pinta estaba en un barrio popular, detrás de una madera que decía: “Reparamos bicicletas”.

Con ayuda de un arquitecto y dos maestros albañiles, recortó el muro que alojaba el grafiti –una pieza de dos toneladas de piedra y adobe– y la ensambló en un marco de acero. Acto seguido, la trasladó al antiguo Palacio Nacional de Managua y, cubierto con un pasamontañas rojo, y “armado” con una cámara de video, tomó simbólicamente el edificio para evocar la hazaña guerrillera que, en 1976, protagonizó Edén Pastora, el Comandante cero, del Frente Sandinista de Liberación Nacional.

La parodia obtuvo tal éxito que Salmerón fue invitado a la bienal centroamericana que ese mismo año de 2006 se celebró en San Salvador. Para llevar a esa ciudad la imagen de Sandino estampada en el trozo de muro, alquiló un viejo camión de carga, que en 1983 donó a Nicaragua el gobierno de la República Democrática Alemana. Y la pieza no sólo resultó ganadora, sino que fue convocada a la bienal de Venecia que se efectuó en 2007.

Salmerón compró entonces el camión alemán, y lo mandó por barco a Italia, unido indisolublemente al muro de piedra y a Sandino. Por su parte, viajó a Venecia en compañía de su novia y de dos cuidacoches del mercado Huembes, de Managua: un compa (sandinista) y un contra (revolucionario). El artista quería documentar cómo convivían, en torno del camión y de la piedra, dos indigentes que habían sido enemigos. Y su proyecto alcanzó el clímax cuando, tras una larga borrachera en Venecia, el compa, al que le faltaba un brazo, cargó como fardo al contra hasta su hotel. Y al día siguiente, crudísimo, el contra durmió en una hamaca colgada del camión alemán, a la vista de todo el público veneciano.

Apoyados por las fotos expuestas en 2004 y por videos que comparan la censura televisiva de la época de Somoza con la que ahora impone Daniel Ortega, el camión y la piedra (y el grafiti, que demuestra la manipulación ideológica de la figura de Sandino) no sólo fueron premiados en Venecia, sino que los compró la galería Tate Modern, de Londres, a la cual pertenecen actualmente. Gracias a estos antecedentes, Gerardo Mosquera invitó a Salmerón a presentar su obra, a partir de hoy, en Bellas Artes. Sin embargo...
¿Compadrazgo?

El pasado 15 de febrero, en el contexto del escándalo que desató la manta de Gerardo Fernández Noroña en la Cámara de Diputados, el vicepresidente de Nicaragua, Jaime Morales Carazo, “sin que nadie le preguntara al respecto” –relata la crónica firmada por Karina Avilés en La Jornada del 16/02/11–, dijo a los periodistas, después de suscribir un convenio entre su país y el Conacyt, que era “falso” el supuesto alcoholismo de Calderón, a quien elogió por ser (sic) “una persona de enorme capacidad, de gran patriotismo, de una entrega al trabajo admirable, y un caballero de un comportamiento muy recto, honorable y respetable”.

Morales Carazo era un acaudalado banquero del primer círculo de Somoza cuando en julio de 1979 el dictador huyó del país, y él se refugió en Miami. En aquellos días, Daniel Ortega y su temible esposa, Rosario Murillo, vivían en un hotel de Managua, pero andaban en busca de una casa a la altura de sus antojos, entre aquellas que los rebeldes habían confiscado a los somocistas. Cosas de la vida, encontraron la de Morales Carazo y la ocuparon enseguida. Luego se la “comprarían” en mil 600 dólares.

El ex banquero, por su parte, se sumó a las fuerzas contrarrevolucionarias creadas por el gobierno de Ronald Reagan para derrocar a los sandinistas. Aunque vivía en Miami, solía decir que pasó seis años “como guerrillero” en Honduras. Y cuando la guerra terminó, en 1989, firmó a nombre de la contra los tratados de paz con Humberto Ortega, jefe del Ejército Sandinista. Su reconciliación fue tan profunda que el 10 de enero de 2007 asumió la vicepresidencia de Nicaragua como compañero de fórmula de Daniel, tras unas elecciones tan fraudulentas como las de 2006 en México.

Ocupado hoy por hoy en denunciar la alianza entre ex somocistas y ex sandinistas –la versión nicaragüense del matrimonio PAN-PRD–, Salmerón desarrolla un nuevo proyecto, denominado “guerra colorida”, que no es, dice, sino una “problematización del color, para evidenciar el cambio repentino de una identidad revolucionaria que pasa del rojo y negro, del Frente Sandinista, al rosa y amarillo, del Partido Sandinista”, y que el artista expresa pintando, precisamente, de rosa y amarillo, todos los espacios públicos que puede.

Invitado oficialmente por Bellas Artes, que pidió permiso a la Tate Modern de Londres para traer a México el camión alemán con el muro y el grafiti, Salmerón se fue de espaldas cuando el pasado 28 de febrero llegó a la oficina de Itzel Vargas, directora del museo del palacio, y supo que su obra no sería exhibida ahí, sino en el X-Teresa. Su desconcierto aumentó cuando ahí le dijeron que tampoco podría presentarla. Hasta la fecha, Bellas Artes no le ha brindado el alojamiento, la comida y los pasajes aéreos que le prometió al convocarlo, y ayer, en una entrevista con la gran Merry MacMasters, Itzel Vargas aseguró que el camión está desde el día 7 en Veracruz, “pero no ha podido salir del puerto por el mal tiempo”.

Esta explicación es esquizofrénica. La temperatura promedio en Veracruz ha sido de 26 grados centígrados desde el 7 de marzo a la fecha. ¿La censura en contra de Ernesto Salmerón y su trabajo se hizo a petición de la embajada nicaragüense? ¿Bellas Artes acató una orden de la canciller Patricia Espinosa? ¿Quién dice que no hay una política exterior mexicana de altos vuelos? Con razón, a las fiestas del bicentenario no vino ni la princesa Letizia...

jamastu@gmail.com