miércoles, 5 de octubre de 2011

Peña Nieto, la venganza de Montiel y el Grupo Atlacomulco

Autor: Álvaro Cepeda Neri

Sin más antecedentes que su mal gobierno y su pésima administración (inundaciones por nulo mantenimiento y previsión; pobreza extrema, genocidio en Atenco; más de 2 mil millones de pesos en gastos de imagen; encubrimiento a los capos que hicieron de Huixquilucan, donde del Mazo tercero fue su tentáculo, su guarida; homicidios, como el de la niña Paulette Gebara Farah; la misteriosa muerte de su esposa, Mónica Pretelini; cientos de feminicidios; y abusos de poder), el exdesgobernador Enrique Peña Nieto confesó que sí quiere ser candidato del Partido Revolucionario Institucional (PRI) a la Presidencia, sólo apoyado con el coro de mujeres que alquila para sus porras y su fama comprada.
Un galán sin nada en la cabeza, hechura del nefasto Arturo Montiel (a quien hizo aparecer en público, para no negar la cruz de su parroquia) y cuidado por el mafioso Grupo Atlacomulco que comandan Emilio Chuayffet y Francisco Rojas.

El bonito de Televisa (partido mediático que lo postula a cambio de publicidad muy bien pagada), con todo arreglado dentro de la cúpula priísta con los Moreira (acusado de una multimillonaria deuda en Coahuila, a la que desgobernó y en amañadas elecciones heredó a su hermano), confirma su aspiración.

La oligarquía y la plutocracia mexiquense, en complicidad con los centros de poder (como el perverso obispo de Ecatepec, Onésimo Cepeda, acusado de fraude por más de 130 millones de dólares y cuya denuncia va para instancias penales internacionales, pues las mexicanas, a cambio de salvar sus almas, lo absolvieron) harían con el país lo que hicieron en el Estado de México.

Es la venganza de Montiel quien, sobre el fango de su corrupción, hace 12 años no llegó al precio de la candidatura presidencial. Y el desquite del grupo-mafia-cártel político-económico de Atlacomulco que perdió la sucesión de Peña Nieto, pues el recién llegado no viene de ese origen. Éste propone una cláusula de gobernabilidad que consiste en que el partido mayoritario cuente con diputados extras en el Congreso General, para hacer su voluntad, al regresar al autoritarismo de Carlos Salinas de Gortari, hoy su asesor. Y quiere una candidatura única en el PRI y de obtener la Presidencia (cosa difícil, ya que en los debates cualquiera de los candidatos del Partido Acción Nacional, Partido del Trabajo y el Partido de la Revolución Democrática, lo ponen fuera), ejercerla a la antigua.

La doble venganza apuntalada con un botín multimillonario, saqueado del dinero del pueblo mexiquense, es para imponer como sucesor de Felipe Calderón al candidato de Televisa y del ala más derechista del PRI y sus apéndices: la Confederación de Trabajadores de México, la Confederación Nacional Campesina y la Confederación Nacional de Organizaciones Populares, con los Gamboa Patrón y Ricardo Pascoe.

Peña Nieto sería otro Calderón, dispuesto a más autoritarismo. No ha presentado un programa. Se ha dedicado un sexenio a difundir su presencia por televisión y revistas del corazón al publicitar su matrimonio con una estrella de telenovelas y al comprar espacios en los periódicos que lo apoyan. Es un priísta de viejo cuño, moldeado por Chuayffet, Salinas de Gortari y Montiel, con riesgo de perder las elecciones cuando los electores caigan en la cuenta de que no es un político y sólo muestra su pose de galán para atraer el voto frívolo, si es que el PRI lo postula con cargo a su ala más antigua y ultraderechista..

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