lunes, 22 de agosto de 2011

¿Peña Nieto vs Moreira?

 
 En política moral es un árbol que da moras, o un gobernador llamado Moreira. Primero fue el escándalo de Vicente Chaires, un presunto prestanombres de Moreira enriquecido de manera súbita y bastante “explicable”. Ahora es la exhibición de decretos del congreso de Coahuila falsificados para engañar a Hacienda y obtener créditos adicionales. Un delito grave, a todas luces.

La pregunta de fondo es qué va a hacer el equipo de Peña Nieto. Hasta ahora el delantero en la candidatura presidencial ha actuado con extrema cautela. Sabe que sólo un imponderable lo dejaría fuera de Los Pinos en 2012, y no desea que ese imponderable sea un escándalo mediático. Probablemente se pasó de precavido cuando escogió a Eruviel Ávila como futuro gobernador del Edomex, en lugar de su pariente y verdadero delfín, Alfredo del Mazo. Pero lo hizo para conjurar el riesgo de que un Eruviel despechado se fuera por la libre y pusiera en duda el triunfo en su estado.

Se sabía que se estaban preparando expedientes sobre algunos gobernadores pero nadie pensó que estuviera incluido el mismísimo presidente del PRI. Incluso se llegó a dar marcha atrás en la designación de varios ex gobernadores en las secretarías del tricolor, para alejar al partido de cualquier escándalo de corrupción. Fue sintomático que en la detención de Jorge Hank Rohn se haya enviado la señal de “estense quietos” y nadie saliera en defensa del empresario político, a pesar de lo endeble de la acusación y los obvios vínculos de los Hank con el Edomex. Peña Nieto, con toda razón, no desea que alguna mácula ajena le ensucie su marcha triunfal al poder.

La pregunta es qué van a hacer ahora con el incómodo presidente del PRI. A principios de año Humberto Moreira se presentaba como la mancuerna perfecta para la campaña de Peña Nieto. Gobernador dicharachero con imagen exitosa y popular, cercano a la Maestra Elba Esther; parecía el pararrayos perfecto para polemizar con los candidatos rivales a lo largo de la campaña. La idea era que Peña Nieto y La Gaviota se deslizaran con la elegancia de una pareja de la realeza, por encima de los dimes y diretes preelectorales, literalmente sin despeinarse, mientras Moreira se fajaba con tirios y troyanos. Un papel que cuadraba perfecto al claridoso y desenfadado ex gobernador.

El problema es que las evidencias del descomunal abuso en las finanzas de Coahuila lo inhabilitan para convertirse en crítico de la oposición. No sólo se trata de un asunto de finanzas irresponsables (en cinco años convirtió una deuda de 196 millones en casi 34 mil millones), sino de ilegalidad. Hay muchos gobernadores manirrotos que gastan más de lo que tienen, el problema es cuando comienza a falsificar garantías y a engañar a sus acreedores.

El escándalo ha impacto a la élite priista a juzgar por las reacciones en la reunión que los diputados de eses partido sostienen en Playa del Carmen este fin de semana. Para empezar, han tenido que quitar a Moreira como cabeza de las negociaciones que se tenían programadas con Hacienda para canalizar la exigencia de los gobernadores de obtener mayores recursos de la federación. Con toda razón se consideró que la voz del presidente del PRI quitaba toda legitimidad a la argumentación a favor de mayores recursos a cambio de una mayor transparencia.

En lugar de Moreira la cúpula priista ha solicitado a Beatriz Paredes que negocie directamente con Los Pinos el paquete de financiamiento a los estados. Un trago amargo para los peñanietistas que ya habían desahuciado a Paredes, ex presidenta del PRI, un personaje que por su fuerza propia les resulta incómodo.

Involuntariamente Calderón es “aliado” de Moreira en este desaguisado. La secretaría de Hacienda es en teoría la institución que tendría que impulsar la investigación de este escándalo hasta sus últimas consecuencias. Pero al ser Ernesto Cordero juez y parte, secretario y candidato presidencial, la situación le ofrece a los priistas la mejor de la coartadas: se trata de un embate electorero, afirman.

Y sin duda lo es. Mucho más importante que lo que pase en tribunales (que afectaría a funcionarios menores) es el impacto en la opinión pública. Eso es lo que estará revisando el equipo de Peña Nieto en los próximos días. Y si ellos juzgan que la mácula salpica, los días de Moreira como presidente de PRI están contados, aunque sea bajo la fórmula de separación del cargo “para demostrar su inocencia”. Días interesantes.



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