martes, 1 de marzo de 2011

¡Que se queden con el cascarón!

Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez


En el asunto del PRD, que cada vez se vuelve más complejo, la única solución a la vista, la que parece más congruente, es por lo pronto, y para que no se pierda la posibilidad de competir en las próximas elecciones, abandonar públicamente ese organismo, insertarse como grupo emergente bajo otra bandera partidista, y permitir que culmine el proceso de pudrición que echaron a andar Jesús Ortega y los chuchos, y que aceleró la frustración de Manuel Camacho.
Pero sobre todo, para quienes se vayan, aprender que no es posible permitir que la esperanza de cambio de mucha gente, por un cambio necesario en la ruta que lleva el país, quede en manos de los que traicionan, de los que buscan, en el más profundo sentido neoliberal, el beneficio personal sobre el de los demás.

En el PRD, en manos de los chuchos, se puso a la venta cualquier aspiración por el cambio; la política de alianzas es el mejor ejemplo. Los triunfos que se aplauden desde la dirigencia impuesta por la derecha de ese partido sólo confirman que no hay cambio, que ganaron las siglas, pero la gente sigue igual, en el mejor de los casos, que empeora porque el mal no se extirpó. Ganaron Nueva Izquierda y el PAN, perdió la gente.

La hora del cambio ya pasó, el daño es irreversible, porque Nueva Izquierda sigue enquistada en el partido. No hay remedio, se ha dicho desde todos los foros y lo peor es que el peligro de contagio amenaza a cualquiera que pretenta seguir allí, mientras Nueva Izquierda o cualquiera de sus miembros permaneza en el organismo.

Hubiera sido de mayor importancia que en su momento el perredismo leal a la izquierda y a sus propios estatutos, impidiera que Ortega y secuaces se apoderaran del destino del organismo, porque para nadie era un secreto que en manos de Nueva Izquierda el destino del PRD era el que ahora marca su muerte. Pero ni modo, el hubiera no existe.

Por lo pronto, Camilo Valenzuela, quien preside el Consejo Nacional del PRD, explica que aunque la figura de permiso que utilizó Andrés Manuel López Obrador para pintar su raya con la dirigencia no existe, sí es posible hacer la reforma necesaria para dar la certeza de que ese permiso –y el de todos los demás, que huelen lo podrido– se ajuste a las reglas partidistas.

Valenzuela y un grupo importante hacen un esfuerzo por hacer que el PRD retome el camino que le dieron sus principios, pero Nueva Izquierda asegura que ellos, desde la impunidad que les otorgó el poder, destruirán con ayuda de sus aliados cualquier intento de devolverle la dignidad a la izquierda partidista. Por eso, además, todo el mundo advierte que para el PRD ya no hay remedio. ¡Que se queden con el cascarón! A fin de cuentas, el siguiente paso, la nueva organización, que va más allá de los intereses partidistas, está lista y va por todo.

De Pasadita

Es un hecho, ni vale darle la vuelta: Beatriz Paredes jugará como candidata del PRI a la jefatura de Gobieno de la ciudad, y en la mayoría de las encuestas, no importa el color de quien las mandó a hacer, ella lleva ventaja en casi todos los aspectos.

Lo malo de esta candidata es que, si bien la gente reconoce en ella el trabajo político de muchos años, rechaza con amplitud al partido que la postulará. Para decirlo rápido: Beatriz Paredes puede ganar una elección en el DF, pero el PRI no.

Por eso será necesario que las fuerzas de izquierda en el DF no se equivoquen al escoger candidato. Un descuido podría significar que el PRI volviera a la capital, y eso sería un desastre. Ya lo veremos.

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