martes, 1 de febrero de 2011

Golpe a la “trinidad priísta”. Salvador García Soto


Serpientes y Escaleras | La derrota priísta en Guerrero tiene impacto tridimensional para el viejo partido. En la fallida apuesta para recuperar la entidad guerrerense, en mayor o menor medida, resultan perdedores las tres principales figuras del priísmo nacional, conocidas como la Trinidad tricolor: Manlio Fabio Beltrones, amigo y principal impulsor de la candidatura de Manuel Añorve; Beatriz Paredes, lideresa ausente que se despide con derrotas; y Enrique Peña Nieto, quien pierde un estado para su proyecto y demuestra que su figura y su “marea roja” no son tan invencibles.

Porque aunque ahora minimicen el impacto de la derrota, la realidad es que el PRI apostó todo —su maquinaria, su arsenal y hasta el dinero aportado por gobernadores de otros estados y empresarios financieros— a que en Guerrero reconquistarían el poder y, de ese modo, confirmarían que, pese a las tres derrotas dolorosas de 2010 —Puebla, Sinaloa y Oaxaca—, el priísmo seguía “fuerte y unido” para arrebatarle un bastión al PRD y confirmar su supremacía rumbo al 2012.

Ninguna de esas premisas se cumplió, y lo que es peor, el PRI volvió a perder con su némesis: el mismo PRI. No haber postulado a un priísta de cepa como Ángel Aguirre, que punteaba en las encuestas, los llevó a la fractura y ni echando mano de todo su poderío —dinero público y privado a raudales, excelentes publicistas, la estructura mexiquense llamada “marea roja”, una alianza con Elba Esther Gordillo y su mítica “estructura magisterial” y, sobre todo, la presencia en campaña de su principal activo en la actualidad, Enrique Peña Nieto— pudieron hacerlos ganar en Guerrero.

El error del origen, el que desató la ruptura que a la postre sería su perdición, es totalmente atribuible a Manlio Fabio Beltrones. El sonorense apoyó con todo a su amigo y pupilo, Manuel Añorve Baños; le operó políticamente, le acercó a financieros como Jaime Camil. Encandilado con el triunfo arrollador que hace dos años obtuvo en Acapulco, Beltrones no tomó en cuenta que el desempeño del alcalde porteño no había sido el óptimo y que, por encima de su amigo, en las encuestas había un priísta mejor posicionado para la gubernatura: el senador Aguirre Rivero.

Beatriz Paredes es también responsable del revés priísta en Guerrero, y lo es por doble vía: no hizo nada para evitar la imposición de Añorve, impulsada por el grupo de Beltrones, y tampoco hizo nada en la campaña en la que ella, casi en plan de vacaciones, se dedicó a viajar por varios países, mientras acá su partido se preparaba para los primeros comicios del año.

De los tres “jefes” priístas, el que más resentirá la derrota será, sin duda, Enrique Peña Nieto. Aunque sus asesores fueron hábiles para sacarlo en la última etapa de la campaña, ante las encuestas que ya vaticinaban el triunfo del PRD y ya no lo llevaron al cierre de campaña, la apuesta de Peña por sumar a Guerrero a su proyecto nacional y el respaldo abierto que dio al candidato priísta hacen que le toque también parte de la pérdida. ¿Cómo olvidar las fotografías donde, con todo y su esposa La Gaviota, le levantaban el brazo a Añorve en señal de victoria, o cómo obviar su presencia en aquella comida que el empresario Camil le ofreció a Añorve en su mansión de Acapulco y en la que el gobernador mexiquense coincidía con Beltrones y con el ex presidente Salinas?

Para Peña, el caso de Guerrero no sólo deja un saldo negativo, sino también todo un mensaje: elegir a un candidato sólo por amistad o cercanía, sin medir si es o no el más efectivo y posicionado en las encuestas —como hizo el PRI en Guerrero— puede ser la antesala de la derrota, sobre todo cuando se tiene enfrente a un PRD y un PAN que llegaran crecidos a la elección mexiquense y que ya demostraron que, sea en alianza formal o en alianza de facto, con jugadas como la declinación de última hora, tienen el antídoto para derrotar, juntos, al poderío priísta.

NOTAS INDISCRETAS… A Arturo Elías Ayub lo buscó directamente César Nava para pedirle que considerara ser candidato de una alianza PAN-PRD en el Estado de México. La respuesta del yerno de Carlos Slim fue rápida y clara: “no estamos locos”… Casi con la misma estrategia con la que se metió a fondo en Guerrero, Marcelo Ebrard había jugado hace unos meses en Durango: operadores, apoyos, estructura directa del DF a los estados; aquella vez lo derrotaron por escasos puntos, esta vez ganó por amplio margen, y, de paso, le pegó a dos corredores por 2012: a Andrés Manuel López Obrador y al puntero Peña Nieto… Los dados mandan Doble Escalera. Pinta bien la semana

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