martes, 8 de febrero de 2011

Alza de alimentos Sergio Conde Varela Abogado


Las amas de casa juarenses, chihuahuenses y mexicanas, al igual que los varones, se han llevado nerviosamente las manos a la boca para empezar a morderse las uñas, por los anuncios hechos de que los alimentos en este 2011 se elevarán de precio partiendo de un mínimo del 10 %, de ahí para enfrente.

El Diario en su edición del pasado domingo daba a conocer un informe del Servicio de información agropecuaria y pesquera, en que se espera que la producción alimenticia en nuestro país alcanzará la suma de 197 millones de toneladas y que México el año pasado ocupó el 8º lugar a nivel mundial en dicha producción.

Lo curioso es que se nos diga a los azorados individuos que poblamos estas tierras, que nos prepararemos y que nos ajustemos por centésima vez el cinturón, porque la FAO –organismo internacional que anuncia la distribución y precio de los alimentos– ya dijo que debido a los cambios climáticos se afectará el costo alimenticio.

Cuando se afectan las grandes mayorías, los organismos encargados de anunciar las injustas noticias, utilizan la técnica informativa de las pinzas del cangrejo. Una de las pinzas advierte que hay sobreabundancia alimenticia y la otra pinza se hunde en el bolsillo de la gente pronosticándole que habrá más escasez.

Muchos de nosotros nos preguntamos quién o quiénes son los que fijan los precios a los alimentos porque sus rostros nunca salen a la luz pública, ni se informa a través de los medios con puntualidad las razones económicas que se tuvieron para decretar las alzas. Esto siempre permanece en la sombras, en la noche de la información en donde jamás puede penetrar un rayo de luz informativo que ilumine el criterio de los millones de consumidores que van a ser afectados por ese tipo de movimientos.

Los juarenses debemos prepararnos porque el chicotazo ya está dado para el mes de mayo en que de nueva cuenta el maíz, alimento básico mexicano, vuelve a las nubes y con ello el precio de la famosa tortilla. En esa elevación, no se va sola sino que también tomados de la mano se elevan el trigo y el arroz.

En el canal Judicial, que es un canal promovido por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y pagado con los dineros del pueblo, se dio una luz en días pasados al informar que en el Congo africano había serias dificultades por el aumento desmesurado del costal de arroz, pues de 9.000 francos congoleños que costaba la tonelada se aumentó a raja tabla su precio a 16,000. Desconcertados por el aumento desmesurado se empezó a buscar de donde partió tal decisión y no fue otra que el movimiento de valores de la bolsa de Chicago, en la cual, como en todas las bolsas llamadas bursátiles, nadie ha recibido un solo rayo de sol para producir un solo saco de arroz.

Es curioso que nuestro país produzca 197 millones de toneladas de alimentos y existan 52 millones de mexicanos que con dificultad comen cada 24 horas y que 26 millones de ellos estén en pobreza extrema sin que esa enorme cantidad de alimentos les sirvan para sus elementales necesidades. Haciendo un cálculo mágico, si a 120 millones de nacionales se le entregaran anualmente 120 millones de toneladas, todavía quedarían en los graneros nacionales 77 millones de toneladas ¿Entonces en qué quedamos? ¿A cuál bolsa le atribuimos que no llegue el mínimo de subsistencia a nuestros connacionales?

Lo cierto es que con los aumentos anunciados se vuelven a pisar fuerte los pies desnudos de los pobres y empiezan las revueltas sociales que permiten que los comerciantes de armas hagan su agosto en plenos meses de duro hielo invernal –como dijera el tango– en donde pocos ganan y muchos, pero muchos sufren.

Todo esto no es otra cosa que una injusticia brutal y desquiciada. No tiene para cuando acabarse. Es la rutina mundial y nacional de la insensibilidad y del “no me importa”. Sin embargo se acerca con prontitud el cambio de conciencia en que el pensamiento, la emoción y el sentimiento de mucha gente, transformarán estas estructuras, quieran o no quienes las defienden injustamente. Ojo, porque lo dicho es cierto.

No hay comentarios: