jueves, 20 de enero de 2011

Porfirio, la política y la pluma Lorenzo Meyer ANALISTA POLÍTICO


Distrito Federal– Dos Porfirios. Para los mexicanos, el nombre de Porfirio y la pasión política remiten naturalmente a Porfirio Díaz. Sin embargo, en estos tiempos, tal asociación lleva a otro Porfirio, a Muñoz Ledo (PML). El primer Porfirio tenía como instrumento principal la espada, el actual rechaza la violencia y se sirve de algo más civilizado pero igual de afilado y punzante para cargar contra sus adversarios políticos: la oratoria y la pluma.

Se acaba de presentar el último libro de PML, uno que recoge y sistematiza sus ensayos políticos en tiempos de Felipe Calderón, que para el autor son muy malos tiempos. Se trata de “La vía radical” y que lleva como subtitulo una muy explicable obsesión del autor: “Para refundar la república”, (Grijalbo, 2010).

El Personaje. Los enemigos y malquerientes de PML no son pocos y a estas alturas se encuentran lo mismo en la derecha que en la izquierda o en el centro. Los actuales antiporfiristas siempre echan mano de la descalificación y subrayan lo que consideran las contradicciones del personaje. Y es que PML ocupó una notable cantidad de cargos en varias administraciones priístas y en el foxismo –por lo menos una decena, desde subdirector a secretario de Estado y embajador–, y fue tanto presidente del PRI en 1975 como presidente del PRD entre 1993 y 1996 e incluso candidato presidencial del PARM. En los últimos años ha concentrado su energía, que no es poca, en su actividad como opositor y legislador.

A PML la crítica a sus cambios de afiliación le tienen sin cuidado. La respuesta a sus censores es, en esencia, que en los últimos decenios han sido las condiciones políticas de México las que han cambiado. Él, hombre político por excelencia, ha reconocido esos cambios del entorno pero sin modificar el norte político y ético personal. PML sostiene que tras juzgar cada coyuntura, siempre optó por la vía adecuada y no violenta para impulsar la evolución de México como un país viable, justo, democrático y soberano. Como sea, nadie ha probado que PML se haya contagiado del mal de la clase política mexicana: la corrupción.

A estas alturas de su largo batallar, PML reconoce que él pertenece a una generación de políticos e intelectuales –la llamada de Medio Siglo– que, como conjunto y pese a su mejor esfuerzo, finalmente no logró hacer realidad lo que se propuso como tarea histórica de juventud: conducir al régimen posrevolucionario mexicano por la senda de “la gran política” y refundar la república mediante una reforma del Estado que le arrancara sus elementos autoritarios y desarrollara los democráticos. La meta de largo plazo habría sido propiciar que el país marchara, por primera vez, dentro del marco de un Estado de derecho para dar forma a una sociedad que superara definitivamente la subordinación de su proyecto nacional al de intereses externos y dejara de seguir aceptando como natural que la vida en común transcurriera entre los extremos de la opulencia y la miseria.

El Análisis en una Frase. PML combina una notable experiencia política con el dominio de la teoría, de la buena oratoria y la buena pluma, el ánimo opositor, la agudeza en la observación, el sentido del humor y una notable confianza en su propio juicio. Todo eso le ha permitido dominar el arte de definir y sintetizar en una frase problemas muy complejos. Los ejemplos en este libro abundan:

“El Tribunal Electoral es hoy una caricatura orozquista de la justicia”, “Nuestro país nunca ha vivido en un genuino Estado de derecho aunque haya existido el derecho del Estado”, “Los pueblos tienen los gobiernos que toleran”, “Nuestro universo electoral está compuesto sobre todo de láminas, despensas, acarreos y televisoras codiciosas”, “…la transición se trabó en el anudamiento de complicidades”, “deformar al Estado ha resultado más cómodo que transformarlo”, “Lo que no hagamos por la vía pacífica nos va a ser cobrado por la violencia”, “Televisa comenzó como un anexo de Los Pinos y que con el tiempo Los Pinos terminaría convirtiéndose en un anexo de Televisa”, “…lo que el diablo nos escrituró es la corrupción”, “¿Cómo puede funcionar un país donde la calle es del pueblo, el gobierno es de ineptos y el congreso es de transas?”, “El tránsito [ha sido] de una tecnocracia aventurera a una cleptocracia mediocre”, “La ruptura es hoy la única forma eficaz de la continuidad” o definir a la lucha contra el narcotráfico, como “…una guerra intestina por cuenta ajena”. Hay más, desde luego.

El Diagnóstico. Para PML es claro que hoy “El país entero se encuentra en un peligroso punto muerto”, encallado, porque la “política ratonera” se impuso sobre la “gran política” y esto ha desembocado en el fracaso de la supuesta transición del autoritarismo a la democracia al punto que ya se le puede calificar como una “transición catastrófica”. A raíz de este descalabro histórico, cuyos principales responsables tienen nombre y apellido –Carlos Salinas, Vicente Fox, Felipe Calderón, entre otros–, los poderes fácticos –PML toma como ejemplo a las televisoras privadas– han rebasado a la autoridad formal al punto que nadie puede ya controlarlos y someterlos.

La consecuencia de todo lo anterior, es el “vaciamiento” del poder público y del proyecto nacional mexicano, pues el Tratado de Libre Comercio de la América del Norte aumentó la incapacidad del Estado para defender el interés general, por ser un tratado tan asimétrico como hipócrita, dice PML, pues prometió un auge que nunca llegó y en cambio propició la salida de millones como indocumentados a Estados Unidos. Se trata de un vaciamiento deliberado, uno hecho para favorecer a los menos a expensas de los mas hoy y en futuro. La clase política de esta época del neoliberalismo se ha propuesto la auto disminución a cambio de las recompensas privadas que le otorgan aquellos a los que sirve, que son las grandes concentraciones de capital nacionales y externas. La alternativa que esa clase tuvo en el 2000, bregar por transferir poder a los ciudadanos, simplemente le resultó una propuesta incompatible con sus intereses particulares.

Desde hace tiempo, la teoría de las transiciones a la democracia, demostró que si éstas no se avanzan en su consolidación, retroceden, (Larry Diamond, “Consolidating the third wave democracies”, Johns Hopkings, 1997). PML avala esta visión “Todo cambio fallido conduce a una regresión y con frecuencia a la caricatura de la realidad que pretendía transformar”. En el caso mexicano, la regresión ha sido muy rápida al grado que el autor concluye que la definición de Estado fallido propuesta por la revista Foreign Policy ya corresponde a la realidad mexicana: “un Estado que fracasa es aquel en que el gobierno no tiene control real de su territorio, no es reconocido como legítimo por parte importante de la población, no ofrece seguridad interna y servicios públicos esenciales a sus ciudadanos y no tiene el monopolio del uso de la fuerza”. La propia Foreign Policy, en su índice del 2010, no coloca abiertamente a nuestro país en la categoría de Estado fallido aunque si en la borderline, es decir, en la frontera entre la estabilidad y el peligro, (www.foreignpolicy.com/.../2010).

La Propuesta. Para PML los dos grandes momentos políticos que dieron al traste con un proyecto nacional legítimo, distinto del neoliberal, fueron los fraudes electorales de 1988 y 2006. En el primer caso, el PRI consolidó el fraude con la ayuda del PAN y en el segundo el PRI “devolvió el favor” al PAN, pero el éxito de esa política sin grandeza resultó más aparente que real, pues la senda abierta por los dos fraudes es equivocada, en el mediano plazo conduce a la inviabilidad y la confusa realidad del presente así lo deja ver.

Para rescatar a México de la crisis de su Estado nacional, PML propone dos medidas “radicales”. Por un lado revocar el mandato del actual ocupante de Los Pinos y por el otro proceder a una auténtica reforma del Estado. A la primera ya se le pasó su tiempo, si es que alguna vez lo tuvo, pero a la segunda no.

La reforma del Estado es un tema sobre el que PML ha insistido desde hace años, donde ha elaborado decenas de propuestas concretas que podrían concretarse en una nueva constitución que, a su vez, sería la base de un nuevo y necesario gran pacto social. Hasta ahora y desde el gobierno sólo se ha hablado de la reforma sin concretar nada. La gran incógnita es si la confrontación electoral en el 2012 abrirá la posibilidad de encausar la energía social hacia la transformación del Estado y la refundación de la república o se volverá a perder la oportunidad de revertir el retroceso político de México.

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