domingo, 17 de octubre de 2010

PT en respuesta a la censura del TRIFE :

Armando Bartra presentación El Zapatismo con vista al Mar

LA HORA DE LOS FRIJOLES Por: Víctor M. Quintana Silveyra


Hace 25 años, el Frente Democrático Campesino de Chihuahua nació clamando: “Que por un kilo de maíz se pague al campesino un litro de gasolina y dos litros por un kilo de frijol”. Lo que los productores reclamaban entonces lo han hecho trizas las políticas públicas. Ahora un litro de gasolina cuesta más de tres kilos de maíz y más de un kilo de frijol.

Desde hace dos semanas SAGARPA-ASERCA y el sistema producto frijol han convocado a los productores organizados de la leguminosa y a los comercializadores –nunca a los consumidores- a fijar el precio del grano para el ciclo agrícola primavera-verano 2010.

El frijol, junto con el maíz es la base de la agricultura campesina y de la alimentación del pueblo de México. Aunque su consumo está disminuyendo, pues sus virtudes se ocultan y se magnifican sus pocos defectos ante el alud publicitario de la comida chatarra, sigue siendo la base de la dieta de los mexicanos pobres.

Antes del TLCAN todo el frijol que se producía en México era adquirido por CONASUPO a un precio de garantía previamente fijado. Con ello se aseguraba dar certidumbre y un buen ingreso al productor; suministrar al consumidor un producto a precio accesible y evitar la especulación manteniendo una reserva mínima del alimento. Todo cambió con el ajuste estructural de la economía y la apertura comercial. Desaparecieron los precios de garantía y la CONASUPO, instrumento de Estado para garantizar el abasto popular. A partir de 2008 se abrió totalmente la frontera al frijol importado de los Estados Unidos y Canadá dándole entrada al grano que ya sea porque viene a precio dumping, ya sea porque viene de contrabando, derrumba el precio del frijol mexicano. Con todo y que se suponía que el TLCAN iba a proteger al frijol desde 1994 a 2008, las importaciones y el contrabando todos esos años rondaron en las cien mil toneladas anuales, 172 mil toneladas en 2009.

El país, sin embargo, tiene capacidad de producir el millón cien mil toneladas de las diversas variedades de frijol que consume. Si se importa la leguminosa es por conveniencia de los grandes importadores-comercializadores para lucrar más y por deficiencia de SAGARPA que no ha promovido la elevación de la productividad mediante el desarrollo y transmisión de tecnología.

En los últimos años, SAGARPA a través de ASERCA ha intentado regular el mercado para ofrecer un mejor precio a los productores y un precio más accesible a los consumidores. Establece un precio de referencia y apoyos a la comercialización. Pero la visión de la política agroalimentaria federal es muy restringida: tiene demasiada confianza en los “ajustes automáticos” del mercado y su óptica es de comercialización, no de seguridad y soberanía alimentarias. Pone énfasis en los comercializadores, sobre todo en los grandes y descuida los dos polos del proceso: los productores campesinos y los consumidores.

No tiene en cuenta la política federal además, varios factores que constituyen, no fallas sino verdaderos factores perversos del mercado: en primer lugar, la presión de nuestros vecinos del norte que buscan colocarnos su frijol, aun castigando su precio para adueñarse de nuestro mercado. En segundo lugar, porque los “apoyos a la comercialización” se concentran en las grandes comercializadoras y en los coyotes que han tenido más capacidad organizativa, experiencia, capital previo, etc., no sólo para tener acceso sino para acaparar dichos apoyos.

En tercer lugar, porque el volumen de producción que es apoyado por los subsidios federales no es suficiente como para regular el mercado. Los especuladores esperan a que se acabe de comprar lo que se apoya con subsidios y luego entran al mercado comprando más barato. A pesar de todo esto, el precio del frijol no baja en el supermercado o en la tienda de abarrotes. Los más beneficiados por todo este proceso son quienes están en medio de él: los grandes acopiadores y almacenadores, mayoristas, cadenas comerciales. Tan sólo en los tres primeros años del gobierno de Calderón, el precio del frijol aumentó en un 160 por ciento.

Por eso ahora los productores de las organizaciones campesinas vienen más combativos. Demandan un precio de nueve pesos cincuenta centavos para el productor en el campo. Exigen también que no se concentren los apoyos en unos cuantos comercializadores y que el volumen subsidiado por ASERCA sea cuando menos el 60% de la cosecha para poder influir en el mercado. Piden que Hacienda y Economía controlen con rigor las importaciones e impidan el contrabando.

Es un buen inicio. Pero es necesario conjugar esfuerzos de Estado y productores para que ellos obtengan un ingreso decente y los consumidores un alimento accesible. Esto implica concebir al frijol no como mercancía sino como pilar de la seguridad y la soberanía alimentarias.

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Un agónico espera ayuda Arturo Mendoza Díaz Catedrático y Analista político


Por muchos motivos puede decirse que Juárez es un pueblo en agonía, en cuanto a que la vida colectiva en sus diversas modalidades es hostigada sin misericordia hasta el grado de exterminarla o hacerla desaparecer del entorno urbano.

Los sucesos diarios son elocuentes: Por acá, la terminal de la Ruta 5A es atacada en una acción que causa destrucción y muerte. Cuatro camiones son rafagueados y después se les prende fuego, mientras que el checador y el velador son agredidos y el primero muere.

Así, el miércoles un chofer llegó a emprender sus labores y encontró su unidad carbonizada. Tristemente, se subió a ella para mirarla por última vez. Las expresiones que entonces se oyeron fueron más que un discurso: “Siento mucho coraje”. “¿Hasta cuándo va a parar esto?”

Más allá, un lote de autos usados en el que a un empleado se le halló muerto con un tiro en la cabeza es abandonado porque resultó imposible seguir operando. Sus propietarios pasaban por una situación peor que la de estar entre la espada y la pared.

Según trascendió hasta llegar a ser del dominio público, por un lado estaban pagando una cuota de 10 mil pesos semanales a un grupo delictivo que los extorsionaba, pero por otro, los antagonistas de ese grupo los acusaron de apoyar a aquéllos. Y como ya no les dejaron para dónde hacerse, el lote fue cerrado, a lo que siguió una desbandada de 140 comerciantes que a su vez afectará a una infinidad de trabajadores, como lavadores de vehículos, carroceros, mecánicos y empleados de yonques y refaccionarias.

Por supuesto, la afectación no se limita a esos casos. Numerosos médicos cerraron sus consultorios por los asaltos, secuestros y asesinatos, lo cual lastimará a la población. Además algunas escuelas, como la Preparatoria de El Chamizal, se están quedando sin alumnos.

Ciertamente, a pesar de todo hay grandeza de ánimo, y esto no es sólo por la acogida hacia un encuentro internacional de futbol entre las selecciones de México y Venezuela ni por el júbilo que hubo cuando los mineros chilenos fueron rescatados.

No, de cualquier forma no todo es desconsuelo. En Juárez la vida fluye, aferrada y generosa, en muchas personas que jamás abandonarán el barco, esta nave en la que surcan el ahora proceloso mar de una realidad llena de olas sangrientas, sobresaltos y relámpagos de armas de alto poder.

Nuestra comunidad se afianza a la vida como a un clavo ardiendo, y se encuentra esperando un rescate que debe llegar por diferentes flancos y de modo oportuno. Por eso mira con interés los esfuerzos que se llevan a cabo y que tienden hacia su redención.

El gobernador Duarte, a pesar de que el presidente Calderón dijo que el problema no es económico, cuando se le pidió que se instale en Juárez un régimen fiscal de excepción, ha machacado en la Ciudad de México la necesidad reinante de ese trato fiscal.

Porque, en efecto, el desastre originado por la inseguridad pone de manifiesto la falta de una atención similar a la que se da a entidades federativas asoladas por terremotos o sequías. Ello, aunque la acción del crimen organizado devastó a Juárez más de lo que lo hubiera hecho un sismo regular.

Esa cruzada que ha emprendido Duarte, más allá de la justificación que le da sustento, tiene visos de llegar a un buen fin por la sinergia que existe para que cristalice, puesto que hasta el Congreso local ha tomado cartas en el asunto, sin distingos partidistas.

Su materialización, por lo tanto, entra dentro de lo factible, no obstante que ése sería nada más uno de los flancos en la lucha para lograr el resurgimiento de Juárez. Después de todo una amnistía fiscal es distinta al afrontamiento de la inseguridad.

Ésta, como se dice, es otra historia cuya naturaleza, aparte de llenar de sangre las calles citadinas y generar angustia, “espanta” a los inversionistas. Y eso sin olvidar lo relativo al hecho de que la violencia “mata” la actividad económica que ya se halla establecida.

Tal circunstancia hace necesario que ese otro lado del problema se afronte de una manera ágil. En esto concordamos con el ex presidente colombiano César Gaviria, acerca de que en México la guerra contra el crimen organizado no se está dando a la velocidad correcta. Yo diría que va a paso de tortuga.



PANEM ET CIRCENSES Pbro. Hesiquio Trevizo Bencomo


Esta frase acuñada por el poder imperial de la Roma decadente encerraba, por una parte una buena dosis de pragmatismo político y, por otra, el profundo desprecio por un pueblo envilecido. El Imperio era la Ciudad. Podía haber guerra en cualquier parte del Imperio, pero la Urbe debía permanecer en paz. La prioridad de los emperadores y el ampuloso Senado Romano era que la Urbe, el populacho, pues, estuviera en paz, es decir, satisfecho. De ahí que la política elemental a seguir era mantenerla bien aprovisionada de trigo y bien provista de diversión.

La rebelión de la Ciudad era más peligrosa para los Emperadores que la rebelión de las tribus bárbaras de las Galias, o la Germania o Hispania o cualquiera otra de las regiones aprisionadas bajo la dudosa categoría de Imperio Romano. Cuando comenzaba el desabasto o faltaban juegos y diversiones suficientes, el pueblo se enfurecía y no solamente el puesto, sino la vida misma del divino Emperador corrían serio peligro. Había que mantener activadas las vías de comunicación para traer trigo de todas las partes del Imperio, del norte de África que era el gran surtidor, de las Galias o del Asia Menor; había que mantener, también, reservas de fieras, gladiadores y demás curiosidades traídas de las tierras conquistadas que hacían las delicias y felicidad de los degenerados, apoltronados, vividores y viciosos ciudadanos de la Urbe. Para eso era Roma. El Imperio Romano era Roma. Aún en sus largas y penosas campañas, los Emperadores tenían que dejar bien abastecida y en paz la Ciudad porque corrían el riesgo de que a su regreso, y no obstante todos los triunfos y trofeos, se encontraran con la desagradable noticia de que ya no eran Emperadores. Había que mantener, pues, satisfecha, contenta y bien abastecida la ciudad, además de una buena red de soplones y policías y a los jefes de las legiones bien forrados para que no se les ocurriera encabezar algún levantamiento. Precauciones, pues.

No pocas veces las circunstancias de desabasto de alimento y la falta de diversión alentaban a los sectores enemigos para aprovechar la coyuntura y destronar y de paso asesinar al divino Emperador. De ahí, pues, que la política elemental estuviera dictada por la sabia frase ofensiva y pragmática: Panem et circenses». Hoy podemos traducir por pan y futbol. Ambos de pésima calidad; los romanos no lo hubieran tolerado.

Panem et circenses entrañaba sin embargo un amargo y hondo desprecio por el pueblo. El pueblo envilecido no era más que un medio para que la política, o mejor dicho para que los políticos realizaran sus muy personales planes. La frase pertenece al escritor latino Juvenal y con ella manifestaba el desprecio hacia un pueblo que había perdido su dignidad y que sólo necesitaba pan y diversiones obviamente gratis. Un pueblo que ya no se sentía protagonista de su destino, que ya no sabía exigir, que se contentaba con pan y juegos, que no sabía pedir cuentas; un pueblo que había claudicado y al que no le importaba ya lo que sucediese siempre y cuando tuviese trigo y diversión, sólo merecía el desprecio.

Decimo Giunio Juvenal, poeta latino de la decadencia que cabalgó entre el I y II siglo d. C., fustigó duramente a es pueblo apoltronado que se contentaba con pan y circo. Si el mundo en que vivimos con mucha frecuencia nos indigna, bien podría ser Juvenal un contemporáneo nuestro, dice uno de sus biógrafos. Irritado como pocos, sin embargo, Juvenal era corresponsable de las torpezas que lamenta, al menos tanto como nosotros, escritores o no, fascinados ante la protervia de los poderosos. Tal vez, la sociedad que nos nutre no es en el fondo peor que la de nuestros antepasados, pero sí que en el hombre existe el virus de la indignidad. (Juvenal. M. Ramous). Así fue para Juvenal.

Y es que no decaen sólo los gobiernos, es el pueblo todo el que se va hundiendo poco a poco en la indiferencia, en la apatía, en el abandono, y va renunciando también a su propia dignidad, a las cosas que le son propias y entonces, el final está cerca. Llega la hora de los grandes desórdenes, de la anarquía, de la obnubilación de los dirigentes; comienza la época de los emperadores de la decadencia; el pillaje, la delincuencia, la violencia sin bandera, la descomposición social se hacen presentes, ya no hay leyes, ya no hay quien organice, ya no hay guías y comienza la hora crepuscular. Quien dude al respecto vea el caso de Godoy Toscano; no hablo de partidos, casi ni de personas, sino de hechos de extrema gravedad que revelan el vaciamiento de la política y la indiferencia o impotencia del pueblo, Lea el artículo de Riva Palacio, –El Diario de este viernes–, y verá que el futuro de México está comprometido. Es más, vea la portada del Diario de ese día y pregúntese dónde estamos.

Es la hora también de los graves desórdenes sexuales. Un buen síntoma de esta hora es cuando el pueblo es manejado y conformado con panes et circenses.

Este martes sólo nos faltó una corrida de toros a las 5 de la tarde mientras los poderosos de la decadencia inauguraban un parque remozado, una canchita de futbol rápido y una cancha de basketbol. ¿Todo ese aparato para tan poca cosa? Toda esa movilización policiaca para impresionar –método usado también por los Emperadores Romanos– al pueblo. De nuevo la sabiduría romana: la fábula del Parto de los Montes, fábula genial de Fedro traducida al latín por Esopo. Una vez los Montes parieron; comenzaron los trabajos de parto y los montes rugían, jadeaban y pujaban manteniendo en vilo al universo. Todos esperaban un gran parto, pero los montes parieron un ridículo ratón.

Las reuniones sostenidas con el primer Mandatario del País y sus Ministros con diferentes grupos sociales de la ciudad me dieron la impresión de ser, más una terapia de grupo y un trabajo de tanteo y justificación, que una búsqueda sincera en la dirección correcta. Una suerte de que hablen para que se calmen. Siete mil muertos no le permiten ni a Juárez ni a los poderosos de la decadencia jugar esas bromas. Tiene razón la Carta de El Diario de Juárez de ese día. Siete mil vidas truncadas con todos los efectos colaterales no permiten superficialidades ni ligerezas ni siquiera el juego con el dinero del pueblo. ¿Dónde están los más de 3 mil millones destinados para rescatar y revitalizar a Juárez? Siete mil muertos, los hogares deshechos, las viudas, los huérfanos, los secuestrados, los extorsionados, los estudiantes amenazados, los médicos amenazados, los consultorios y las tienditas de barrio cerradas; siempre los eufemismos para hacer digerible la amargura: ahora vengo a saber que se utiliza la expresión “pago de derecho piso” para referirse a la extorsión. O pagamos la extorsión o a Hacienda y al IMSS, es la conclusión. Y es que la situación es tan inédita, tan intempestiva, que está modificando nuestro lenguaje. Y todo esto no es una simple percepción, Señor Presidente. No son percepciones, amén de que las percepciones se conviertan en realidad. También el lenguaje tiene que ser cuidado, medido, respetuoso. Los jefes, como Edipo, deberían llorar la suerte de su ciudad junto con los ciudadanos. «Ustedes lloran por su dolor cada uno; yo lloro por el dolor de todos ustedes», dice el desgraciado Edipo a los habitantes de Colono.

Suelo empezar temprano los trabajos. Este miércoles, mientras escribo, mandé por unos “burritos” (no venden de winnies) y me enteré que en esa pequeña cocinita, en ese puestecito casero, se vieron obligados a cerrar por la extorsión, ¡Hágame usted el grandísimo favor En otros estados es más espectacular la situación, aquí es terriblemente efectiva, demoledora; los asesinatos no cesan y las extorsiones y secuestros o “cobro de derecho de piso” van a la alza. La impunidad es tal que la tentación para convertirse en delincuente resulta demasiado atractiva. Llevas un 98% a tu favor si te decides. ¡Y cuántas quejas hay ¡Cuánta insatisfacción ¡Cuánto cansancio ¡Qué hartazgo ¡Qué ofensivo resulta ver esos despliegues de poder Y una vez más volvemos a la cultura latina, a los mejores momentos del Senado y oímos a Cicerón increpar a los presentes: Ubinam gensium sumus. In qua urbe vivimos. Quem rempublicam habemus. (¿Entre qué gente estamos? ¿En qué ciudad vivimos? ¿Qué República tenemos?). No quiero sin embargo ser profeta de desastres. No. Ojala, Dios quiera, que todas estas medidas den resultado, que las nuevas autoridades en nuestra Ciudad y nuestro Estado, perfectamente coordinadas encuentren el camino para revertir esta situación.

El Diario de Juárez nos da completa reseña este miércoles de lo sucedido el martes. Y a 8 columnas parece resumir el resultado final: Viene con las manos vacías….¡Y sólo deja promesas Bien puede ser la percepción de un medio pero parece que el discurso presidencial se mueve en esa dirección. En su anterior visita se destinaron más de 3 mil millones de pesos para rescatar Juárez. Las elecciones estaban en puerta. Meses después, la situación ha empeorado y esa descomunal cantidad de dinero tal parece que no ha dado resultado, lo cual me lleva a mí al convencimiento de que el asunto no es, al menos en primer lugar, una cuestión de dinero. En todo caso, de un manejo mucho más acertado, más delicado, más transparente, en el manejo del gasto social.

“El Ejecutivo Federal reconoció ante los sectores juarenses que la violencia ha aumentado, pero ante la situación y planteamientos expuestos, sólo se pronunció porque se rectifiquen los procesos seguidos hasta ahora, y reiteró que el problema también es de percepción de la ciudadanía, sin ofrecer respuestas concreta”, reporta El Diario. Que ha habido un aumento en cantidad y calidad de la violencia en nuestra ciudad, es una verdad del tamaño de una Catedral; no es una simple percepción, todos los juarenses conocemos de viva voz, conocemos a personas, familiares, amigos, que han tenido que afrontar esa dinámica terrible de la violencia. Los niños en las escuela están asustados, los estudiantes mayores, igual; los profesionistas huyen. A ellos hay que preguntarles si es realidad o percepción. A todos los que han tenido que abandonar la ciudad por las mismas causas, habría que preguntarles lo mismo. Más bien, habría que preguntarnos sobre la eficacia y eficiencia de las políticas organizativas y de las políticas del gasto social. De qué han servido más de 3 mil millones de pesos? ¿Dónde andan?

El Güerito Valenzuela, (para ustedes el Dr. Arturo Valenzuela Zorrilla) habló breve y sustancioso: “Es necesario combatir la injusticia que se vive o los esfuerzos serán inútiles”, dijo. Pero “el Güerito” no puntualizó las injusticias que tenemos que combatir. Porque las injusticias son muchas, muy diversas y de muy distinto color. La injusticia primera es la pobreza que roba la dignidad de la persona. Hizo bien el Güerito Valenzuela de recordarle al Presidente que en Marzo pasado, prometió más agentes del Ministerio Público en la localidad por lo que ahora le pidió dijera cuándo cumplirá su palabra y dijera el número de elementos que enviará. Y ya encarrerado, el Güerito añadió: “Que no hay avance sobre todo en delitos de alto impacto. Pecaría de ingratitud no reconocer el apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública, pero los delitos no disminuyen y por el contrario, van al alza”, concluyó. Y en verdad se quedó corto. En realidad Juárez vive una situación agónica. Y la sensación de impotencia e inseguridad es la atmósfera que se respira. Repito, habrá lugares donde la violencia es muy espectacular, pero aquí en Juárez es una sangría lenta, una herida que no deja de sangrar, que sangra día y noche, una herida por la que la ciudad misma se desangra. Y no me queda más remedio que recordar, la frase de Vargas Llosa en “Diálogos en la Catedral”, donde el protagonista se pregunta atónito: “Cuándo se nos jodió el Perú”. Así nosotros; una ciudad en la que teníamos pleno empleo, mucho circulante, mucho comercio, “mucho turismo”, mucho de todo, y también mucho desmadre. ¿Cuándo y cómo se nos perdió la ciudad? Y tal parece que lo único que nos preocupa es no hacer negocio.

Pero no nos vayamos con la finta. Ya dijimos que la frase de Juvenal expresa el desprecio por una sociedad que ha abdicado. Sobre esto también llamo la atención de mi querido Güerito Valenzuela. Ha estado apareciendo la noticia recurrente de que se promoverá en las Prepas el uso del condón. ¿Qué queremos solucionar con los condones? ¿Qué refleja esa política? ¿Qué esta sucediendo en nuestras familias y a nuestros jóvenes? ¿Qué es de la educación sexual? ¿Quién gana con estas políticas? ¿No será esto una claudicación, un ir cediendo terreno mientras que por otro lado estamos hablando de valores? Esto, y no por los condones, sino por lo que el hecho refleja; revela un problema muy serio de autocomprensión y de antropología. La nota, también de El Diario, dice: En los 5 colegios de Bachilleres se promueve entre los alumnos una sexualidad responsable, indicó José Jesús Padilla Moreno, Coordinador Sectorial de COBACH en Ciudad Juárez”. La más elemental pregunta sería: A esa edad, ¿podemos hablar de actitudes verdaderamente responsables en nuestros jóvenes? ¿Qué es la responsabilidad? ¿Responsables ante quién o ante qué? ¿De qué vamos a responder? ¿Es esa la educación sexual? ¿Qué es una responsabilidad en lo sexual? ¿No estaremos vendiendo falsas seguridades, y peor aún, falsas ideas? Es, más bien, la banalización de la persona humana.

Porque, mire usted, la siguiente nota, también de El Diario. “Son adolescentes el 40% de las embarazadas”. Yo invito a cualquier sociólogo, a cualquier interesado en la cuestión humana y en la cuestión social desde las distintas disciplinas que abordan tan compleja realidad a que reflexione en este dato: 40% de los embarazos son adolescentes. Y si no reducimos la adolescencia a la edad sino que la juzgamos desde punto de vista de la madurez humana, vamos a encontrar bastantes adolescentes “remisos”, es decir, de 19, 20 ó 30 o más años. Sume a esto la disfunción familiar, sume a esto la cantidad de niños mono parentales, los divorcios, etc., y se va a dar usted cuenta del panorama que se nos presenta. Se trata de un problema de primer orden. Si no reconocemos que la integración familiar, la protección de la familia, la ayuda auténtica y efectiva a la familia son los presupuestos de una sociedad sana, (Hegel), vamos a estar en graves problemas.

La familia posee vínculos vitales y orgánicos con la sociedad, porque constituye su fundamento y alimento continuo mediante su función de servicio a la vida. En efecto, de la familia nacen los ciudadanos, y éstos encuentran en ella la escuela primera de esas virtudes sociales, que son el alma de la vida y del desarrollo de la sociedad misma. Olvidar esto, nos puede resultar demasiado caro.

No es con ejército ni policías, al menos no únicamente, como vamos a solucionar nuestra problemática. Queremos que cambie todo, pero no queremos cambiar cada uno de nosotros y todos sabemos lo que tenemos que cambiar en nuestra vida. Nos parecemos mucho a la sociedad que fustigaba Juvenal.

Hay de rescates a rescates De La Redacción EL DIARIO Ciudad Juárez, Chihuahua



Cobijado por una gran cortina de humo conformada por el partido de México contra Venezuela celebrado en esta ciudad, el concierto de la colombiana Shakira efectuado en El Paso, y el arranque del espectacular rescate de los 33 mineros chilenos transmitido por televisión e Internet al mundo entero, a la misma hora el presidente Felipe Calderón se reunía aquí con los integrantes de las mesas de trabajo del programa “Todos Somos Juárez” para realizar una supuesta evaluación de la que, además de revolotear sobre lo mismo que los fronterizos ya conocemos, no surgieron compromisos concretos que nos permitan vislumbrar una luz al final del túnel en el que esta localidad lanza sus últimos estertores.

Si no fuera por el gran aparato de seguridad dispuesto en torno al primer mandatario que, como siempre entorpeció las labores cotidianas de los fronterizos, así como por la información desplegada en los medios locales, la visita de Calderón hubiera pasado desapercibida, perdida entre la atracción que generaron los acontecimientos mencionados.

En todo caso, la presencia del Ejecutivo federal ese día en Juárez, en medio de esas circunstancias, fue como derramar ácido sobre viejas heridas, tanto las que esta comunidad ha venido padeciendo desde hace tres años y que no han recibido una verdadera cura que las alivie, como las que aún están latentes desde que en febrero de 2006 fueran abandonados los 65 trabajadores que quedaron atrapados en la mina Pasta de Conchos, en condiciones diametralmente opuestas a las que dieron paso al exitoso rescate de sus similares en Chile.

Pero vayamos por partes. Para no llegar con su portafolios tan vacío a esta frontera que requiere de respuestas a manos llenas, el jefe de la Nación firmó previamente en la capital del estado el Acuerdo Chihuahua, un pacto anticrimen que establece doce compromisos para integrar unidades antisecuestro, apoyar la policía de mando único y coordinar acciones para combatir la extorsión, el plagio y el homicidio.

Sin embargo, el primer mandatario incurrió en la inutilidad jurídica del convenio al convocar en su mayoría a gobernadores electos, que todavía no están en funciones, lo cual, según expuso el columnista Miguel Ángel Granados Chapa, puede ser calificado de usurpación de funciones, ya que “por ahora carecen de autoridad para aceptar compromisos propios de quien está ya en el ejercicio de su cargo”.

Incluso, los casos de tres de ellos –los de Veracruz, Hidalgo y Aguascalientes– aún se encuentran en litigio ante tribunales electorales, por lo que la convocatoria presidencial “es, o violatoria de la ley o por lo menos un acto de intromisión en un proceso todavía pendiente de resolución definitiva”.

¿Por qué no invitó el Jefe de la Nación a los gobernantes vigentes junto con los electos para que el acuerdo tuviera la viabilidad legal necesaria? No lo sabemos, pero suponemos que en el trasfondo se hallan las desavenencias, resquemores y desacuerdos tenidos con los ejecutivos estatales que aún están al mando, tal como ocurría en Chihuahua hasta que Reyes Baeza dejó su lugar a César Duarte Jáquez a principios de este mes.

En las condiciones en que se dio este pacto, tal parece que el presidente Calderón quiere hacer un borrón y cuenta nueva en su declarada guerra contra los cárteles del narcotráfico, que en sus primeros cuatro años le han dejado por demás maltrecha su imagen ante los mexicanos por el fracaso que ha obtenido, traducido en la peor crisis de inseguridad que ha vivido el país desde la Revolución Mexicana.

Al menos sirvió el escaparate para que el gobernador Duarte Jáquez aprovechara el momento para plantear la urgencia de que Chihuahua, y en particular Ciudad Juárez, sea considerado como zona de desastre al igual que otras regiones del país que han sufrido los embates del clima o de movimientos sísmicos y, en ese sentido, se le proporcionen los incentivos indispensables para salir de este trance.

Para los fronterizos fue, sin embargo, el encuentro que sostuvo más tarde con los representantes de los sectores incluidos en las mesas de trabajo, el que permitió confirmar que, a ocho meses de arrancado el “Todos Somos Juárez, Calderón vino a esta frontera con improvisación e, incluso, desconocimiento de cómo marchan algunas de las acciones que están incluidas.

Veamos el siguiente texto:

“El presidente Felipe Calderón llega hoy a Juárez en medio del recrudecimiento de la violencia al estilo del crimen organizado (…) y ante el incumplimiento de los pocos ofrecimientos que hizo en materia de seguridad, como la “solución” al problema de los vehículos sin placas.

“Los últimos acontecimientos reflejan que no se está avanzando en el terreno de la seguridad, y que los desafíos al Estado cada vez son mayores; entonces, por un lado, la estrategia social se tiene que acelerar, pero por otro lado se tiene que incidir de manera inmediata en el tema de la seguridad o, de lo contrario, la misma estrategia social será muy difícil que avance’, dijo ayer Teresa Almada, académica de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, integrante de la mesa de educación de los trabajos “Todos Somos Juárez” y directora del Centro Casa Promoción Juvenil”.

“Encontrará una ciudadanía desesperada, sin alternativas, sin perspectiva, sin ver esa viabilidad que requerimos para avanzar; no estamos viendo viabilidad hacia ningún sentido, y creo que la ciudadanía esta muy cansada de promesas y de discursos, de visitas’, dijo José Luis Flores, de la organización Educación con Valores, quien participó en las mesas de análisis de la situación social de esta frontera.

“Los entrevistados comentaron que, mientras no se vea una disminución de la violencia, la población no reportará estar percibiendo avances”.

Los cuatro párrafos anteriores parece que fueron escritos el lunes pasado para publicarse el martes, a la llegada del mandatario del país. Sin embargo, fueron incluidos en una nota de Sandra Rodríguez divulgada en la portada de este medio el 26 de marzo de este año, cuando se registró la tercera visita de Calderón a la ciudad, lo que nos permite señalar que pese al programa de rescate enarbolado por éste, la caótica situación de violencia, inseguridad y crisis económica que padece Juárez no sólo no ha sido inhibida, sino que cada día está peor.

Es decir que, tal como lo expresó a mediados de semana la analista política Edna Lorena Fuerte, “de nada sirve que venga Calderón a la ciudad si no da respuestas concretas y viene a escuchar los mismos planteamientos que le hicieron por primera vez en febrero pasado porque nada corrige, porque nada atiende, porque ni él ni sus más cercanos colaboradores están enterados de lo que en realidad pasa aquí. Así estamos fregados. Así a qué viene”.

Efectivamente, durante las cuatro horas de la reunión del martes, el Ejecutivo federal oyó prácticamente los mismos problemas de sus primeras visitas porque hasta el momento no se ha hecho nada, lo que ha propiciado que las condiciones que vive esta frontera se hayan agravado.

Lo peor es que tanto el mandatario como sus colaboradores cercanos demostraron ante los presentes que desconocían detalles que deberían tener presentes del supuesto salvamento que emprendieron, lo cual es indicativo de la poca o nula atención que le están prestando.

Mientras la coyuntura que vive nuestra localidad –en donde ya los cárteles les están exigiendo hasta en sus propios domicilios a las familias el cobro de derecho de piso– apremia acciones y decisiones más contundentes, el presidente se puso a filosofar ante los presentes en el encuentro sobre el alma y las ánimas del purgatorio, y tal como llegó a la ciudad, con las manos vacías, así también se retiró.

Y en tanto que el gobernador y otros de los asistentes al Centro de Comercio Exterior le planteaban la necesidad del apoyo en materia de amnistía fiscal, Calderón los refutó diciendo que el problema no es económico, sino de seguridad y de descomposición social.

Que no se equivoque el mandatario. Es cierto que fundamentalmente se trata de un conflicto de violencia e inseguridad agravado por las condiciones de deterioro social, pero a estas alturas ya también es un desastre económico como consecuencia del primero, por lo que no se le puede regatear a la ciudad el apoyo urgente que necesita también en esta área.

Los negocios que aún quedan no sólo han sido perseguidos por el IMSS y Hacienda, sino también por los delincuentes que les exigen el pago de cuotas de protección, aunado al hecho de la pérdida de clientes por la salida de más de 230 mil juarenses que prefirieron huir que permanecer aquí arriesgando su vida. Ello, junto con el desempleo que se vive desde hace más de dos años. Si éste no es un escenario de crisis económica, ¿entonces qué es?

En su soliloquio final, el Ejecutivo federal asumió la violencia como un problema real que incluso se ha agravado. Sin embargo, cantinfleó diciendo que también lo es de percepción ciudadana.

¿Qué quiso decir Calderón con lo anterior? ¿Que la violencia existe pero no es para tanto? ¿Que la violencia está en la mente de los juarenses? ¿Que los medios somos los causantes de la exagerada percepción que tienen los fronterizos de lo que “verdaderamente” acontece? ¿Que aceptó decir que se trata de un problema real como una concesión para los habitantes de esta ciudad que así lo perciben?

Con esta acotación, el jefe de la Nación parafraseó a un popular personaje de la televisión, al dar a entender que sobre la violencia “como digo que sí, digo que no”.

En esta frontera la inseguridad con todas sus graves consecuencias es tan real como la frase expresada por un conductor de rutera, al día siguiente de que un grupo armado les quemó cuatro unidades y mató al velador: “Los que han podido ya se fueron de aquí. Los que no, están bajo tierra porque fueron asesinados. O trabajan, pero pagando la cuota a los extorsionadores”.

Los más de 230 mil juarenses que se han ido de la ciudad de acuerdo con las conclusiones de investigaciones serias, ¿lo hicieron atosigados por la violencia, por haber padecido algún secuestro, extorsión, robo, el asesinato de un ser cercano, o simplemente porque tuvieron la percepción de que algo malo pasaba en esta comunidad?

Si los medios dejáramos de publicar los hechos derivados de la violencia y sólo divulgáramos noticias “buenas” o “bonitas”, ¿se acabarían aquéllos como por arte de gracia y los juarenses serían más felices o se sentirían más seguros?

Es tan riesgoso lo que plantea subrepticiamente el presidente, que si los medios escondiéramos frívolamente lo que sucede, si expusiéramos que todo está bien con tal de no generar una “percepción equivocada” entre la población, es muy probable que numerosas empresas llegaran a establecerse en la localidad ante la supuesta y “recuperada” paz, e incluso que algunos de los juarenses que han huido volvieran.

El lío vendría cuando tanto empresas como inmigrados se dieran cuenta de que los medios sólo mentíamos, que la inseguridad estaba allí, intacta y hasta creciente. El problema se volvería en contra nuestra, que perderíamos por completo la credibilidad que, en el caso concreto de El Diario, hemos construido a lo largo de más de tres décadas.

El panorama que flagela a Juárez no es un problema de percepción. Es tan real como lo vivimos cada día. Hay personas que aún residen en esta ciudad, que para no vivir con mayor carga de estrés no leen periódicos ni ven o escuchan noticieros por televisión o por la radio. Tampoco por Internet. Y sin embargo, están conscientes del terrible viacrucis por el que transita su comunidad porque lo padecen de manera cotidiana.

Esa tónica de tratar de minimizar el ingente problemón que no ha podido resolver, la mantiene el Gobierno federal prácticamente desde que echó a andar su guerra contra los grupos del narcotráfico, achacándosela a cuestiones de “percepción”, como lo volvió a hacer el presidente el martes aquí. Pero son justificaciones que intentan ocultar su fracaso.

Algo similar a lo que sucedió con la otra herida que se reabrió al observar con detenimiento el conmovedor rescate de los 33 mineros chilenos, que en parte sucedió mientras el presidente mexicano disertaba en Juárez sobre la problemática que hemos comentado.

Imposible no caer en las comparaciones, por odiosas que sean, pero la mayoría de los connacionales se ha cuestionado a lo largo de la semana el porqué no se pudo realizar algo parecido con los 65 trabajadores que fallecieron en Pasta de Conchos, en donde las evasivas o mentiras de la empresa propiedad de la mina en connivencia con las autoridades, primero las de la administración de Vicente Fox y luego las de Calderón, dejaron sepultados bajo toneladas de mineral los cuerpos de 63 de los mineros, y en la ruina a sus familias, que no fueron indemnizadas porque, de acuerdo con el Poder Judicial, “las viudas carecen de interés jurídico”.

Guardadas las debidas proporciones, el fallido rescate de los trabajadores de la mina coahuilense es equiparable al fracasado salvamento que anunciaron las autoridades federales para esta ciudad desde febrero pasado. Porque mientras Juárez agoniza como si estuviera a 700 metros bajo tierra, nuestro Gobierno central improvisa y nos deja morir…

Asesinato de Paullete : la razones de Peña Nieto.

¿Orgullosamente mexicanos, Mr. Calderón?

Por Manú Dornbierer

Satiricosas

Claro que había que festejar el salvamento de los mineros chilenos y la inteligente actitud del presidente Piñera, un hombre de derecha, multimillonario por añadidura, quien sorprendentemente -¿o quizás no tanto, Mrs. Clinton?- llegó a la presidencia de Chile el 17 de enero 2010, en un momento en que estaba a punto de suceder un terremoto que recordó el de Haití y puso en relieve la existencia de HAARP. Un momento en que la coalición de izquierda tenía una alta aceptación en la persona de la anterior mandataria, Michelle Bachelet. Hasta donde pudo, esa señora cuyo padre fue víctima de la barbarie pinochetista, logró disminuir algo el acendrado fascismo chileno, pero no le dieron chance para ir más adelante… ¡Ay, es duro de roer el fascismo! Por cierto un dato elocuente: el hermano del presidente Sebastián Piñera, José Piñera, fue ministro del Trabajo ¡de Pinochet!

Estas circunstancias plus la huelga de hambre de los indígenas mapuches del Sur (igual o peor tratados que todos los indios americanos), el descontento por el manejo de Piñera del terremoto de enero, hacen decir en la prensa internacional que le vino como anillo al dedo al presidente chileno el salvamento de San José y el superespectáculo mediático de la gesta. A ojos de la inmensa mayoría de terrícolas que lo presenció fue una victoria de la solidaridad humana, desde luego, pero viendo más allá también es una victoria bien orquestada para apuntalar a la derecha en el Cono Sur frente al despertar antineoliberal de Venezuela, Bolivia, Ecuador. Gran amigo de los presidentes colombianos al servicio de Washington es Sebastián Piñera. En cuanto a su muy protagónico ministro Laurence Golborne, ex dirigente de la filial chilena de la Exxon Mobil, lo llaman el animador estrella de este realmente impresionante festejo del Bicentenario Chileno… A ver qué pasa y a ver si lo mismo que sucede en México, el aplastamiento de los trabajadores y sus sindicatos, se transforma en un auténtico cambio de conciencia hacia el bienestar SOCIAL GENERAL. Ojalá la extraordinaria experiencia sirva para que la minería en Chile se transforme en una actividad lo más segura posible. Pero no será así si los sindicatos no son invitados a las reuniones sobre minas que se planean. La minería representa el 58% de las exportaciones y el 15% del PIB.

Seamos optimistas. Lo soy, pero como decía Churchill, un pesimista es un optimista informado. Según el periodista Paul Walder, el accidente de San José sobre todo constituye una alegoría del Chile contemporáneo: “un país donde la clase obrera se encuentra ‘sepultada’ por un sistema que la oprime”. Afuera de la mina de San José y lejos de los micrófonos y reflectores, 300 mineros que no se accidentaron claman porque les paguen sus salarios que hace varias semanas no ven…

FELIPE SE QUISO SUBIR AL CARRO

Haiga sido como haiga sido, qué bueno que están vivos los 33 mineros de San José nombrados “Héroes del Bicentenario” en Chile. Qué bueno que el billonario Piñera haya podido en este caso “rebasar por la izquierda” como amenazaba y no cumplió el inefable Calderón, que sigue con loqueras carísimas para el país y estorbosísimas para la Ciudad de México y el jefe de gobierno no dice ni pío, caramba. Para celebrar en beneficio de su familia y cuates cercanos el Día de la Raza 2010 hizo una Olimpiada Privada a la que trajo al campeón nadador Felps a nadar en un piscinita de hule por 112 doce mil dólares el chapuzón. Qué importa que el 44% de los mexicanos tenga dificultades para saciar su hambre. Eso, claro en pleno Paseo de la Reforma, para que se le quite el rencor al malvado Peje, “Peligro” preferido de Dick Morris y de Toño Solá.


Y después de esta nueva barrabasada sin tribunas para que siquiera le echara un ojo el pueblo, Mr. Calderón lanza una rimbombante felicitación a su amigo Piñera. Teniendo él y su antecesor Fox tanta pisable cola como represores de los trabajadores de México, y de los mineros especialmente, hubiera bastado un discreto mensaje protocolario. Nos avergonzó su oportunismo a los mexicanos que no estamos tan “orgullosos” de serlo y menos aún de las capas de sinvergüenzas que nos gobiernan sin que podamos romper la maldita cadena porque está protegida por el neoliberalismo, de salida en otros países, pero que pretenden aquí hacer eterno. La felicitación de Felipe fue como decir, vean qué lindos somos los de la Derecha y yo soy de esos, sólo que no funciona ni para un show. Y, claro, le salió, como se dice en buen mexicano el chirrión por el palito. No hubo quien no recordara estos días la tragedia en 2006 de 65 mineros abandonados bajo tierra en la mina coahuilense de Pasta de Conchos, Coahuila.

Pragmatismo y lealtad. José Agustín Ortiz Pinchetti.

El despertar

Ha iniciado sus trabajos la fundación Equidad y Progreso AC, que impulsará la candidatura de Marcelo Ebrard a la Presidencia de la República. Marcelo defendió las alianzas entre varios partidos, incluyendo al PAN, discrepando en esto de Andrés Manuel López Obrador. Todo esto desató una nueva ofensiva de los plumíferos, los escritores mejor vendidos de la prensa que habían pronosticado la ruptura entre los dos personajes desde hacía 40 meses.

Estos seres ejercen el delicioso ejercicio de la calumnia del que salen impunes. Hablan de un pacto secreto entre AMLO y Peña Nieto y otras locuras. La ola de comentarios provoca nerviosismo en los comités obradoristas. Ha sido necesario que Andrés Manuel se posicione para contender en 2012.

Andrés y Marcelo han tenido una alianza fructífera y sólida. Dio buen resultado en el episodio de Iztapalapa. Ebrard ha resistido los requerimientos de los grandes potentados que le ofrecen a cambio de la ruptura con AMLO cobertura de medios y dinero. Andrés ha reconocido la lealtad de Ebrard y éste, en las últimas entrevistas por televisión, asegura que no quiere romper el pacto y que tiene la gratitud propia de un bien nacido.
En ninguna otra actividad humana la lealtad es más importante que en la política. Pero los dos personajes tienen además razones pragmáticas para mantenerse unidos. La ruptura podría hundir a la izquierda. Quien la provocara se provocaría a sí mismo la muerte política. Es cierto que hoy AMLO está muy bien posicionado. Si dentro de un año resultara el más aventajado, podría ser candidato, pero Marcelo tendría una multitud de oportunidades políticas. Si Marcelo despega y Andrés no mantiene su ventaja, no se empecinaría en ser abanderado en 2012.

Las propuestas de ambos coinciden a pesar de algunos matices en la imagen. Cada uno tiene públicos distintos que podrían multiplicarse al sumarse. Las políticas públicas que puso en marcha AMLO han sido continuadas y mejoradas por Marcelo. El movimiento está creciendo y los esfuerzos del jefe de Gobierno del DF para competir son legítimos. Lo importante es que puedan mantenerse unidos y prosperar rumbo a 2012, porque hay beneficios para todos. Los políticos pueden tener certeza de que van a perder cuando dividen y fragmentan sus fuerzas.

joseaorpin@hotmail.com

Reacción. Hernández.

¿Rumbo a una narcopresidencia?

Jesusa Cervantes



MÉXICO, DF, 15 de octubre (apro).- De acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, “en México se lavan 25 mil millones de dólares al año, esta cantidad nos habla de la capacidad que tiene el crimen organizado para comprar carros, casas, aviones y ahora para involucrarse en campañas electorales, para buscar compromisos con candidatos y posteriormente con diputados, con alcaldes, con senadores, con gobernadores”.

La declaración no es del procurador general de la República, Arturo Chávez Chávez, ni del secretario de Seguridad Pública federal, Genaro García Luna. El personaje que habló sobre el tema, sobre la narcopolítica, fue justamente un diputado federal, el panista José Luis Ovando Patrón, actual presidente de la Comisión de Seguridad Pública.

Por supuesto que se refería al caso del perredista Julio César Godoy Toscano, quien es acusado por la PGR de mantener vínculos con el grupo delictivo La Familia michoacana.

Este viernes, Ovando no descartó que el crimen organizado busque establecer compromisos con políticos, lo que lo llevó a pensar que “ante esta realidad, yo no dudo que en dos años alguna banda de criminales quiera también poner a un Presidente de la República que no le dé la pelea, que no le dé la batalla, que no los combata”.

¿Graves las declaraciones del panista? No. Se tratan de un simple reflejo de lo que ocurre en el país y que muchos niegan: que el narcotráfico ha permeado en los círculos del poder, aunque aún no sabemos en qué grado.

Quizá por eso el mismo diputado del PAN habla de “la necesidad de revisar los discursos políticos, sobre todo aquellos que se oponen al combate del crimen organizado”

Cuando Proceso realizó justo eso, revisar parte del historial de los políticos y de integrantes del Congreso de la Unión, e incluso lo publicó el 12 de junio pasado bajo el título, “El narco en el Congreso”, todos reclamaron el atrevimiento.

La Junta de Coordinación Política, integrada por PRI, PAN, PRD, PT, PVEM, Convergencia y Panal, acusó a la revista de “demeritar” al Congreso de la Unión.

Más todavía, los señalados en Proceso, tanto de PRI como de PAN y PRD, enviaron cartas aclaratorias en las que sostienen que nunca han realizado actividades ilícitas. Incluso se llegó a decir que todo era una estrategia publicitaria para vender más.

Ahora que el propio Congreso se encuentra inmerso en una discusión y análisis de documentos para determinar si uno de sus miembros, si un diputado federal, tiene vínculos o no con el narcotráfico, van más allá y aceptan que el narco puede llegar hasta a imponer gobernadores, e incluso no descartan que en unos años pueda imponer al Presidente de la
República.

Aquel 12 de junio, Proceso en ningún momento acusó a legislador alguno de ser narcotraficante o de tener vínculos con cárteles, sólo se limitó a detallar averiguaciones previas en donde se les mencionaba; en otros casos, cuando se les había mandado llamar para testificar y, en algunos más, cuando incluso han sido amenazados por grupos criminales.

De aquello han pasado apenas cuatro meses y ahora el tema está de nuevo instalado en el Congreso, abordado por sus propios miembros, quienes ahora sí tienen dudas y quieren indagar sobre algunas acciones o discursos de los legisladores.

Desde hace varios sexenios, la relación narco-política ha sido tema en círculos de poder y en medios de información. Sin embargo, pocos casos han llegado hasta los juzgados, como por ejemplo, el del exgobernador de Quintana Roo, Mario Villanueva, quien hoy está preso en Estados Unidos.

Recientemente, el coordinador perredista en la Cámara de Diputados, Alejandro Encinas, aceptó que temas como la narcopolítica o los narcoempresarios ya no son novedosos.

Y es cierto. Ahora, en la lucha por el poder, ante la falta de un control y de alianzas diversas, y entre niveles políticos distintos, hay cabos que han quedado sueltos.

Es difícil pensar qué grupos de narcotraficantes logren tal lavado de dinero, adquieran tantas propiedades, abran tantos negocios lícitos o diversifiquen a tal grado su actividad con el simple poder de las armas.

Sin duda, el poder del Estado, a distintos niveles, ha acudido en su auxilio en algunos momentos, o incluso han convivido juntos por conveniencias mutuas, aunque no necesariamente sean socios.

En el Ejército lo saben, incluso sostienen como hipótesis que los partidos los quieren fuera de las calles en su lucha contra el crimen organizado, pero no porque les interese realmente la protección de los derechos humanos o evitar abusos contra la población civil, sino más bien porque no quieren seguir siendo descubiertos. No quieren que los militares interfieran en sus negociaciones con grupos delictivos.

Hay quien piensa en el sector castrense que los que los políticos no quieren que los militares investiguen y combatan el crimen organizado porque las cabezas a las que han llegado han sido justamente personajes de la política.

Y esté vinculado o no el diputado Julio César Godoy Toscano con el crimen organizado, o se trate de una treta del gobierno calderonista con fuertes impactos mediáticos y manipulaciones de parte de la PGR, la verdad es que el caso ha generado preocupación entre algunos políticos, al grado de que ya buscan revisar la actuación de sus colegas.

Comentarios: mjcervantes@proceso.com.mx