lunes, 29 de noviembre de 2010

“Quiero cuidar el legado de Calderón...” : Roberto Gil Zuarth

Defiende un legado panteonero... ¡ Pobrecito !
Álvaro Delgado



Después de las imposiciones desde Los Pinos de Germán Martínez y César Nava, Felipe Calderón alentó una contienda de cinco candidatos a presidir el PAN que desde el inicio de su gobierno ha cosechado derrota tras derrota. En lo que se convirtió en una carrera parejera entre el diputado Roberto Gil Zuarth y el senador Gustavo Enrique Madero, y cualquiera que sea la decisión de los 381 consejeros nacionales, el 4 de diciembre el ganador será el “calderonismo”. En entrevistas por separado, ambos se presentan como el futuro viable de su partido. En primer término, Gil está puesto para cuidar lo que llama el legado de Calderón.



”¡ no tengo ninguno de los tres pecados capitales de la política: No soy corrupto, no soy tonto y no soy flojo! ¡Le pese a quien le pese! Y precisamente porque son mis fortalezas las voy a hacer públicas y evidentes.”

Habla con vehemencia Roberto Gil Zuarth, quien a sus 33 años pretende convertirse –y jura que lo será– en el presidente más joven del Partido Acción Nacional (PAN), un año menos de los que tenía al llegar al mismo cargo Felipe Calderón, el impulsor de su vertiginoso ascenso político y económico.

Hace cuatro años, Gil Zuarth no tenía coche, poseía un modesto departamento de cien metros cuadrados y era deudor de dos tarjetas de crédito, pero poco después del 1 de diciembre de 2006 compró una camioneta Volvo de 650 mil pesos, una casa de 4 millones en el barrio de lujo de San Ángel Inn y ha vivido en el Club de Golf México y el Pedregal de San Ángel.

Único de los cinco aspirantes a presidir el PAN que ha hecho públicos sus bienes adquiridos con su sueldo de 152 mil pesos mensuales como diputado federal, más 100 mil por “servicios profesionales”, y los 160 mil que cobra su esposa Carla Astrid Humphrey, consejera del Instituto Electoral del Distrito Federal –su patrimonio conjunto en bancos es de casi 3 millones de pesos–, Gil le tiene gratitud a Calderón.

“Yo vivo bien, he tenido un sueldo muy honorable en estos últimos años, con el presidente Calderón, en efecto”, dice Gil, cuya experiencia en el gobierno federal suma año y medio: nueve meses como coordinador de asesores del secretario de la Función Pública, Germán Martínez, y siete como subsecretario de Gobernación con Fernando Gómez Mont.

La diputación federal que ostenta fue por designación directa del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) del PAN, del que era abogado general y presidido por Martínez, quien en los hechos opera, junto a Patricia Flores Elizondo, la controvertida exjefa de la Oficina de la Presidencia, su campaña en busca del voto de los 381 consejeros nacionales.

Completa la triada de promotores clave de la candidatura de Gil el controvertido Jorge Manzanera Quintana, operador electoral de Calderón desde que era presidente del PAN, entre 1996 y 1999, y que le dan el sello “calderonista”, que sólo ha recogido derrotas desde el 2006, particularmente la de 2009, la peor en la historia de ese partido.

Pero Gil Zuarth, quien fue representante ante el Instituto Federal Electoral (IFE), exonera a Calderón y a Martínez de cualquier responsabilidad, porque “las derrotas y las victorias de una organización se explican por muchas más cosas y muchas más variables que la sola acción de los dirigentes”.

Y socializa la culpa: “Todo el panismo tiene que ver con las derrotas del PAN. Nadie puede deslindarse de las derrotas del partido. Somos parte de una organización y tenemos la misma responsabilidad en las derrotas y las victorias”.

–¿Es la misma responsabilidad de un militante que el abogado general del PAN?

–Yo asumo plenamente la responsabilidad que a mí me toca como miembro del CEN en el 2009 y he asumido siempre mi responsabilidad como panista. Las victorias y las derrotas se explican por muchas más cosas que la acción de personas en lo particular.

–Si tu trayectoria te hace parte del problema, ¿cómo puedes ser la solución?

–El problema del partido es que no hemos sembrado la esperanza y la ilusión suficiente, hemos dejado de tener ese empeño, ese impulso, esa vocación. La clave del futuro se escribe en términos de esperanza y sobre todo superando las coyunturas. Un partido que no supera la coyuntura es incapaz de construir futuro. Este partido tiene que empezar a construir futuro. La solución en el PAN somos todos.

Amigo “pero no socio” de Germán Martínez, a quien justifica que sea abogado junto con Fernando Gómez Mont de la familia Coppel –en una de cuyas tiendas de Sinaloa murieron seis trabajadoras que estaban encerradas–, Gil rechaza que su candidatura pueda ser plataforma para negocios particulares.

“¡Es falso! Y quien pueda afirmar que yo he participado o hecho un negocio particular desde los cargos públicos que he desempeñado, le pido y exijo que presente pruebas.”

Niega también ser el candidato oficial de Calderón. “Si el presidente quisiera imponerme como presidente del partido, ¿por qué hay competencia?”, pregunta.

–Por tu vinculación con Calderón y la sujeción que tienes de Germán Martínez, ¿puedes ser capaz de recuperar la autonomía del PAN?

–Tomo mis propias decisiones, tengo mi propia trayectoria y haré mi propio futuro. ¿Cuál evidencia de sujeción? Dime una sola decisión como diputado federal o como subsecretario que haya venido impuesta por las personas a las que tú mencionas.

–Tu jefe era Calderón.

–No sólo es el presidente de la República, es el primer panista, es uno de los panistas más destacados y además le tributo lealtad y aprecio, pero ¿cuál evidencia de sujeción a persona alguna?

–Hiciste tuya la tesis de Martínez del postcalderonismo, que postula que el próximo presidente del PAN debe ser guardaespaldas de Calderón al concluir su gestión.

–Puede ser una convicción. Yo quiero cuidar el legado del presidente Calderón, como voy a cuidar el legado de Vicente Fox. Lo que tú llamas sujeción tal vez puede ser una convicción de defender al partido y este partido postuló a Calderón a la Presidencia de la República y este partido tiene el deber de defenderlo.

–¿Tienes claro que Calderón no admite crítica y sólo valora la incondicionalidad?

–El presidente de la República valora el trabajo, el mérito, como muchos panistas valoramos el trabajo y el mérito.

–Insisto: ¿Serás capaz de recuperar la autonomía del PAN frente a Calderón?

–A partir del 4 de diciembre lo demostraré.

“El poder, ¿para qué?”



En entrevista con el reportero, la noche del sábado 20 de noviembre, y ya sin la impugnación de la senadora Judith Díaz Delgado a sus dos años y medio de militancia, que validó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), Gil Zuarth precisa su lugar de nacimiento, que en declaraciones patrimoniales se dijo que era Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, y Santiago Juxtlahuaca, Oaxaca:

“Soy chiapaneco de nacimiento, hijo de madre chiapaneca, de Villaflores, hijo de padre oaxaqueño, de Santiago Juxtlahuaca. Cuando yo nací, mi padre, que es médico, hacía su servicio social en Santiago Juxtlahuaca y me registraron en Oaxaca. Hace 33 años los registros civiles no funcionaban como hoy y se me registró en esa población, y hubo una que otra omisión.”

De hecho su padre, Roberto Gil Acevedo, fue candidato del PAN a diputado por el distrito XXI con cabecera en Santiago Juxtlahuaca, en 2007. En 1979 sus padres emigraron a Ciudad Juárez, Chihuahua, donde Gil Zuarth vivió hasta 1995 y estuvo cerca del PAN gracias a que sus padres eran amigos del entonces aguerrido Francisco Barrio.

“Íbamos a los mítines de Pancho Barrio en 1983, me tocó hacer sándwiches y tortas para los representantes de casilla cuando no aceptaban alimentos de la autoridad precisamente para que no los enfermaran del estómago”, evoca.

Desde 1995, cuando se inscribió a estudiar derecho en el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), se estableció en la Ciudad de México, donde consiguió una beca y un crédito para estudiar la maestría y el doctorado en España. A su regreso trabajó como asesor del entonces consejero electoral Alonso Lujambio, aspirante presidencial panista.

“Soy de la cultura del mérito, he tenido grandes oportunidades y las he aprovechado”, dice Gil, quien no tiene duda de los problemas que aquejan al PAN: desánimo y desesperanza.

“El partido está desanimado y ha perdido, en buena medida, la esperanza de que puede seguir construyendo un futuro. Y creo que ese es el mayor reto de la próxima dirigencia nacional: animar el partido para ganar el gobierno.”

Gil Zuarth no elude los esquemas clientelares que reproduce el PAN, los fraudes internos y las conductas deshonestas de panistas en sus gobiernos:

“Buena parte de los problemas de acción colectiva que enfrenta el partido es que no tenemos claras nuestras banderas, no tenemos claro qué queremos proponer y no nos hemos contestado a una pregunta fundamental: ¿para qué queremos el poder y para qué queremos aspirar a la Presidencia de la República?”

–¿No se han respondido después de una década de gobierno federal y casi un cuarto de siglo, por ejemplo, en Baja California?

–Después de años en el poder hemos tenido enormes aprendizajes que hay que reconocer y hay que poner a disposición de una nueva idea. La idea de Acción Nacional es una idea trascendente. Lo que tenemos que hacer es renovar nuestro discurso y traducirlo en proposiciones de política pública, que sean cercanas a las realidades de la gente.

“Acción Nacional tiene que construir las nuevas banderas, contestarse a la pregunta: ¿Para qué queremos el gobierno y qué estamos dispuestos a hacer desde el gobierno?”

En su alegato, en el que no hace crítica al gobierno de Calderón, Gil dice que las derrotas del PAN obedecen a que la tarea de gobernar implica costos y también se debe explicar a los ciudadanos el riesgo que implica cambiar.

“Una de las debilidades que ha tenido el PAN en los últimos años es que no hemos explicado contundente y responsablemente cuáles son las ataduras, los atavismos, los resabios del pasado que retrasan e impiden el cambio.”

–¿Culpar al pasado no es una coartada que ya no se justifica?

–¡No! Hay mucho pasado en los privilegios sindicales…

–Pero el PAN se ha coludido para que sigan, como la impunidad de Elba Esther Gordillo y de los líderes petroleros.

–Hay mucho pasado en los privilegios sindicales, hay mucho pasado en las actitudes políticas. Del pasado todavía vienen privilegios, resabios y prejuicios que dañan nuestra política y que impiden ese dinamismo y esa capacidad de transformación.

–En la defensa de privilegios no hay diferencia entre el PRI y el PAN, como los de Televisa.

–No es Acción Nacional quien cultiva esos privilegios.

–Tienes razón. Es el gobierno del PAN.

–¿Y está cultivando algún candidato de Acción Nacional esa empresa? No. El partido tiene que definirse y sus gobiernos tienen que hacer avances. Esa es la tarea fundamental del partido y del gobierno: volver a asumir la bandera del cambio.

Saber perdonar



Aprovechando su juventud, Gil ha convocado a una “renovación generacional” del PAN, sobre todo porque este partido ha alejado a los jóvenes respecto de 2006, cuando representaron 38% de sus votos, que en 2009 cayeron a 28%, pero sobre todo porque para 2012 habrá 30 millones de jóvenes en edad de votar.

“Debemos reconocer que la apuesta electoral de Acción Nacional deben ser los jóvenes”, insiste en su propaganda, aunque esa estrategia no ha sido vista con agrado, especialmente después de que Patricia Elizondo, en su única aparición pública, hizo una declaración que irritó a los panistas veteranos.

“El partido necesita una renovación de una persona joven que tenga miras mucho más lejanas que todos los demás candidatos tienen y son más a corto plazo.”

–¿Abona Patricia Flores a tu candidatura?

–En este partido nadie tiene derecho a trazar la línea entre buenos y malos. Yo no soy un maniqueo, soy un demócrata.

–¿Con la organización El Yunque ya pactaste?

–No he tenido la ocasión ni he tenido el momento ni el espacio ni el contacto para sentarme con ellos.

Más adelante cavila: “No es sano para el partido recrearse en las imposiciones y, sobre todo, pensar que las personas todas somos corruptas y representamos lo que otros son. Yo no creo en eso. Nadie tiene derecho a trazar la línea entre buenos y malos”.

–¿Por qué lo dices?

–Porque creo que eso le está pasando al partido.

–En todo el país las luchas de facciones son encarnizadas.

–Por eso hay que hacer política y sobre todo introducir dos valores en nuestra forma de hacer política: la reconciliación y el perdón. Este partido siempre va a competir internamente. Hay que saber reconciliarnos y hay que saber perdonarnos. l

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