domingo, 7 de noviembre de 2010

IFE que pueda sobrevivir a la peor turbulencia. José Agustín Ortiz Pinchetti


El Despertar

La Cámara de Diputados ha retrasado la elección de tres nuevos consejeros del IFE. ¡Qué bueno! Puede ser un signo de sensatez. Hasta ahora todo parecía enfilado a que los partidos impusieran por cuotas y/o vetos a quienes completarían el consejo. Ojalá la gente que decide (unos cuantos, entre ellos pocos legisladores) pueda considerar ciertos hechos:

Uno. Hay que ver al futuro. El contexto de las elecciones presidenciales en julio de 2012 será más difícil que el actual. Los signos de decadencia han empeorado, pero el deterioro no tiene límites. La inseguridad pública, la mala economía, la corrupción, la inconformidad y la agitación van a aumentar. Sólo instituciones electorales fuertes podrán soportar presiones y sacar adelante el cambio de régimen. De lo contrario, podrá haber ruptura económica y social. Para fortalecer a las instituciones electorales no basta con elegir tres buenos consejeros, pero se puede recomponer el Consejo General y ello sería buen signo.

Dos. Pueden preverse varios escenarios electorales. Una elección dividida en tres partes. Polarización entre dos. O una delantera arrolladora de alguno de los contendientes. En cualquier caso, el IFE deberá emitir un dictamen que sea aceptado por quien pierda y por la población que votó por él. Si el consejo del IFE está controlado por el PAN y por el PRI, su dictamen será sospechoso de parcialidad.
Tres. Si la polarización política y social se magnifica, tendría que reorganizarse todo el aparato electoral, incluidos el IFE, el Trife y la fiscalía electoral. Ello ya sucedió en 1994 y en 1996, ante sendas crisis económicas.

Cuatro. Hay que aprender del pasado. Hay que corregir los criterios para elegir a los consejeros. Deben buscarse personas que tengan suficiente prestigio e independencia para fungir como árbitros. Y lograr su nombramiento con el acuerdo de todas las fuerzas políticas significativas. Eso dio buen resultado en 1994, frente a elecciones muy difíciles, y en 1996, frente a la posibilidad de la alternancia. Hay que desechar el sistema por el cual los consejeros son representantes vergonzantes de los partidos. El desastre de las elecciones de 2006 empezó aplicando ese método en 2003.

El PAN, el PRI y los poderes fácticos deben renunciar al propósito de controlar el aparato electoral y determinar el resultado oficial de los comicios en su favor y “a como dé lugar”. El uso del verbo agandallar podría ser suicida para ellos y destructivo para la nación.

joseaorpin@hotmail.com

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