jueves, 28 de octubre de 2010

Golpe a la maña política. Francisco Rodríguez.


Indice Político

¡GUARDEN SUS GRABADORAS, señores! El Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación ha ratificado que los registros de conversaciones obtenidas de forma subrepticia sirven para el escándalo mediático, pero resultan irrelevantes para impugnar un proceso comicial.

El golpe fue asestado al nefando Miguel Ángel Yunes Linares, quien basó su refutación a las elecciones del anterior primer domingo de julio en Veracruz, donde contendió como candidato a la gubernatura, ya formalmente derrotado por Javier Duarte de Ochoa quien será el próximo mandatario estatal de esa entidad.

Policía y frustrado político –¿o acaso fue que de frustrado político devino en maleado policía?—, el ahora panista ha hecho gala de los peores defectos atribuidos a los genízaros no sólo a partir de su incursión en esas áreas durante el gobierno de Vicente Fox, aún desde antes cuando también fuese derrotado en un distrito electoral de la capital nacional, por la académica Marcela Lombardo. En aquella ocasión, Yunes chantajeó, presionó, violentó y ni aún así consiguió ser diputado federal.

Tampoco será gobernador. Se le ha ido ya el último tren a ese destino.

Ligado a la fuga de Joaquín El Chapo Guzmán –y hay quienes sostienen que aún sirve a este capo de la delincuencia, como “enlace” con altos mandos de la fallida Administración—, Yunes Linares echó toda su carne policiaca al asador electoral y resultó quemado. Hoy, en definitiva, queda ardido.

No sólo porque, una vez más, ha sido derrotado por el actual mandatario Fidel Herrera Beltrán –soberbio, Yunes nunca consideró a Duarte de Ochoa un contrincante de su nivel… y ahí está el resultado: el cordobés lo venció, como antes ya había hecho con otro peón del calderonismo, el futbolista Carlos Hermosillo—, incluso porque la estrategia que “vendió” a Los Pinos, fracasó estrepitosamente.

No funcionaron ni las campañas negras con las que trató de vincular al gobierno fidelista con la organización criminal que hoy se autodenomina cual “la última letra”. No prosperó el espionaje telefónico, al que no nada más sometió a Herrera Beltrán, incluso a los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, quienes hace dos noches le respondieron “la cortesía”. Mucho espionaje, sí, ¡pero valió queso!, parecieron haberle respondido.

Javier Duarte de Ochoa, pues, ya es formalmente el gobernador electo de los veracruzanos. Justo que el Tribunal no sólo haya reconocido su triunfo sino, además, lo haya ratificado. Y es que Duarte se enfrentó a todo el aparato electoral panista manejado desde Los Pinos, a través de prácticamente todas las dependencias de la fallida Administración, pero muy particularmente de la Sedesol. Se plantó, asimismo, ante las sucias y democráticamente retrógradas prácticas de Yunes, y un equipo de ex carceleros y ex policías, cuyos posgrados más lucidores fueron obtenidos en Ceresos y prisiones de dizque máxima seguridad.

Paradójicamente, Duarte también libró a los “asesores”, “imagólogos” y fauna por el estilo que pretendían y decían apoyar su aspiración y, al final de cuentas, resultaron un estorbo. No fue fácil, pero el oriundo de Córdoba se impuso.

Trabajó imparable e incansable durante la campaña. Tuvo contacto con prácticamente todos los veracruzanos. Convenció. Y ahora venció.

Hay, hasta ahora, una suerte de final feliz. Como en los cuentos de Grimm, donde el príncipe va derrotando paulatinamente a la bruja, al ogro y hasta a los enanos que le rodean.

¡Enhorabuena para Veracruz y para los veracruzanos!

Índice Flamígero: También como en los cuentos infantiles, hay una suerte de embeleso en la relación Yunes-Felipe Calderón. Miguel Ángel sigue moviendo el caldero de ese trato entre ambos y, todo así lo indica, conseguirá que uno de sus hijos, quien ahora es todavía alcalde de Boca del Río, encabece al comité del PAN en Veracruz. Y en su momento, ¿el todavía director general del ISSSTE con licencia? heredará a sus hijos no sólo una gran fortuna, amasada principalmente en sus años de carcelero y policía, también sus odios personales. ¿Cuál es el ingrediente secreto que Yunes coloca en el caldero? ¿Acaso información de los cárteles de la droga, ahora que se sabe que el ocupante de Los Pinos pasa las horas y los días frente al monitor de su computadora atendiendo temas de (in)seguridad? ¿Para favorecer a quién? ¿A la fallida Administración? ¿A algún capo bajito de estatura?

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