sábado, 11 de septiembre de 2010

“Para que entiendan” Manuel Bartlett Díaz


“Para que entiendan”
Manuel Bartlett Díaz
Analista político

Distrito Federal– Ejemplo de la retórica falaz presidencial es el drama de Ciudad Juárez. El crimen se multiplica en un tejido social destruido.

El asesinato de jóvenes a quienes el Presidente denigró llamándolos pandilleros, generó indignación juarense y nacional. Para corregir su dislate viajó a Juárez, escuchó a diversos sectores, implantó un programa urgente incluyendo demandas sociales pese a su limitada visión policiaca: “Todos Somos Juárez. Reconstruyamos la Ciudad”. Viajó tres veces, se comprometió, y Juárez está escandalosamente peor.

La participación juarense en el programa evita la simulación. La Universidad Autónoma de Chihuahua aporta estudios. La prensa da seguimiento al programa pese a amenazas criminales y censuras del gobierno federal.

En Juárez, la Facultad de Ciencias Políticas y Ciencias Sociales de la UACH organizó una serie de “Diálogos en el Desierto” para mantener la evaluación del programa y desarrollar su propuesta académica. El foro a nivel de estudiantes revela compromiso, opinión razonada de jóvenes sobre su situación, reclamos de no ser escuchados, carecer de condiciones de desarrollo, repudio a la hipocresía de partidos, políticos y lenguaje falso.

A nivel de investigadores, la evaluación es crítica. Falta vocación y compromiso gubernamental; percepción de que son las corporaciones quienes generan el problema; llegan los federales y se incrementan los delitos, se denuncia, no hay eco. Se criminaliza a priori a las víctimas; 90 por ciento de impunidad, un nuevo sistema de justicia ineficaz. Cierre de negocios incrementa el desempleo, incapacidad para impulsar el desarrollo, fallan las políticas públicas; alto nivel de corrupción. Somos producto del modelo económico. Inexistente la reconstrucción del tejido social; la educación carece de valores superiores; se abandonaron las causas sociales, se ha perdido el nacionalismo, la identidad, los fines del Estado, no somos soberanos, se anula la conciencia cívica, la capacidad de reclamo. El político es chambista, se pierde la vocación de servicio. La población juarense es heterogénea, fragmentada, requiere integración solidaria.

La prensa refleja la crisis de Juárez, el seguimiento del programa Todos Somos Juárez describe su vacuidad. Comenta las limitadas acciones en salud, promesas incumplidas de nuevas clínicas e infraestructura. La incorporación acelerada de 150 mil usuarios al Seguro Popular amenaza colapsar el sistema. El 60 por ciento de los adolescentes ni estudia ni trabaja, riesgo de pandillerismo, drogas y cárteles. El Colegio de la Frontera Norte y la UACH documentan que la mayoría de los jóvenes detenidos provienen de sectores marginados, la segregación incide en la formación de menores infractores. Se ha abandonado en la planeación de Ciudad Juárez, la justicia social.

La ciudadanía reclama: “el simple patrullaje no funciona”; no encuentran cómo denunciar y ser atendidos. El Diario recoge expresiones ciudadanas: “Ya están hartos, señor Presidente. Vuelve el mandatario y todo sigue igual, no avanza ni en seguridad ni en estrategia social”; “los jóvenes están cayendo como moscas”, reclama una joven a Margarita Zavala. Los jóvenes no creen en el gobierno.

Juárez es “la ciudad más violenta del mundo”: asesinatos entre bandas, incendios de negocios, robos de autos, extorsiones, secuestros, crueldad indiscriminada, mujeres, niños, estudiantes, docentes, empresarios. Convivencia social arruinada; economía devastada, corrupción. Pero el Presidente no entiende, no quiere o no puede enfrentar al crimen como empresa integrada a la economía, asociados “operadores políticos” y organizaciones criminales. Es irresponsable afirmar que todo va bien ante una sociedad subyugada. Así, en Ciudad Juárez, la participación de la Academia y de la comunidad es invaluable para construir una respuesta social a la violencia criminal y montar enérgicas exigencias democráticas “para que entiendan”.

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