viernes, 3 de septiembre de 2010

El informe Avelino Soto Ugalde

El informe
Avelino Soto Ugalde
Catedrático |
02-09-2010 | 23:00 | Opinión

Venturosamente llegamos a septiembre. Y es correcto decir venturosamente, porque el alto grado de inseguridad y de violencia que estamos padeciendo no únicamente en la ciudad, sino en todo el país, nos coloca a todos, hombres y mujeres, en el riesgo de perder la vida en cualquier momento.
Salimos a la calle sin la seguridad de regresar sanos y salvos al seno del hogar. Los asaltos en la calle a mano armada, se suceden a diario, incluidas las ejecuciones entre elementos presuntamente implicados en el negocio de las drogas, así como los frecuentes enfrentamientos entre bandas de delincuentes o entre estos y las fuerzas del orden, hechos que pueden en un determinado momento sorprendernos en el lugar y en el momento equivocados.
La guerra que el gobierno de Calderón emprendió contra el crimen organizado, con el señuelo de terminar con las bandas del crimen organizado y del narcotráfico, solamente ha servido para llenar los cementerios de cadáveres. En el 2009, en la ciudad se tramitaron más de dos mil seiscientas defunciones, de esas un alto número fueron jóvenes entre los 18 y 20 años de edad. En este dos mil diez, esa cifra tiende a superarse con creces y con ello, el incremento de problemas sociales a consecuencia del alto número de familias destrozadas. El porcentaje de viudas y huérfanos en la localidad ya es muy elevado, sin que hasta ahora ningún nivel de gobierno hable de una política pública orientada a atender esta problemática.
Calderón, en el informe que leyó fuera del recinto legislativo se refirió con entusiasmo al “triunfo” que va obteniendo en esta guerra, referencia con la cual millones de mexicanos y entre ellos los juarenses, se sintieron ofendidos.
Está visto que se fue a la guerra sin conocer con exactitud lo extendido que estaba el problema del narcotráfico en el país, se pasó por alto que debido a la injusticia imperante, miles de gentes han sido orilladas a enrolarse en el negocio de las drogas, incluidas mujeres y jóvenes.
Por el lado de la economía, la guerra abatió los niveles de empleo y de ingreso en la localidad, hasta el punto en que la gente sobrevive en medio de gravísimas carencias. Miles de gentes de la ciudad han pasado a engrosar las filas de los pobres alimentarios, es decir, aquellos que tienen ingresos insuficientes para adquirir una canasta básica.
Respecto a esto desde el año anterior, el INEGI ya informaba que uno de cada diez hogares mexicanos deja de comer un día a la semana por falta de recursos.
El programa “Todos Somos Juárez , Reconstruyamos la Ciudad “ está visto que no cumplió con los objetivos que anunció la administración calderonista: el problema de los miles de vehículos irregulares que circulan en la ciudad, permanece sin solución de fondo. Pero lo que es mas grave, la atención del empleo y de la educación de nuestra juventud, casi está intocado.
Para solucionar la problemática de la educación de la juventud de nuestra ciudad, y sustraerla de las filas de los “ninis”, no es suficiente con la construcción de edificios escolares y dotarlos de maestros.
Con hambre las letras no entran.
La baja registrada en la inscripción de escuelas tanto públicas como privadas, y de distintos niveles en el ciclo escolar que acaba de iniciarse, no tiene otra explicación que las carencias que están padeciendo miles de familias de la localidad a causa del desempleo.
Es urgente que se instrumenten una serie de apoyos para toda la niñez y la juventud: de alimentos, de material escolar, de transporte, de becas económicas que estimulen el interés por el estudio, así como mayores apoyos financieros a las instituciones de educación superior. Esta guerra no se puede ganar exclusivamente con balas.
Para ello es necesario poner un alto a los despilfarros administrativos, los gobernantes de todos los niveles deben “apretarse el cinturón”, primordialmente en lo referente a salarios, comidas, bonos, celulares y otros gastos; disminuir el gasto corriente.
Por ejemplo, esto no debe continuar: en el 2009, los 500 diputados federales le costaron al país, cerca de los 7 mil quinientos millones de pesos; ellos solos se llevaron casi todo el presupuesto de ese año que fue de 9 mil 405 millones de pesos para el legislativo. Sin incluir los salarios de los 128 senadores.
Frente al elevado porcentaje del pueblo que está careciendo hasta de lo indispensable, es ofensivo, es una provocación, estar llevando una vida de lujos con cargo al erario público.
Es un hecho que este informe de gobierno como todos, estará lleno de cifras alegres, mismas que ningún mexicano está condiciones de corroborar que las obras materiales y logros sociales sean una realidad.
Por de pronto, nuestra ciudad, sigue esperando que se cumpla a cabalidad con que “Todos Somos Juárez”.

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