martes, 7 de septiembre de 2010

Carta a los juarenses

Carta a los juarenses
Sergio Conde Varela
Abogado

Sé que todos los que somos de esta frontera por nacimiento o por adopción, estamos asustados, apanicados desde hace mucho tiempo.

Nuestras calles se han convertido en ríos de sangre y la mayoría de las familias no saben qué hacer pues hasta el día de hoy, me atrevo a decir que el ciudadano común no sabe el tipo de guerra anunciada con muchas palabras por el Jefe del Ejecutivo nacional.

Juárez, nuestra amada ciudad cada día se despierta con la estadística de la muerte, miles de muertos en este 2010, igual que el año anterior y el anterior al anterior. Y resulta que el tsunami de la muerte no se detiene, acompañado de los secuestros, de los robos con violencia, de los asaltos a mano armada, de los llamados anglosajonamente “carjackings”, del rompimiento total y absoluto del estado de derecho y encima de ello, todavía nos viene a decir el ex alcalde de Palermo Italia, que necesitamos tener valor civil para terminar con el flagelo que nos agobia, nos inquieta y desespera.

Con la famosa reforma penal, poco se ha avanzado. A quienes nos opusimos a ella en El Diario y en los medios televisivos, fuimos objeto de una andanada de argumentos oficialistas, sostenidos por personajes que habían venido de Argentina, Chile y España, ¡claro está cobrando muy buenos emolumentos con cargo al presupuesto chihuahuense.

Se pensaba que la reforma de marras sería la panacea para ponerle fin a un sinnúmero de problemas, porque se apoyaba en los famosos juicios orales tan conocidos en los países anglosajones, pero lamentablemente no fue así. Hoy muchos juarenses lloran las injusticias derivadas de la reforma anotada y nadie mueve ni un dedo para que esto termine.

¿Cómo? Nos preguntamos los fronterizos, pasan y pasan los días y la indolencia oficial es brutal, por más que se deje caer una andanada de propaganda gubernamental anunciando triunfos que nadie vemos, Y no los vemos porque hay muchos juarenses a quienes les ha sido arrebatado su patrimonio, han perdido la vida, han dejado sus negocios, 6 mil según dicen las fuentes oficiales; más de 50 mil han dejado la ciudad y se han ido al extranjero, todos de productividad muy marcada.

Las barricadas en diferentes fraccionamientos son notorias con enormes pedruscos tratando de impedir el tránsito y la mayoría de las familias entre el azoro y el coraje se quejan de que las cosas no cambian con el olvido notorio de los niveles de gobierno.

Los estudiantes también han sido violentados en sus espacios, han caído alumnos y maestros y hasta el abogado Rodolfo Acosta, rector universitario, fue privado de la vida, con la consabida manifestación de alumnos y maestros que levantaron su voz de duelo y de exigencia por tan notoria ausencia de una gente de trabajo.

Los de estas tierras pensamos que todo esto ha traído una prosperidad manifiesta a la vecina ciudad. Los jóvenes que tienen visa prefieren trasladarse a El Paso para vivir momentos de paz y de diversión sana, cuando hace años las cosas caminaban al revés entre las dos fronteras.

Las voces que se han levantado contra este estado de sitio, han sido aisladas y poco son tomadas en cuenta por quienes detentan el poder público. Muchas promesas se han hecho pero pocas se han cumplido y francamente falta muy poco para que los acontecimientos rebasen los parámetros tradicionales para resolver problemas, porque se han visto que en la práctica poco han servido.

Sólo un camino le están dejando a los juarenses: voltear hacia Dios y pedir que intervenga porque poco a poco la estructura social, económica y humana se está desmoronando, después de tantos años de esfuerzos, trabajos y voluntad para seguir adelante por quienes nos ha tocado vivir en estas tierras, buscando un mejor porvenir.

Estamos entrando a un tiempo de las grandes transformaciones, eso lo sabemos ciertamente los juarenses y tendremos que participar en ellas, para el bien de todos, de nuestra familias, de nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos. Al tiempo.

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