sábado, 14 de agosto de 2010

Guanajuato: ¿haremos fiesta en la cárcel?

Desfiladero


Jaime Avilés
Son datos de la Secretaría de Salud (Ssa): cada seis horas ocurre en México una muerte materna”, léase, el fallecimiento de una mujer embarazada en cualquier etapa de la gestación, o durante el parto, o hasta 42 días después de dar a luz. Esto significa mil 760 defunciones de esta índole “por la causa que sea”. En 2008, por cada 100 mil nacimientos, perecieron 56 mujeres, mientras en Canadá perdían la vida siete.

Aparte de la miseria, la desnutrición y la falta de atención en salud reproductiva, uno de los factores principales de la muerte materna es el elevado número de cesáreas que se practican en el país. ¿Por qué? Porque en vez de esperar a que el cuello del útero se dilate por completo y el bebé sea expulsado por la vía natural, los médicos despachan a las parturientas del modo más rápido posible, ante el déficit de camas y cunas que hay en los hospitales públicos. Por desgracia, cuando se trata de campesinas, o de mujeres urbanas que viven en condiciones de grave insalubridad, a veces la herida se infecta y provoca el deceso.

Por razones similares, en enero de 2009, México tenía un promedio de 18.5 niños muertos por cada 100 que nacían vivos, lo que según el Indice Mundial de la CIA (está en Internet: CIA World Factbook), nos situaba en el lugar 112 de una tabla de 221 países, de los cuales el campeón era Angola, con 180 niños muertos por cada mil nacidos vivos, y le seguían Sierra Leona con 154 y Afganistán con 151.

En América, los países con tasa de mortalidad infantil más alta que la nuestra el año pasado eran: Haití, con 59 por cada mil; Bolivia, 44; Perú, 29; Guatemala, 27; Nicaragua, 25; Paraguay y Honduras, 24; Brasil, 22; Venezuela y El Salvador, 21; Ecuador, 20, y Colombia, 18.9, sólo cuatro décimas arriba de nosotros, mientras por debajo se ubicaban Panamá con 12.6, Argentina, 11.4; Uruguay, 11.3; Costa Rica, 8.7; Puerto Rico, 8.4; Chile, 7.1; Estados Unidos, 6.2; Cuba, 5.8, y Canadá, 5.

Resumiendo: en 2008, por cada 100 mil nacimientos, en Canadá murieron 7 mujeres y en México 56, y de cada mil niños nacidos vivos, en Canadá fallecieron 5 y aquí 18. ¿A qué viene esto? Durante la Cumbre del Milenio, que en septiembre de 2000 reunió en la ONU a gobernantes de 189 países, éstos se comprometieron a lograr ocho objetivos en materia de desarrollo antes de 2015.

Las “metas del milenio”, como se les conoce, son: 1, erradicar la pobreza extrema; 2, educación primaria universal; 3, promover la igualdad de hombres y mujeres; 4, reducir la mortalidad infantil; 5, mejorar la salud materna; 6, combatir el sida y otras pandemias; 7, asegurar la sustentabilidad del medio ambiente; y 8, desarrollar asociaciones globales.

Alguien –dicen por ahí– que se ha tomado muy en serio estos compromisos dentro de la sanguinaria caricatura llamada “gobierno de Felipe Calderón”, es el secretario de Salud, José Angel Córdova Villalobos, médico originario de Guanajuato, estado en donde ahora mismo hay seis mujeres presas, y sentenciadas a más de 25 años de cárcel, acusadas de “homicidio” por el “delito” de abortar. Pero Guanajuato tiene uno de los más altos índices del país en muerte materna y mortalidad infantil, entre otras razones, porque las cesáreas en los hospitales públicos de la entidad aumentaron “34 por ciento, entre 2000 y 2005”, explica la doctora María Ethel Rivera Torres, especialista de la Ssa.

¿Cuál es una de las razones principales de que en México haya tantas muertes de madres y niños, y tantos abortos, espontáneos o no? Obvio: los embarazos no deseados. Para la Ssa, en México “los jóvenes inician su vida sexual entre los 15 y los 16 años de edad”, y, según estadísticas de esa dependencia, en 2006 de cada 100 embarazos registrados, 21 fueron de menores de 20 años. De las seis mujeres presas por abortar en Guanajuato, cinco tenían 18 años cuando quedaron encintas.

Para Marco Antonio Olaya, director de Planificación Familiar del Centro de Equidad y Género de la Ssa, “el riesgo de muerte en adolescentes embarazadas es 1.2 veces mayor que en las adultas”, además, “de 30 a 60 por ciento de los embarazos no deseados terminan en abortos inducidos, y las adolescentes representan 3.17 por ciento de las muertes maternas” en el país. Para enfrentar este problema, Uruguay inventó en 2003 el Día Nacional para la Prevención del Embarazo No Deseado”. Ecuador y Costa Rica lo adoptaron en 2007, Venezuela en 2009. ¿Y México?
Para alcanzar las metas del milenio, al menos las tocantes a la salud (igualdad de hombres y mujeres; reducir mortalidad infantil y muertes maternas, y combatir el sida), debemos, primero, bajar drásticamente el número de embarazos no deseados, proporcionando educación sexual libre, universal y científica a todos los jóvenes desde los 12 años de edad. La cámara Phantom de Televisa ayudaría mucho al respecto

Segundo, disminuir la tasa de cesáreas, fomentando la capacitación de parteras, que amplíen y mejoren los servicios de los hospitales públicos. Tercero, derogar las leyes que criminalizan el aborto en 17 estados de la República e integrar una lista de todas las mujeres que hoy están presas o sujetas a proceso penal por abortar fuera de Guanajuato. Y cuatro, seguir luchando hasta obtener la libertad, cada vez más cercana, de María Araceli Camargo Juárez, Yolanda Martínez Montoya, Ofelia Frías, Ana Rosa Padrón, Susana Dueñas y Liliana Moreno, condenadas por el Yunque a permanecer tras las rejas hasta algún día de 2035, por la mañana o por la tarde.

¿Cómo va el muy guanajuatense doctor Córdova Villalobos a “promover la igualdad de hombres y mujeres”, si Araceli, Yolanda, Ofelia, Ana Rosa, Susana y Liliana están presas por ser mujeres, por ser pobres, por no haber contado jamás con asesoría médica y carecer de defensores legales?

Ante la monstruosa naturaleza de este asunto, que La Jornada viene denunciando hace más de un año con sus editores, sus reporteros, sus dibujantes, sus analistas y, sobretodo, con su inmenso y combativo público, las muestras de solidaridad para con las jóvenes campesinas son cada vez más grandes –por ejemplo, los mayores cineastas mexicanos externaron anteayer su indignada protesta; hombres y mujeres escriben a diario para ofrecer dinero, imprimir volantes y camisetas o hacer pintas callejeras; el Desfiladero del sábado pasado fue traducido por lectores amigos al inglés, italiano y alemán, y pronto estará disponible en francés y holandés, pero urgen voluntarios que lo trasvasen al japonés, para que la canallada sea conocida también en Asia–, y siguen llegando propuestas y más propuestas para acelerar la liberación de las seis muchachas inocentes e impedir que caigan otras.

De todas las iniciativas recibidas, destacan algunas como estas: que Eduardo Galeano, Silvio Rodríguez y Manu Chao escriban al gobierno de Guanajuato para exigir la inmediata excarcelación de las seis; que Daniel Giménez-Cacho, Gael García, Diego Luna, Damián Alcázar, Bruno Bichir y Jorge Zárate adopten cada quien a una y la visite en el Cereso de Puentecillas, o en el de Valle de Santiago, donde se encuentra Liliana Moreno, para decirle que no está sola; que músicos, poetas y creadores plásticos y escénicos participen en un festival artístico, organizado por la sociedad civil, el domingo 26 de septiembre dentro de Puentecillas, para proclamar el Día de la Prevención del Embarazo no Deseado, que también se celebrará en otros países latinoamericanos.

Y por lo pronto, quienes deseen comunicarse con el gobernador Oliva Ramírez para felicitarlo por su trabajo o ayudarlo a salir de este problema, que no dejará de crecer en sus manos a medida que se acerque el arribo a Guanajuato de todos los presidentes que acompañarán a Calderón a la pachanga del bicentenario, ya está a su alcance la página www.tupuedessalvartuvida.org, creada en honor de las presas por aborto, que según el Yunque no existen.

jamastu@gmail.com

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