jueves, 19 de agosto de 2010

Crisis de confianza

Sergio Conde Varela
Abogado

Se celebró en días pasados en la capital de la república el Congreso Internacional de Derecho Electoral y Democracia. Dentro del evento se trataron diversos temas entre los cuales destacó uno relacionado con nuestro país referido a la calidad de la democracia y de los gobernantes. El Coordinador residente de la ONU acreditado en nuestra tierra Magdy Martínez Soliman dijo que los ciudadanos mexicanos desconfían tanto de la cantada y huidiza democracia, como de los gobernantes, lo cual muestra la tendencia de que vivimos en una crisis de confianza.

En efecto, se prometió empleo en la campaña presidencial del 2006 y no se cumplió la tal promesa. Se motivó para que se votara diciendo que se aumentaría el nivel de vida y éste brilla por su ausencia. Se dijo que el gobierno se comprometía a decretar impuestos justos y hay miles de amparos en contra del IETU y otras cuotas impositivas a todas luces injustas. Se levantó la voz para decirle al pueblo que la seguridad sería promesa y acto y hoy más de 28 mil muertos aceptados oficialmente, son la prueba de que el país está ensangrentado. También los ataques a la seguridad personal, al patrimonio, al comercio establecido, a la libertad de tránsito son hechos que ponen de relieve que la ley ha sido violada.

Aquí en nuestra frontera, poco a poco ha ido en aumento la desconfianza por los hechos que se han dado y las promesas que se han hecho desde febrero del corriente y que el dejo, la irresponsabilidad y la falta de sensibilidad social del gobierno en sus tres niveles ha contribuido a que la estructura comunitaria se encuentre entre el azoro y el pánico manifiesto.

Lo que ha sucedido en estos años nos impulsa a revisar el sistema que los coros de los neoliberales y globalizadores levantaban para hacer que triunfaran en las elecciones los partidarios de la tesis de que el mercado es quien regula de manera sabia los procesos sociales y que la seguridad era una garantía respetada por quienes creían a ojos cerrados en esas tesis. Hoy México entero proclama un rotundo “mentís” a las mismas. La falta de oficio político, la ausencia de destrezas apropiadas para utilizar medidas avanzadas de administración pública y el valor para ponerlas por práctica, ha hecho que la desconfianza haya crecido en índices alarmantes.

Pasan los días y los meses y las promesas de solución a las necesidades públicas en especial en el campo delincuencial no se han cumplido. Hemos presenciado hechos bochornosos como el caso de los policías federales que argumentando corruptelas y actos delictivos de sus jefes se les echaron encima con una violencia manifiesta y originaron que más de 240 elementos fueran enviados por la vía aérea a la capital del país. Los juarenses en lugar de respeto a ese cuerpo le manifiestan temor y desconfianza absoluta y eso es muy lamentable, porque los cuerpos de seguridad deben ser los protectores del pueblo y si eso se da, indudablemente que el pueblo responderá de manera positiva, porque para eso se pagan los impuestos tan elevados.

Es desesperante que la inactividad oficial, caracterice a la comisión de tantos atropellos. Los valores que se supone que deben observar los servidores públicos francamente no tienen vigencia y nadie sabe la razón de esa omisión.

Los tiempos que vivimos exigen que no se viva una doble moral, Por una parte, las declaraciones mediáticas de los encargados gubernamentales que dicen una cosa y la realidad lacerante que dice otra completamente diferente. Un ejemplo de esto, es la noticia de uno de los voceros de la Policía Federal que dijo sin rubor alguno que los homicidios en Juárez iban a la baja y las estadísticas de todos los medios y de las mismas autoridades dicen otra cosa. Precisamente por este tipo de cosas nace la desconfianza y es difícil que se desarraigue. Así las cosas…

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