lunes, 2 de agosto de 2010

Astillero

Astillero
Estilo García Luna
Reaparición protagónica
Fundado descreimiento
Medios: coopelan o cuello
Julio Hernández López


Resultó altamente favorable para el calderonismo el desenlace del episodio de los periodistas secuestrados en el contexto de la crisis carcelaria y electoral de Durango. Con rapidez y eficacia que contrastan vivamente con el enorme cúmulo de desatendidos expedientes similares que hay en el país, el vicepresidente policial, Genaro García Luna, entregó escenográficas y discursivas cuentas que son venturosas por cuanto se obtuvo la libertad y se conservó la vida de dos de los cuatro trabajadores de la comunicación social que habían sido retenidos para forzar difusiones televisivas (de los cuatro originalmente tomados, dos ya habían sido soltados por sus captores: el enviado de Televisa a La Laguna, el jueves; un reportero de un diario vespertino local, desde el martes).
Pero la reaparición protagónica del secretario federal de Seguridad Pública dejó cabos operativos sueltos que generaron suspicacias, como el hecho de que los plagiarios hubieran huido de una “casa de seguridad” a pesar de los emplazamientos tácticos que incluyeron un “cinturón” de policías federales. Galardonado al más alto nivel político en Francia por sus habilidades de montaje en el caso de Florence Cassez (“recreado” para la misma Televisa un día después de su producción original), el secretario García Luna inoculó al episodio de los reporteros secuestrados el virus de la fundada desconfianza que suele acompañarle en expediciones mediáticas como la de este sábado, coronada visualmente con la exhibición de un helicóptero artillado tras los declarantes, colmada de referencias generosas a su propio trabajo, engarzada políticamente a la “exigencia” del secretario de Gobernación –hecha unas horas atrás– para que se liberara “de inmediato” a los reporteros y explotada ampliamente en términos propagandísticos para tratar de demostrar, por sonada excepción, que el gobierno federal “cumple”.
Esta vez, además, el titular federal de la SPP, acompañado por tres de sus colaboradores más cercanos (para subrayar que el éxito era absolutamente suyo) y de los dos camarógrafos liberados, aprovechó la oportunidad para colocar sobre la mesa dos tesis políticas de amplio alcance: la primera proclama la necesidad de que los medios masivos de comunicación actúen unidos entre sí y luego traduzcan ese ánimo en una relación fusionada con el gobierno federal ante el flujo de violencia que se deriva de la “guerra” en contra del narcotráfico. En una variante del precepto sexenal del “coopelan o cuello”, el calderonismo impulsa así una idea de uniformidad informativa y “autocontención” que, de no ser “acordadas”, pondrían en riesgo a quienes no se alinearan a esos trazos de “periodismo patriótico”, y dejarían a las previsoras autoridades sin responsabilidad ante eventuales agravios a periodistas descarriados. La otra tesis, ya esbozada meses atrás, es la de establecer una “política de Estado” en materia de guerra contra el narcotráfico, lo que en términos prácticos significa que el calderonismo pretende blindar con sentido transexenal su “política” de combate a algunos empresarios de las drogas, inclusive dando temporalidades extendidas a ciertos funcionarios como, por ejemplo, el propio García Luna.
El uso de periodistas como rehenes para canjearlos por la difusión de material informativo generó preocupación y solidaridad que esta columna comparte y practica, sobre todo en cuanto la afectación directa se dio, como en la gran mayoría de los otros casos, en el segmento de los trabajadores de la comunicación, de los periodistas de a pie, y en el ámbito geográfico aún más desprotegido que es el de quienes ejercen el periodismo fuera de la ciudad de México. En esas franjas, ajenas a las elites, diariamente se producen en todo el país ofensas y agresiones por parte del poder dominante, es decir, de los políticos cada vez más insensibles y altaneros, y de los narcotraficantes, con cargo público o sin él, que a unos corrompen, a otros usan, y en general amenazan, persiguen y “castigan” a un gremio desprotegido.
Puntualizado así el respeto de este tecleador a sus compañeros periodistas, sumado al beneplácito porque los secuestrados ya están en casa, y teniendo en claro que el plagio fue un hecho absolutamente real, traumático y repudiable, ha de decirse aquí que el manejo dado a este asunto por el gobierno federal lo dejó lastimado por un tufo a negociación en las cúpulas y de aprovechamiento político para colocar aún más cerca de las posiciones bélicas gubernamentales a las empresas de periodismo electrónico e impreso involucradas, en particular, y al periodismo en general. Al escepticismo generalizado respecto de la nueva premier de GLuna Productions se suma el que el calderonismo mantiene una guerra poselectoral contra Ismael Hernández Deras, el gobernador priísta que a la mala doblegó formalmente al ex priísta José Rosas Aispuro, postulado por una alianza perreánica. Durango –junto con Hidalgo y Veracruz– está a la espera de las resoluciones que sobre irregularidades han denunciado los opositores, mismas que que podrían revertir números, en el primer caso, o anular los procesos, en los restantes. Ya aquí se ha denunciado la existencia de una especie de ruta de conflictos, que se va trazando conforme a intereses electorales del calderonismo y que suele coincidir con tragedias, revelaciones y estremecimientos sociales y políticos.
Las suspicacias también son abonadas al ver al gigante de la comunicación televisiva convertido en presunto guerrero protector de libertades y derechos cuando, por su naturaleza e intereses, Televisa ha sido fiel soldado defensor de los intereses y estructuras que hoy, desbordados y fallidos, provocan daños rápidamente utilizados para reconversiones de oportunidad.
Y, mientras el cuerpo de Ignacio Coronel pasa al catálogo colectivo del descreimiento galopante, y la Guardia Nacional gringa se va colocando en la frontera, ¡hasta mañana, con los pilotos y sobrecargos de Mexicana defendiendo su trabajo!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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