lunes, 12 de julio de 2010

Xóchitl Gálvez estuvo a punto de ganar la gubernatura en Hidalgo, pero la traición dentro del PRD la derrotó.



La contienda con más espectacularidad por la disparidad de fuerzas y experiencias de todas donde se pusieron en juego gubernaturas el 4 de julio, fue en Hidalgo. La candidata de la alianza PAN-PRD, Xóchitl Gálvez, pese a sus errores en el control centralizado de la campaña, realizó un trabajo tan intenso -terminaba a la una o dos de la mañana y reiniciaba a las seis-, con una actitud sin pena alguna con nadie que le fue abriendo puertas entre el electorado, que terminó cinco puntos abajo de su adversario Francisco Olvera. "Pero pudo haber ganado Xòchitl", afirma una persona que estuvo cerca de ella en la campaña. Los puntos porcentuales que le faltaron se dieron con una votación inesperadamente negativa en zonas perredistas. Gálvez, paradójicamente, le había entregado la mayor parte de los recursos de su campaña al PRD, por la vía del delegado perredista en el estado, Jesús Zambrano, porque tenían mucho mayor control territorial que el PAN. Lo que no contaba Gálvez era el mercenarismo de varios perredistas, que entregaron las zonas al PRI. El equipo de la candidata tiene los nombres de los perredistas que la abandonaron en vísperas de la elección, sin movilización ni representantes en casillas donde perdió y ganó el PRI, pese a que el comportamiento histórico de esas casillas era inverso. Pero no tienen las pruebas documentales para acusarlos. En el PRD han hecho mutis sobre la debilidad de carácter de sus cuadros en Hidalgo, con quienes tuvieron problemas desde el principio, que terminaron beneficiando al PRI.

Se le dijo a Xochitl que los chuchos no son el prd asi que lo comprobó.

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