martes, 13 de julio de 2010

Astillero

Capos y caciques
La nueva democracia
¿Por quién votó el Cártel?
Sin esperanzas en Cué
Julio Hernández López


El cuento del súbito amanecer democrático de México se cae Dia a Dia. La cruda realidad de capos, caciques y priísmo en riña consigo mismo emerge con claridad como explicación de los “triunfos” perreánicos, a pesar de intentos tan melosos como forzados que han hecho algunos de los promotores de esas alianzas de engaño.
Por ejemplo, Manuel Camacho, el comandante en jefe de la estrategia aliancista, ha asegurado en un artículo en El Universal que el pasado 4 de julio se dio un “despertar ciudadano sólo comparable al de los mejores momentos de la lucha democrática”. Titulado “¿Cómo se ganó?”, el texto explica en http://bit.ly/axqKtG que “el despertar ciudadano no se dio en el vacío. No ocurrió en virtud de una definición ideológica. Empezó a volverse efervescente cuando los ciudadanos percibieron que los políticos estaban haciendo bien su trabajo y que eso abría posibilidades de triunfo”. Según el coordinador del Diálogo para la Reconstrucción de México (Dia), lo que se demostró en las pasadas elecciones fue que “una combinación –de políticos responsables que trabajan en equipo y la efervescencia ciudadana– sí es capaz de vencer a las más poderosas maquinarias. Eso es una buena noticia”.
Periodismo conocedor no solamente de lo que es una buena noticia sino, además, de lo que hay detrás de las apariencias, el semanario Riodoce –cuyas oficinas han sabido lo que es el envío de granadas de advertencia, sin que se haya castigado a nadie por esa amenaza– se pregunta en la portada de su más reciente número, disponible en http://bit.ly/cKXTpL “¿Por quién votó el Cártel?”, con el título principal que es una forma de respuesta: “El espaldarazo”. Allí se habla de los “narcovotos para el ‘cambio’”. Según la publicación, hecha por periodistas que se juegan la vida cumpliendo con el oficio, “desde mediados de abril había corrido el rumor de que el cártel de Sinaloa se sentía traicionado por Jesús Vizcarra (el candidato del PRI a la sucesión) y que por ello había decidido apoyar a Malova”.
Firmada por la “Redacción”, la nota menciona: “El run run corría no sólo en Culiacán, sino ahí donde el cártel tuviera influencia. De la sierra bajaba el mismo ruido: ‘El Señor ya dio la orden de que votáramos por Malova’. Otros tenían una encomienda más: promover el voto, llevar a la gente a las urnas, asegurarse de que todos (…) salieran a votar. –¿Y cómo le van a hacer– se les preguntó a algunos. –Con dinerito, dinerito…” Concluye Riodoce: “Con todo esto se descubre una de las grandes paradojas del 4 de julio: los electores rechazan a Vizcarra por ser compadre de Ismael El Mayo Zambada, y al mismo tiempo el narcotráfico promueve el voto en favor de Malova. Fueron dos maquinarias las que se movilizaron ese domingo, las dos con las mismas armas y las mismas mañas. Y el que tuvo más saliva tragó más pinole (…) ¿Concibió la coalición, El cambio es ahora por Sinaloa, una red ciudadana más grande que ésta?”
Respecto a Oaxaca, Gustavo Esteva, en La Jornada, explicó que “Contra todas las apariencias, la gente no votó por Gabino Cué ni puso en él sus esperanzas. Salió de nuevo a la calle para terminar una de las tareas que dejó pendientes en 2006”. Titulado “Quesillo electoral”, Esteva plantea en http://bit.ly/bNlJ7s que “la coalición contra natura que postuló a Cué no podía hacerlo en nombre de una ideología, un programa o una plataforma. No era por algo, sino contra algo; así se constituyó. Consiguió su propósito… pero no podrá llegar más lejos”. En realidad, “muchos electores votaron con incomodidad, contra sus convicciones más profundas, como una táctica de lucha que nada tiene que ver con la democracia formal. Seguirán ejerciendo su propio poder, para la transformación de Oaxaca. Muy pocos ponen sus esperanzas en el nuevo gobernador”.
En Puebla se viven situaciones similares. La jefa máxima del SNTE, Elba Esther Gordillo, ha ganado la gubernatura a través de Rafael Moreno Valle, su ahijado político que corona la cosecha de este año que aportó a la cacique sindical más plazas de poder y más presupuestos estatales y municipales a su servicio. Sinaloa, Oaxaca y Puebla como ejemplo del ilusionismo del cambio político mediante maromas electorales y alternancia de siglas. En otros lugares también se usa la fraseología democrática para alimentar presuntas epopeyas cívicas: en Hidalgo, el foxismo derrotado por el arcaico cacicazgo priísta local trata de construir un pedestal heroico para Xóchitl Gálvez, como en Veracruz la teatralidad de la oposición es representada por el antitético Miguel Ángel Yunes, o en Durango la guerra de cárteles es disfrazada de batalla cívica en el caso del hasta ahora formalmente perdedor.
Desde las cúpulas y con respaldo mediático abundante se pretende instaurar la tesis de que los comicios recientes confirmaron la viabilidad electoral y permiten sostener la esperanza de que se produzcan procesos límpidos en los pantanos y virtuosos vuelos cívicos entre tormentas. No importan las evidencias de que tan sólo se dieron ajustes de cuentas entre bandas dedicadas a los mismos negocios oscuros, y que no ganaron nada de verdad ni el PAN ni el PRD, más que apariencias y material para discursos. Lo importante para el sistema es afianzar la zanahoria electoral y concentrar el sentido actual de la competencia en la pareja provisional que forman el sol azteca y la franja blanquiazul, a reserva de que en el tramo final de la contienda arreglada (en 2012) aparezcan reconciliados el PRI y el PAN en el propósito mayor que les significa mantener el poder real entre ellos, dejando en el camino a sus tontos electorales útiles.
Y, mientras el Canal Once es convertido en Canal Bucareli, para sumarlo al arsenal electoral faccioso de Calderón, y Gómez-Mont dice que seguirá en el cargo “mientras sirva”, y los Legionarios tratan de poner buena cara a la intervención papal, ¡hasta mañana, con Fidel en pleno control de la política local e intercambiando puntos negativos por replanteamientos externos (Castro, desde luego, no Herrera)!
Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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