martes, 11 de mayo de 2010

Es la tv, estúpidos

Bucareli
Jacobo Zabludovsky


10 mayo 2010

“¿Y si se aparece Peña Nieto?”.

El pánico bajó de la montaña como una cabra arisca y estremeció las ánimas tranquilas de Los Pinos. “Ese canijo, dijo la voz, está en todas partes. Acuérdense cómo llegó a la foto con el Papa en el Vaticano y a la del apretón de manos con Shimon Peres en Jerusalén. Lo retrataron repartiendo juguetes en Haití, dándoles agua a las que parían en Chile y apadrinado gays en su boda. No nos vaya a madrugar a la hora de la hora”. La hora a la que la voz se refería era la de la inauguración del mundial de futbol que todo el mundo estará viendo. “Y eso va a ser el 11 de junio —dijo otra voz, no la voz sino otra voz— y tenemos elecciones tres semanas después, el 4 de julio. Ese tipo es capaz de presentarse en el estadio”. Unos segundos de silencio congelaron los pensamientos, según lo hacía para acentuar el dramatismo María Tereza Montoya en La Malquerida de Jacinto Benavente. “Acuérdense —dijo la voz de un sobresaliente— la suerte que tuvo Demetrio Sodi que por puritita casualidad fue entrevistado en una final de campeonato y así se hizo delegado en la Miguel Hidalgo. No me extrañaría que Enrique Bermúdez se lo topara por sorpresa y le hiciera una entrevista. “Ah, caray”, dijo la voz y sus oyentes comprendieron a qué profundidad navegaban las ideas. “A ver qué se les ocurre”, dijo la voz.

“Tiene usted que ir —dijo la otra voz— porque en una de esas hasta Marcelo nos juega chueco y se presenta vestido de aguador de la selección. No me extrañaría que ya tengan sus boletos. Usted debe estar ahí”.

No se lo tuvieron que decir dos veces, se le quemaban las habas por ir. “Lo bueno —dijo la voz— es que no tenemos problemas en México; de aquí a junio Fernando acaba la guerra y nos podemos ir tranquilos. Pero no van a faltar criticones, inventen algo para anticiparnos a ellos”. “Hagamos una consulta popular por internet” —dijo la otra voz. “Siempre hemos hecho lo que queremos sin consultar a nadie”, dijo la voz. “Precisamente por eso causará impacto, se verá como una actitud democrática, legitimará su viaje” —dijo el sobresaliente. “Buena idea”, dijo la voz. “Además usted, su señora y sus hijos reflejarán al mundo el bienestar de la vida en México”, dijo el sobresaliente. “Sí —dijo la voz— y verán que no tengo miedo de estar entre la multitud en un estadio”. “Y le aplaudirán cuando lo mencionen en el sonido local. Ahí el público no es malcriado como el de los toros”. “Y qué tal si gana nuestro equipo”, dijo la otra voz. “Sería la cereza del pastel”, dijo la voz. “¿Y si pierde?”, preguntó el sobresaliente. “Nosotros de todos modos ganamos. Pónganse a trabajar”, dijo la voz.

El siguiente paso fue redactar las preguntas que súbitamente aparecieron en la página web de la Presidencia y que obligan a decir “sí” a los más recalcitrantes. Por ejemplo, la “5.— El presidente Calderón fue invitado personalmente por el presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, para que lo acompañe en el partido inaugural del Mundial. ¿Usted cree que el presidente Calderón sí debe de ir al partido inaugural o no?”. Y la “6.— Tradicionalmente la mayoría de los presidentes de los países que juegan el partido inaugural del Mundial asisten al estadio. ¿Usted cree que el presidente Calderón sí debe ir al partido inaugural o no?”.

La emocionante y singular consulta (ninguna otra decisión del Ejecutivo se ha consultado al público) duró dos días y desapareció tan mágicamente, como apareció. De todos los posibles votantes sólo ejercieron 2 mil 517, pero sin mayores escrúpulos se anunció que la mayoría votaba a favor del viaje.

Avanzada la segunda mitad del sexenio, envueltos en una crisis económica mundial y en una guerra que no se acaba, el think tank supremo concibe un plan glorioso de los que describió Bolívar en una de las últimas cartas a su novia: “Nos tocó la misión del rayo: iluminar el abismo por una fracción de segundo y perdernos en la nada para siempre”. Tal vez no sean las palabras textuales del Libertador pero valen para el caso. La magnitud de la sutil estratagema del mundial mereció espacios en primeras planas, comentarios en columnas editoriales, opiniones de famosos periodistas y cartones de los mejores dibujantes. Las repercusiones del magistral empleo de los medios de opinión y gobierno no se extinguen cuando empieza una nueva semana de acontecimientos y noticias. Los 12 jugadores estarán en el estadio. Once de ellos buscarán el triunfo allá abajo. Cómo les va a ir es lo de menos.

Lo importante es el gol decisivo que nos dará el triunfo: una entrevista del de la voz con Nelson Mandela, esa especie de Madre Teresa laica. No hay portero que lo pare.

Y en cámara lenta por todos los canales.

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