sábado, 2 de enero de 2010

Solitario y solidario: hace 50 años falleció Albert Camus



"No le gustaban los homenajes. El Premio Nobel de Literatura en 1957 sólo lo aceptó por motivos financieros", explicó su hija Catherine, que a comienzos de diciembre de 2009 publicó un libro sobre su padre.

Sáb, 02/01/2010 - 05:57
París.- Para Albert Camus no sólo la vida era absurda: tampoco su muerte hace 50 años pudo ser más absurda.

El automóvil en que el escritor y filósofo viajaba a París como acompañante chocó el 4 de enero de 1960 contra el único árbol que había en el camino, después de que reventara un neumático trasero. Camus tenía 46 años.

La pregunta por el sentido de la vida erigió a Camus en filósofo del absurdo y la rebeldía, y su sublevación contra el absurdo del mundo lo moldeó como el inconformista que aún hoy tiene millones de seguidores. Entre ellos, el presidente francés, Nicolas Sarkozy, que hace poco propuso trasladar la sepultura del escritor al famoso Panteón parisino, con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento.

Pero la propuesta del mandatario generó críticas enérgicas porque, en vida, Camus rehuyó cualquier subordinación y homenaje.

"No le gustaban los homenajes. El Premio Nobel de Literatura en 1957 sólo lo aceptó por motivos financieros", explicó su hija Catherine, que a comienzos de diciembre de 2009 publicó un libro sobre su padre.

El título Solitaire et solidaire (Solitario y solidario) expresa dos lados esenciales de su progenitor, que marcaron a Camus como un marginado entre los intelectuales franceses.

Camus era alguien comprometido con la política, al tiempo que rechazaba un pensamiento posicionado en un solo espectro político y las ideologías. Detestaba la violencia, también aquélla usada para imponer objetivos políticos. Criticaba el fascismo, tanto el español como el alemán, así como los campos de trabajos forzados en la Unión Soviética de Stalin.

Como redactor jefe del periódico clandestino de resistencia Combat condenó el lanzamiento estadounidense de la bomba atómica sobre Hiroshima y la represión del levantamiento húngaro en 1956 por parte de los soviéticos.

Debido a su humanismo sensato y su posición anticolonialista en la guerra de Argelia, finalmente fue excluido del Partido Comunista.

Su ensayo crítico con el comunismo "El hombre rebelde" fue para la izquierda una señal definitiva de que Camus se había convertido en un disidente reaccionario y derivó en el quiebre de la relación amistosa e intelectual que lo unía a Jean-Paul Sartre y muchos amigos de antaño.

Lo que Sartre y muchos otros calificaban burlonamente de "moral de Cruz Roja" y "República de las Bellas Almas", formó la base de la filosofía existencial de Camus, que honra la inviolabilidad del ser humano y prevé la posibilidad de mejorar la vida "absurda" cuando el ser humano toma su destino en sus propias manos y no sigue ciegamente doctrinas prefabricadas.

Camus era aquello que se denomina beau, un hombre de buen aspecto que con su impermeable y un cigarrillo en la comisura derecha de su boca se parecía a Humphrey Bogart.

"Sencillamente lucía genial", narra su hija Catherine. En su libro publicó muchas fotografías de su padre y su familia, entre ellas también imágenes de la actriz Maria Casarès, amante del escritor.

Camus era un Don Juan que durante toda su vida fue acompañado por dos mujeres: Francine, la madre de sus dos hijos, y Maria.

"Él hablaba más seguido de la felicidad, que todo lo feliz y alegre que podría haber sido. Pena, dolor espiritual y separaciones dejaron sus huellas", escribió su biógrafo Olivier Todd.

Camus provenía de un hogar pobre. Nació en 1913 en la argelina Mondovi, hijo de un empleado de bodega y una empleada doméstica de origen español que casi no sabían leer y escribir. En 1914, su progenitor falleció en la Primera Guerra Mundial.

En 1957 Camus fue distinguido con el Premio Nobel de Literatura por su no tan vasta obra literaria y filosófica, en la que se destacan El extranjero, La peste, La caída, El hombre rebelde y El mito de Sísifo.

Sus obras tratan de la búsqueda del sentido de la vida y el desgarramiento interno del ser humano. A menudo la fachada es el paisaje argelino y mediterráneo que para él era muy importante. Sin embargo, no calificó de autobiográfica ninguna de sus obras.

"Las obras de una persona a menudo reflejan la historia de sus pasiones o sus tentaciones, pero casi nunca su propia historia", consideraba el filósofo.

No hay comentarios: