sábado, 5 de diciembre de 2009

Por miedo a Elba Esther, Lujambio censura a Latapí

Desfiladero

Jaime Avilés
Al someterse a una tomografía que buscaba otra cosa”, el ex sacerdote jesuita, filósofo, sociólogo e investigador especializado en temas educativos Pablo Latapí Sarre supo que le habían crecido tumores malignos en un pulmón y en el hígado, pero decidió no recurrir a la radio ni a la quimioterapia, “por considerar que tengo 82 años y he vivido una vida llena de satisfacciones, por lo que debo ya aceptar mi muerte, y porque quiero morir con dignidad, sin subordinar mis últimos días a los tratamientos médicos que, a lo más, en mi caso, prolongarían mi vida unas semanas o meses”.

La noticia lo sorprendió a finales de diciembre de 2008. En mayo de ese año había publicado Andante con brío. Memoria de mis interacciones con los secretarios de Educación. Por eso, al descubrir que estaba en las garras del cáncer y le “restaba poco tiempo”, resolvió escribir un nuevo título alusivo a la música: Finale prestissimo (final rapidísimo), inspirado en una idea de Beethoven. Éste “indica que el cuarto movimiento de su Novena Sinfonía es un Finale presto (final rápido), pero al inicio de la Oda a la Alegría modifica el presto a prestissimo”, alcanzó a explicar don Pablo en la primera nota a pie de página de ese, su último volumen.

Para llevar a cabo su proyecto, invitó a la investigadora Susana Quintanilla, con quien lo escribió “a dos voces”. Ella lo ideó, promovió, contactó a la editorial y “supervisó con gran esmero el proceso de elaboración”, además de organizar una serie de entrevistas con amigos, colegas y discípulos de Latapí, entre ellos Miguel León-Portilla, Fernando Solana, José Ángel Pescador, Miguel Limón Rojas y otros. Finale prestissimo es un compendio de conclusiones postreras de don Pablo sobre los temas esenciales de su existencia (la educación pública y privada, la religión, la SEP, el SNTE, los pobres, los indígenas, el dinero, la música, Dios...) y una semblanza “polifónica” de su vida y sus trabajos.

Amante, como José María Pérez Gay, de las culturas germánicas; fundador de instituciones (como el Centro de Estudios Educativos), diplomático (representó a México ante la UNESCO), simpatizante del EZLN (fue miembro de la comisión verificadora de los acuerdos de San Andrés), crítico del régimen en sus libros y en sus agudos artículos de prensa, Latapí era en suma un erudito, un maestro y un católico de izquierda, ampliamente respetado dentro y fuera del país.

Susana Quintanilla no tuvo, por lo mismo, ningún problema en lograr que el Fondo de Cultura Económica aceptara publicar Finale prestissimo. Con ayuda de Horacio Rodríguez dell Arcipret, que entrevistó a los íntimos conocedores del sabio, y de Elsa Naccarella, que cuidó la edición, Quintanilla consiguió que en su lecho de muerte don Pablo leyera su obra póstuma antes de que ésta se fuera a la imprenta. Otros ojos, menos generosos, observaban con angustia la gestación del libro, y otras manos se tronaban nerviosas e inquietas los dedos, sin saber qué hacer. Entre ellas, especialmente, las del nuevo “secretario” de Educación Pública, Alonso Lujambio.

Y todo porque en las páginas 38, 39 y 40 de su libro, Latapí insertó un capítulo denominado “El SNTE. Su poder”, que fustiga sin clemencia a Elba Esther Gordillo. El “control corporativo sindical –escribe– construido en 70 años de priísmo, se ha vuelto factor y condición esencial para la gobernabilidad del país. En los nueve años de gobierno panista no sólo no se ha intentado desmantelar el poder sindical, sino que se han reforzado sus alianzas con él. El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) es parte fundamental de ese poder y así hay que entenderlo: más que una asociación gremial que defiende los intereses laborales de los maestros, es un grupo político que lucha por conservar y ampliar sus territorios y formas de influencia”, denunció don Pablo, antes de agregar en una nota a pie de página:

“De 2006 a la fecha, la actuación descarada de la lideresa Elba Esther Gordillo así lo demuestra; ahora se dedica, y con éxito, a ‘vender votos’ en coyunturas electorales precisas, y lo hace aprovechando a los maestros, a los que ha capacitado para este oficio”. Más adelante, en otra nota a pie de página, Latapí abunda: “La renuncia de la secretaria (Josefina) Vázquez Mota es, en este contexto, un acto ambiguo: hay elementos para considerarla como victoria de Elba Esther Gordillo, así como la ratificación posterior de su yerno, Fernando González, como subsecretario de Educación Básica...”
La consecuencia más “funesta” de esta situación, prosigue Latapí, es “la reducción real del poder educativo del Estado”, ya que “el margen de acción de las autoridades está severamente acotado por la intromisión sindical en casi todas las áreas de la política educativa, por lo que suele decirse que hay un clandestino cogobierno de la educación (que a veces se manifiesta sin pudor político alguno)”.

Cuando Lujambio se enteró de que el Fondo de Cultura Económica iba a divulgar estas feroces opiniones de una personalidad tan distinguida, le envió un mensaje a don Pablo con la atenta “súplica” de que eliminara esos párrafos, aseguran fuentes que atestiguaron la escena. Pero Latapí se negó de manera terminante. “Si no quieren que diga eso entonces no les doy el libro”, respondió, seguro de que éste aparecería sin duda bajo otro sello editorial, y con el relato de la vergonzosa petición de Lujambio a guisa de prefacio.

Nacido en 1927, Pablo Latapí Sarre murió en la ciudad de México el pasado 4 de agosto. En una declaración pública, entregada a los medios, el dizque “titular” de la SEP, Alonso Lujambio, expresó sus muy sentidas condolencias por el fallecimiento de “quien fuera fundador de instituciones educativas, escritor infatigable, crítico independiente y formador de investigadores en la materia”. Finale prestissimo “se terminó de imprimir y encuadernar en septiembre de 2009 en Impresora y Encuadernadora Progreso SA de CV, calzada San Lorenzo 244”, según el colofón que así lo acredita. El Fondo de Cultura Económica no alteró en absoluto su redacción final. Pero hay tres preguntas que todavía no hallan respuesta: ¿dónde se puede conseguir, qué librería lo vende, en qué bodega lo tiene escondido Lujambio?

En el mundo de nuestros días, la vida de un libro es tan improbable como la de una tortuguita acabada de nacer. De cada mil que salen del huevo enterrado en la playa y caminan hasta el mar, sólo una alcanzará la edad adulta; la gran mayoría será devorada por pájaros o peces en menos de 24 horas. Al contrario de ellas, los libros quedan a merced de los lectores en las mesas de “novedades” de las librerías durante dos meses; si en ese breve lapso nadie se los come, si no se convierten en un éxito de ventas instantáneo, pierden su oportunidad y se van al olvido. Finale prestissimo ni siquiera llegó a las mesas de novedades del Fondo. Tal vez si ustedes preguntan por él en la Rosario Castellanos, un empleado irá a buscarlo a un estante secreto y volverá orgulloso de su hallazgo. Pero si no preguntan...

Temeroso de Elba Estéril y de su inmenso poderío, Lujambio confirmó su pequeñez y la certeza del diagnóstico de don Pablo: el verdadero secretario de Educación Pública es el SNTE (aunque la verdadera maestra de los niños de México sea Televisa). Por eso, entre otras muchas cosas, nuestro país está destrozado y su única expectativa real es ganarle a Sudáfrica en Sudáfrica. Pero ya que de libros hablamos, hay dos que no deben perderse: Miss Narco. Historias reales de mujeres en el narcotráfico mexicano, de Javier Valdez Cárdenas, el excelente corresponsal de La Jornada en Culiacán, Sinaloa, y Tabaco, mentiras y exageraciones, de Octavio Rodríguez Araujo, que dos ex fumadores empedernidos, Humberto Mussachio y este tecladista enfisemático, presentarán el próximo jueves 10 en Gandhi a las siete de la noche.

PD: ¿Podrá Marcelo con Juanito? ¿Le regalará Iztapalapa al PRI? ¿Apoyará a Brugada como Obama a Zelaya en Honduras?

jamastu@gmail.com

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