miércoles, 2 de diciembre de 2009

Infiltración panista en Iztapalapa




Ciudad Perdida

Miguel Ángel Velázquez

Si la verdad no te gusta, mutílala. Con esa idea, lo que sucede en Iztapalapa tomó rumbos que de pronto parecen estar fuera de cualquier lógica si no se explica que el conflicto que vive aquella delegación lo causó el fallo, a todas luces doloso, del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, que cercenó un proceso democrático cuyo desenlace hubiera ido en contra de los intereses del cacicazgo que ejerció el grupo de René Arce y, ahora sabemos, también de un grupo de Acción Nacional.

Al problema del cacicazgo que ya afectaba a la población, y al mismo PRD, se halló una solución: Clara Brugada, y a la decisión del TEPJF que la inhabilitó para competir, se halló otra salida: la peor, pero la única: Rafael Acosta, un petista que para ese momento sólo serviría como la figura testimonial que le daría algunos votos al PT.

Tres condiciones movían el esfuerzo político contrario al cacicazgo. Primero, dar a los habitantes de Iztapalapa un gobierno que cambiara el destino de pobreza y marginación que se acentuó durante los gobiernos de los Arce; segundo, hacer patente que una decisión errada de la autoridad electoral podía ser revertida por la voluntad popular, y tercero, impactar el poder político del mismo cacicazgo, que en buena parte se apoyaba en la fuerza de la delegación.

El tercer punto casi se logró. Los militantes del cacicazgo de Nueva Izquierda en la delegación se han ido apartando de ese núcleo, la corriente se deshace y busca ya otro partido político fuera del PRD. También se demostró que es posible, dentro de lo legal, frenar los intereses que pretendió proteger la decisión del TEPJF, pero el tercer punto, el de darle a la demarcación un nuevos sentido social, aún se discute.

Lo demás bien puede meterse en cualquier farsa de carpa, aunque detrás del telón, los hilos azules manipulan con todo su poder el sketch. En apoyo de Rafael Acosta para que no cumpliera con el compromiso de entregar la delegación está una enviada del panismo, digamos que una infiltrada que logró que un bufete de 15 abogados se encargara de marear al ex petista.

Se trata de Alejandra Núñez, panista que tras sus fracasos para convertirse en diputada, primero, y en delegada por Cuauhtémoc, después, fue encargada de asesorar a Rafael Acosta.


Núñez trabajó en un área de gobierno de la delegación panista de Benito Juárez, también laboró para otra delegación panista, la de Miguel Hidalgo, durante la gestión de Gabriela Cuevas, en tareas de organización de ambulantes y, hasta donde se sabe, fue ella la que sugirió al gobierno federal que la PFP tomara la delegación, petición que después fue expuesta públicamente por el mismo Acosta, pero que no tuvo eco en las instancias federales.

En esa línea ahora se explica el terrible caos en la delegación y desde luego el interés que ha surgido por que sea un tercero, es decir ni Clara Brugada ni Acosta, quien se encargue del gobierno en Iztapalapa.

Está claro que una decisión de ese tipo, echaría por tierra parte de lo ganado en aquella delegación. Para empezar, quedaría burlada, una vez más, la voluntad popular que, como todos saben, se inclinó en favor de Brugada, y luego se correría el riesgo de hacer que el cacicazgo regresara a Iztapalapa con algún disfraz reciente confeccionado con tela azul.

Parte del juego ahora se puede ver con claridad, y así los intereses quedan al descubierto. Todo esto deberá tomarse en cuenta por la comisión que ayer se integró en la Asamblea Legislativa del DF, que podría destituir a Rafael Acosta, y eso de la tercera opción sería nada más, como dijimos, otra burla.

De Pasadita

Para quienes andan en busca de los candidatos presidenciales, sería bueno que echaran un vistazo al accionar de Alonso Lujambio, quien prometió a los panistas visitar todo el DF para promover un libro de su autoría. ¿No será que en lugar de Los Pinos Lujambio prefiere el antiguo Palacio del Ayuntamiento? Del asunto nos encargaremos pronto.

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