lunes, 2 de noviembre de 2009

Nada personal... El PAN y el PRI se repartirán nuestros impuestos

Denise Maerker

Atando cabos
02 de noviembre de 2009




Si usted no entendió qué fue lo que traía tan ajetreados a los senadores la semana pasada, no se preocupe. No tenía nada que ver con usted. Es cierto que trataron de hacernos creer que estaban muy preocupados por nuestras finanzas personales y por el golpe artero que nos habían asestado los diputados al aumentar el IVA de 15 a 16%, pero eso sólo era el pretexto. Los senadores se pasaron una semana emocionantísima reuniéndose en interminables cónclaves secretos y evitando a la prensa —supuestamente defendiendo nuestros bolsillos— pero en realidad estaban midiendo fuerzas en el arrancadero del 2012. Lo entregados que estaban, lo infatigables que parecían era en realidad un indicador de lo que estaba en juego. Usted sabe, la auténtica pasión de los políticos no es el juego de gobernar sino el juego del poder.
Acto 1: El arreglo. Los gobernadores del PRI, preocupados por la situación de las finanzas en sus estados llegaron a un acuerdo con Hacienda que garantizaba más dinero para ambos, mantener una imagen presentable en el exterior sin tocar el tabú de un impuesto en medicinas y alimentos. Hasta ahí todo bien, ellos y Beatriz les hicieron manita de puerco a los diputados y se votó. A los panistas ni quién los consultara, su voto se daba por sentado.

Acto 2: El dinamitero. Nadie contaba con que el joven presidente del PAN que se toma su papel muy en serio iba súbitamente a cambiar de registro abandonando la lógica de gobierno para pasar a lo político-electoral. Eso hizo cuando declaró que lo votado no era del agrado de los panistas sino producto de un arreglo PRI-Hacienda. Nava resquebrajó así el acuerdo y abrió una rendija a todos los oportunismos. Beltrones quiso cobrarse el que lo hubieran ignorado y pretendió colocarse como el comedido defensor de los contribuyentes grandes y chiquitos. Creel, en el PAN, vio también la oportunidad de recordarles que existía y que una buena parte de la bancada estaba con él. Fue sólo una finta y regresó al redil de inmediato. En eso se pasaron la semana.

Acto 3: Desenlace. Nada cambió para la inmensa mayoría de los contribuyentes. Sí para los grandes empresarios porque se modifico en su favor el asunto de la consolidación. En cuanto al balance político es difícil decir. Lo esencial en estas escaramuzas ocurre entre bastidores. Pero la Ley de Ingresos se parece como una gota de agua a la que inicialmente votaron los diputados. El tango de Manlio y Creel les sirvió para hacer presencia pero nada más.

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