jueves, 1 de octubre de 2009

Valemadrismo



Astillero

“Compartir” el dolor

Periodismo indefenso

Morelia: sangre joven

Julio Hernández López

El país se desangra entre la hipocresía oficial y la sociedad anestesiada. Nelson Vargas, padre de una de las víctimas privilegiadamente visibles del secuestro institucionalizado, da continuidad a su anterior frase famosa relacionada con las carencias maternales de los funcionarios policiacos indolentes y ahora afirma que en esos ámbitos oficiales hay un valemadrismo (VM: vale madre) muy bien instalado. Lo hace en un foro oficial que sirve de marco para que la señora Margarita haga un discurso de condolencias, como si de alguien alejado del poder se tratara, como si ella fuera una ciudadana afectada por los errores de un mal gobierno que le fuera distante: Vamos a escuchar a las víctimas del secuestro, quienes generosamente comparten su dolor que en su momento no se atendió, pero lo compartimos todos”, dijo la señora Zavala de Calderón. ¿“Generosamente comparten su dolor”? No sólo eso. La señora Margarita cree llegado el momento histórico de que en las cúpulas “escuchen” a los agraviados (no que se haga justicia, se castigue a responsables o que los funcionarios omisos e ineficaces sean destituidos y acaso encarcelados. No: escuchar es la gran oferta) y por ello advierte que así, hablando los ofendidos, “nosotros, con nuestro silencio, nos daremos cuenta de que todos somos víctimas del secuestro”. Al final de ese foro, en lugar de quedarse en silencio, Calderón lo clausuró con otra profusión verbal de buenas intenciones. VM.

En la capital del país, representantes de organizaciones de periodistas y tecleadores a título individual llegan a las afueras de las oficinas centrales de la PGR para protestar por las muertes y agresiones que crecientemente sufren los trabajadores de los medios de comunicación, sin que el Estado mexicano haga más que tristes y escasos actos de simulación indagatoria, protectora y justiciera. Un gris burócrata que se hace llamar fiscal para la atención de delitos contra periodistas recibe a la pequeña manifestación y no tiene gran cosa qué decir, más que hará del conocimiento del procurador Chávez Chávez, de gira en Hidalgo, lo que allí se ha dicho. Se le pide que informe sobre la postura de la PGR sobre una reciente recomendación de la CNDH en que se asientan violaciones a derechos de periodistas. No puede dar esa información, dice. No la conoce. Octavio Orellana Wiarco, llegado de una notaría pública a la citada fiscalía –en marzo de 2007– por recomendación de su amigo el subprocurador Juan de Dios Castro, no ha hecho nada en el cargo (léase en www.jornada.unam.mx/2007/05/17/index.php?section=politica&article=016n1pol la entrevista que Gustavo Castillo le hizo el 17 de mayo de 2007 en La Jornada). Y su ahora jefe, Chávez Chávez, parece estar dispuesto a contar y atender los crímenes contra periodistas de la misma manera que hizo con las mujeres asesinadas de Ciudad Juárez. VM.

En Morelia, como en muchas otras partes del país, los fusiles militares están prestos para disparar contra quienes, según eso, contravengan disposiciones logísticas, aunque sean de primer grado preventivo. Según los primeros reportes, en la capital michoacana se había producido un ataque de pistoleros que habrían disparado sus armas contra policías y militares que cuidaban la seguridad de Felipe Calderón, quien a esa hora, las siete de la mañana, estaba en una visita materna o por llegar a ella.
Luego cambió el tono de la información: no eran pistoleros, sino jóvenes ebrios que habrían enderezado su automóvil contra una valla metálica y se habrían adentrado en el terreno cuidado por militares, quienes no tuvieron más remedio que dispararles. Nadie sabe, nadie supo, pero las versiones más difundidas en blogs informativos y correos electrónicos por supuestos testigos de los hechos aseguran que los jóvenes habrían tenido un altercado por razones de tráfico con los militares, y que los chavos, tal vez provenientes de las Noches Morelianas pasadas por alcohol que en la fecha se celebran, no habían hecho caso a las indicaciones que les dieron en un retén y los soldados les dispararon (se habla incluso de francotiradores), a uno de ellos en la cabeza. VM.

No puede hablarse, en estricto sentido, de un accidente. Calderón ha convertido el país en una constante amenaza para la vida de quienes no gozan de cuadras de protección castrense a su alrededor, y su decisión de colocar a los militares en el primer plano de la relación con la sociedad, desplazando a los policías civiles, ha hecho que los hombres de verde olivo estén nerviosamente dispuestos a enfrentar con balas cualquier mínima desobediencia o cualquier indicio o gesto que a su entender pueda provenir del “enemigo”, que es toda persona que no esté del lado de sus fortificaciones. Así, de visita en su estado natal, donde muchos ciudadanos deploran esa circunstancia biográfica que tantas desgracias les ha acarreado, Calderón mantuvo su estado de sitio acostumbrado, y, luego del tiroteo sangriento, ironías de la vida, rendiría homenaje a José María Morelos, en un acto donde la administradora del PRI nacional, Beatriz Paredes, recordaría que el héroe de la Independencia había sabido someterse a los mandatos del Congreso. Bah: jóvenes agredidos, uno de ellos en peligro de muerte, por no atender órdenes militares en la primera franja de protección de un visitante nefasto. Vale madre. VM.

Astillas

Eso sí, en el reino del valemadrismo, lo importante parece ser que Interpol ordena que sean detenidos Lucía Morett y Napoleón Gómez Urrutia. A una se le pretende castigar por su activismo de izquierda y al otro –enriquecido brutalmente a costa de los trabajadores, tanto él como su padre que le heredó el trono proletario– por oponerse a los arreglos económicos del panismo dizque gobernante con el grupo industrial electoralmente donante de los Larrea... Y, mientras sigue el circo “democrático” del nombramiento de defensores oficiales de los derechos humanos que, a fin de cuentas, nada o muy poco acaban haciendo, aunque con muchos recursos e ínfulas, ¡hasta mañana, en esta columna voladora de Papantla!

Fax: 5605-2099 • juliohdz@jornada.com.mx

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