miércoles, 24 de junio de 2009

Peña Nieto: Si yo fuera presidente...


JENARO VILLAMIL
Enrique Peña Nieto no sólo pretende ser el candidato del PRI a la Presidencia, sino que apuesta a lo que él considera la fórmula perfecta para llegar a Los Pinos: conjugar el padrinazgo político con la publicidad televisiva. Por un lado, Carlos Salinas de Gortari teje alianzas coyunturales en el PRI para entronizarlo hacia el 2012 y, por el otro, las televisoras promueven su imagen sin recato. Los directivos del duopolio se muestran complacidos con Peña Nieto, al grado de que cuando hablan de él lo llaman "nuestro candidato"… Con autorización de la editorial Random House Mondadori y de la revista Proceso se reproducen fragmentos del libro Si yo fuera presidente. El reality show de Peña Nieto. La obra entra en circulación esta semana.

Salinas, la mano que peina el copete

El Estado de México siempre ha sido clave para el proyecto políti­co de Carlos Salinas de Gortari. En esa entidad inauguró su pro­grama de recuperación clientelar –el Pronasol, en el municipio de Chalco–, y participó en negocios inmobiliarios junto con sus hermanos. En especial con Enrique Salinas de Gortari, quien fue asesinado el 8 de diciembre de 2004, en Huixquilucan; un caso que no se ha esclarecido.

El expresidente contó como aliado fundamental con el políti­co­empresario más influyente de la entidad, Carlos Hank Gon­zález, amigo de su padre, Raúl Salinas Lozano, en el gabinete de Adolfo López Mateos. Buena parte de sus colaboradores fueron políticos mexiquenses de primer nivel: Emilio Chuayffet, Ignacio Pichardo, Humberto Benítez, entre muchos otros.

Por si fuera poco, en el penal de alta seguridad de Almoloya estuvo preso durante casi una década Raúl Salinas de Gortari, el hermano incómodo, quien recibió un trato especial del gobierno de Arturo Montiel.

En agradecimiento a los favores recibidos, Carlos Salinas de Gortari alentó las ambiciones presidenciales de Arturo Montiel. De esta manera apostó a las dos principales figuras que buscaron la nominación del PRI en 2006: Roberto Madrazo y Arturo Mon­tiel. Los demás precandidatos carecían de fuerza suficiente o eran estigmatizados como "zedillistas" por el exmandatario.

Lo más importante es que el Estado de México y, en especial, el gobierno de Peña Nieto, le ha sido útil a Salinas de Gortari para "regularizar" paulatinamente su figura pública.

Salinas dejó sentir su presencia el 27 de julio de 2005 duran­te los funerales de Gilberto Enrique Peña del Mazo, padre del gobernador electo, que falleció a los 68 años víctima de un paro cardiaco. Acompañado por el exgobernador Emilio Chuayffet, Salinas apareció en el velorio organizado en Atlacomulco. A escasa distancia de él estaba Alfredo del Mazo González. En privado, el exgobernador comentó: "Es doloroso que Gilberto no vea la última parte de este proceso".

En un mes, Peña Nieto y Salinas de Gortari volvieron a coinci­dir públicamente. Compartieron asientos en "Celebremos Méxi­co", el maratónico festival organizado por Televisa en el Palacio de Bellas Artes, el 30 de agosto de 2005. Para esas fechas, el expresidente ya había asistido a ceremonias especiales de Televisa y se le señalaba como uno de los consejeros especiales de Emilio Azcárraga Jean, el presidente del consorcio.

El 15 de septiembre del mismo año, ante tres mil invitados al teatro Morelos de Toluca, Salinas acudió a la toma de posesión de Peña Nieto. Como era de esperarse, robó los reflectores. Gritos de "¡fuera, fuera!", se escucharon cuando un grupo de maestros y opositores lo identificaron en el evento del joven mandatario. Tuvo que abandonar el recinto en medio de un fuerte operativo de seguridad.

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