domingo, 14 de junio de 2009

A la Mitad del Foro

Hermosillo y el arpa de Nerón

León García Soler

Cuarenta y cinco son ya los niños muertos en el incendio de Hermosillo. Y el director del IMSS declaró ampulosamente que poco antes del siniestro hubo inspección y todo parecía estar en orden en la guardería subrogada. Esto es, puesta a cargo de negociantes al rechazar el gobierno su obligación y dejar de cumplir con su responsabilidad. Las madres trabajadoras son derechohabientes. Las criaturas muertas y las gravemente lesionadas por el fuego de la bodega en la que fueron irracionalmente depositadas son víctimas de un acto de irresponsabilidad criminal.

Y Daniel Karam, el flamante director, tardó media hora en poder dar el nombre del delegado en Sonora a su entrevistador de W Radio. El delegado ya fue retirado del cargo. Felipe Calderón espera que algún hado milagroso refresque la memoria de quien él designó libremente. Que Karam renunciara sería un acto contra natura. Antes de enfriarse las cenizas de la bodega convertida en guardería de infantes como prueba del valor que dan a la vida y a la equidad los patéticos gobernantes y los patológicos plutócratas que padecemos, el director del IMSS decía con falsa unción que la institución se haría cargo de los funerales, “sin costo alguno” para los padres. A confesión de parte... Vinieron con la alternancia, convencidos de la superioridad infinita de lo privado sobre lo público, presuntuosamente seguros de que la corrupción era exclusiva del sector gubernamental.

Mientras arde Hermosillo, las falanges de la derecha escuchan embelesadas el sonido del arpa que toca Germán Martínez. Y en el Ejército Mexicano cunde una desalentadora inquietud. Ni asomo de indisciplina: firmes en la lealtad institucional al mando civil, a la obediencia debida al titular del Poder Ejecutivo de la Unión. Pero la derecha militante se ha apropiado del combate al crimen organizado y ha caído en el burdo error de usarlo como estrategia electoral, en una campaña basada en acusar a los partidos adversarios de complicidad con los criminales. El combate al crimen organizado es asunto de Estado; el Ejército no está al servicio de partido político alguno.

El narcotráfico ha infiltrado todas las clases sociales, todos los niveles de gobierno. Entre los de abajo impera el miedo, la parálisis frente a la amenaza de plata o plomo. Arriba, entre las cúpulas, se comprueba el acierto del proverbio ruso: el pescado se empieza a podrir por la cabeza. Al son del arpa de Germán Martínez lanzan acusaciones contra gobernadores del PRI y del PRD candidatos a diputados y a gobernadores en estas elecciones de medio sexenio. Cada hoguera encendida arroja lumbre y luz sobre panistas, compañeros de partido del promotor de la quema de brujas. Juegan con fuego en casas de paja.

Las fuerzas armadas toman por asalto territorio y dependencias de gobierno de estados libres y soberanos de la república federal. Con gran despliegue de poder mediático cuando se trata de entidad gobernada por el PRD o el PRI. El lamentable espectáculo de Michoacán tuvo seguimiento en el Consejo de Seguridad Nacional y diálogos en los umbrales del infierno entre el gobernador Leonel Godoy y el secretario de Gobernación, Fernando Gómez Mont. A Nuevo León llegaron después de avisarle al gobernador Natividad González Parás. Pero el olor a pólvora enardeció a las huestes de Germán Martínez: interviene el Ejército, dijeron, porque el gobierno priísta tolera o colabora con los criminales. Y mientras Fernando Elizondo se retraía ante el calor de la contienda por la gubernatura, se hacía fuerte Rodrigo Medina, candidato del PRI.

Y los que invocan el combate al narcotráfico ponían bajo los reflectores a Mauricio Fernández, candidato del PAN a la alcaldía de San Pedro Garza García: Reporte Índigo, revista electrónica, cuña del mismo palo, difunde una grabación en la que Mauricio Fernández dice que no es la policía sino el cártel de los Beltrán Leyva quien mantiene el orden y la tranquilidad en el municipio conurbado a Monterrey. Jesús Murillo Karam, secretario general del PRI, demandó investigar la revelación del presunto pacto del abanderado panista y los Beltrán Leyva avecindados en San Pedro Garza García.
Gallina que come huevo, aunque le quemen el pico. Ciudad Juárez, Chihuahua, es patrullada por tropas del Ejército Mexicano. Porque el titular del Ejecutivo estatal “no ha hecho la tarea”, sentenció Germán Martínez Cázares. No hay elecciones de gobernador este año en la tierra de Abraham González. Pero las hay de diputados, y los compañeros de partido del senador Gustavo Madero, como los políticos de cuando la Revolución degeneró en gobierno, nada más conjugan el verbo madrugar: la senadora panista Teresa Ortuño acuso al gobernador José Reyes Baeza de encubridor del crimen organizado, protector de narcotraficantes “por acción y omisión”. Reyes Baeza presentó demanda ante un juez federal y exige reparación del daño moral. La senadora Ortuño, firme en lo dicho. El senador Madero dijo que nada le consta, y dejó la plaza a miles de manifestantes que expusieron su rechazo a la guerra sucia.

¡Que se vayan todos!, decía una notable pancarta de manifestantes argentinos hartos de una política que los encerró en “el corralito” y abrió las puertas al hambre en la tierra de la pampa húmeda. Hoy en México, un número sorprendente de cronistas, analistas, politólogos, especialistas en los misterios del arcano, se han sumado a una intensa campaña que promueve la anulación del voto, para repudiar a los políticos y partidos de la pluralidad que vino con la sana distancia de Zedillo y se consolidó con la alternancia.

Querían democracia. Sin adjetivos y aunque fuera de partidos sin objetivos. Y ahora que no hay César sexenal y el Congreso es fuerte contrapeso al Poder Ejecutivo, se asustan por el desorden y se admiran de la ausencia de convicciones de los que cambian de chaqueta y obedecen el mandamiento neoconservador que declaró muertas las ideologías y engendró desprecio por la cosa pública, los principios y el valor del compromiso personal. Glorioso salto al vacío, si estuviéramos ante el portento de inocencia que cree posible una democracia electoral sin partidos; participativa tanto en los electores como en los candidatos a ser elegidos por individuos que votan sin ser urgidos ni convocados a depositar su voto en urnas vigiladas por voluntarios vigilantes de un proceso por encima de toda sospecha.

Pero asoma el ánimo reaccionario que sospecha de los mexicanos del común y confía en las juntas de notables: de electrónicos antros a imagen y semejanza de La Profesa, surge la sorprendente conversión de los demandantes del voto útil en proponentes del voto nulo, del voto inútil. Tema para un debate sobre el fin de las utopías y el retorno del reino de Dios en la Tierra.

Pero fija la agenda Germán Martínez y hay trasuntos de inquietud, de disgusto porque “el Ejército y la Fuerza Aérea han pagado un precio muy alto... por servir a un sistema de gobierno que los ha usado de manera desleal para legitimar sus desaciertos o sus ambiciones” (Antonio Riviello Bazán, general de división y secretario de la Defensa en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari: Javier Ibarrola en Milenio, 9 de junio de 2009). Nadie se opone al uso del Ejército para combatir el crimen organizado. Lo inaceptable es que se le use como instrumento de estrategia electoral.

Pero es el incendio de Hermosillo lo que angustia a la nación y exhibe la miseria moral de quienes medran con la privatización de lo público. Cuarenta y cinco criaturas han muerto, 45 víctimas del crimen.

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