lunes, 29 de junio de 2009

Golpe de Estado en Honduras

Zelaya, secuestrado por comando militar y expulsado a Costa Rica
Detrás de la asonada se encuentra una elite corrupta, acusa el mandatario constitucional

Dpa, Reuters y Afp

Tegucigalpa, 28 de junio. El presidente de Honduras, Manuel Zelaya, fue secuestrado al filo de las cinco de la mañana por un comando militar que, tras enfrentarse durante unos 20 minutos con su guardia personal, le apuntó con fusiles “al pecho y la cabeza”, para después, aún con “ropa de dormir”, expulsarlo vía aérea a Costa Rica, donde hizo un llamado a la sociedad hondureña a resistir pacíficamente “el crimen de Estado”, pidió a la Iglesia católica clarificar su posición y demandó a Estados Unidos definir si apoya a los golpistas.

“Estamos en un momento de prueba para los gobiernos de América. Soy el presidente de Honduras. Sólo el pueblo me puede poner o quitar. He sido secuestrado a la fuerza. Es una bofetada a la democracia y un retroceso de 40 o 50 años, a la doctrina de la seguridad nacional” (característica de las dictaduras militares de la guerra fría), aseveró Zelaya en conferencia de prensa, realizada cerca del mediodía en el aeropuerto Juan Santamaría de San José, Costa Rica, acompañado por el presidente de ese país, Óscar Arias.

“Si Estados Unidos no está detrás de este golpe, estos golpistas no podrán mantenerse ni 48 horas en el poder”, afirmó Zelaya minutos antes en entrevista con la cadena Telesur.

Las primeras versiones sobre el plagio de Zelaya circularon en Honduras poco después de las seis de la mañana, a través de radiodifusoras y tres televisoras oficiales, que antes de ser bloqueadas por los golpistas difundieron declaraciones del secretario particular del mandatario, Enrique Reina, y miembros de su gabinete, quienes trataron inútilmente de impedir las acciones militares.

Unos 200 soldados agrupados en cuatro comandos y transportados en tres vehículos llegaron en la madrugada a la colonia Tres Caminos y rodearon la residencia particular de Zelaya, según el testimonio de un vecino, quien dijo haber escuchado disparos de armas de fuego.

Vestido con camiseta blanca, Zelaya narró que entre ocho y 10 soldados irrumpieron en su casa, tras una refriega con sus custodios. El presidente fue obligado a salir de inmediato, sin cambiar de ropa ni recibir explicaciones.

El mandatario fue subido al avión presidencial –un modelo ejecutivo de pocas plazas, conducido siempre por personal militar– y estuvo en todo momento bajo custodia de uniformados armados, que no le notificaron adonde irían.

Se ocultan familiares

La nave hizo escala en la base militar de Comayagüela, en el centro de Honduras, y luego se dirigió a San José, donde recibió una expedita autorización para aterrizar por tratarse del transporte oficial del mandatario hondureño. Arias aseguró no haber sido notificado del ingreso sorpresivo de Zelaya hasta que su par se encontraba en la base 2 del aeropuerto costarricense, administrada por el Ministerio de Seguridad Pública.

La esposa de Zelaya, Xiomara Castro, y sus cuatro hijos no estaban en la residencia familiar en el momento del asalto militar; todos están a salvo, pero escondidos por el temor de ser detenidos.
Al menos ocho ministros del gabinete, incluida la canciller Patricia Rodas, fueron arrestados por militares.

Zelaya, nacido el 20 de septiembre de 1952, asumió la presidencia en enero de 2006 para un periodo de cuatro años, tras ganar las elecciones presidenciales de noviembre de 2005 con la promesa de ampliar la participación popular en las decisiones del gobierno.

Esa práctica, denominada “poder ciudadano”, fue promovida por Zelaya durante el periodo en que dirigió el Fondo de Inversiones de Honduras, bajo la presidencia de Carlos Flores (1998-2002) y trasladada a su administración presidencial hace tres años y medio.

Empresario maderero y agricultor en el departamento norteño de Olancho, Zelaya llegó a la presidencia con el apoyo del derechista Partido Liberal, pero ya en el poder giró hacia la izquierda, impulsando políticas sociales –incluido un reciente aumento de 20 por ciento al salario mínimo– que apoyaron organizaciones sindicales, campesinas, indígenas y estudiantiles, tradicionalmente enfrentadas a los gobiernos civiles establecidos en 1982 y coludidos en esa década con la guerra antisandinista de Nicaragua.

En política exterior, Zelaya decidió sumar a Honduras a la Alianza Bolivariana para las Américas, creada por el presidente de Venezuela, Hugo Chávez.

Las decisiones de Zelaya al frente del gobierno provocaron choques con sus correligionarios del Partido Liberal.

Este año, Zelaya emprendió una campaña para realizar una encuesta no vinculante que determinara si el 29 de noviembre, en las elecciones generales (presidencial, legislativa y local), se agregaría una “cuarta urna”, a fin de convocar de inmediato a una asamblea constituyente, que debatiría la posibilidad de introducir la figura jurídica de la relección presidencial.

El rechazo de las fuerzas políticas tradicionales derivó el miércoles pasado en una crisis política, un enfrentamiento con los poderes judicial y legislativo y con la cúpula castrense.

“Lo que estoy deduciendo es que esto no es un golpe militar, sino una conspiración política apoyada por el golpe militar” y por “una pequeña elite política y económica, corrupta, que tiene miedo a las manifestaciones públicas”, señaló Zelaya después de enterarse en San José de que el Congreso había divulgado una supuesta renuncia, presentada en una carta que calificó de “falsa”.

Zelaya expresó que su canciller, Patricia Rodas, se encuentra en un destacamento militar y que él mismo gestiona que sea trasladada a México.

Al cierre de esta edición, Telesur afirmó que la canciller se comunicó con sus familiares, a quienes dijo que está bien, pero aún de desconocía su paradero.

Asimismo, se anunció que el presidente de México, Felipe Calderón, llegará el lunes a Managua como parte de las gestiones de la comunidad latinoamericana para la reinstalación en el poder de Manuel Zelaya.

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