martes, 24 de marzo de 2009

Una cartita incómoda para los actores de la propaganda.

Queridos, bueno, no tanto, señores productores, realizadores y actores responsables de los anuncios del gobierno, esa campaña machacante y continua de propaganda mentirosa que nos recetan en todos los canales de televisión:

El objeto de la presente es hacerles algunas preguntas que me vienen quemando el seso desde hace muchos, muchos años, tantos que ni me acuerdo, de puro ver anuncios en los que el gobierno del papanatas en turno nos hace saber que: contrario a lo que la realidad nos pinte todos los días, vivimos en paradisíaca jauja; que la crisis de cuatro décadas o más en la que vivimos, esa crisis revolvente, sucesiva, eterna, no es tal, sino ocasionales catarritos económicos malamente imbricados por los enemigos de la patria y el progreso; que para qué anda uno por allí con su mala jeta por delante y su pesimismo embajador si deberíamos ser risueños consuetudinarios, consumidores de chatarra, cerveza, telenovela, programas idiotas con los que deberemos reír y futbol, harto futbol; que la idiosincrásica cultura del mexicano, porque así somos de pintorescos y simpaticones a ojos del primer mundo turista que nos apapacha con dólares –y que más apapacha mientras más empinemos el culo– no debe ser contestataria ni demasiado inteligente, sino vestir folclores, ingenio de banqueta, y para qué literaturas ni bellas artes si tenemos los muy mexicanos albures, para qué partituras si tenemos a Luismi y los Tucanes de Tijuana; para qué artes plásticas o escénicas si tenemos nuestra homofobia y nuestro machismo.

Bueno, digresiones aparte, tengo una pregunta central para usted, señor productor, o realizador, o actor involucrados en la confección de cualquiera de los demasiados anuncios de la propaganda oficialista: ¿de veras no les da vergüenza?, ¿trabajan en esos anuncios en los que se nota que corre el dinero a lo largo de la producción, que se utilizan recursos materiales de última generación en cortinillas y animaciones, en la postproducción pues, lo mismo que en escenografías, castings, locaciones y fotografía, en todo ello, pues, decía, trabajan por hambre y necesidad? Porque de ser así, aunque con algunos reparos, no queda sino admitir que cada quien sobrevive en este caldo de miserias como bien puede. Desde el presidente de la República hasta el más incapaz de sus sicarios, la necesidad es cabrona y el que no corretea la chuleta pues pasa hambres. Ni hablar. ¿O lo hacen por gusto, porque deja mucho dinero (mucho más del necesario para llevar una vida digna y hasta cómoda), por convencimiento ideológico o por pura perversión?


Usted, señorita maquillista, joven estilista, técnico de sonido, asistente de producción, encargado de la iluminación, chofer, camarógrafo… ¿está consciente de las implicaciones éticas de su trabajo en cada toma de cada anuncio del gobierno, o simplemente hace su chambita y ya, sin ponerse a pensar en el asedio de la pobreza extrema que pretende esconder una frase estúpida como “ahora estamos mejor que antes”, sin pensar en lo que significan las zafias mentiras que en sus anuncios cuentan?

Y usted, señor empresario, productor, asesor técnico, director de cámaras, publicista… ¿qué es?, ¿abogado, periodista, experto en mercadotecnia, psicólogo de masas, muy ducho antropólogo, miembro del partido?

Y usted, señor histrión, señora actriz, niña a cuadro y sus papás que esto permiten, solapan, cultivan… ¿No se ven al espejo todos los días?, ¿con qué cara explican a sus hijos y amigos que el personaje que encarnan en los anuncios con los que el gobierno miente sobre seguridad pública, sobre crecimiento económico, sobre infraestructura nacional, sobre investigación científica y excelencia académica, sobre paz social, sobre principios democráticos, sobre libertad y sobre empleo y sobre cualquier rubro que sea su potestad y obligación, con qué cara, digo, explican que ese personaje no es más que una mentira perversa?, ¿quién paga sus honorarios, qué Maquiavelo escribe los libretos y esos diálogos que saben a insulto, a burleta?, ¿quién es su verdadero patrón?, ¿la Procuraduría de Justicia, las fuerzas armadas, alguna oficina de comunicación social de cualquier secretaría, un partido político, el ife , la oligarquía de los empresarios y el clero? Digo, nomás por preguntar. Es que son tantos anuncios, tantos años de verlos a ustedes diciendo siempre lo mismo y que baste dejar de ver la tele, mirar la ventana, asomarse uno a cualquiera de nuestras calles, aguantar la rabia y, a veces, hasta las ganas de llorar…

JORGE MOCH

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