miércoles, 4 de marzo de 2009

Bajo la Lupa. Alfredo Jalife-Rahme

Por fin la reguladora de valores bursátiles de Estados Unidos (SEC, por sus siglas en inglés) despertó de su letargo y su ceguera selectiva, y descubrió con 20 años de atraso la estafa del Grupo Financiero Stanford (GFS), con sede en Houston, Texas, por hasta ahora 8 mil millones de dólares, en la que se encuentran implicados mexicanos inversionistas y narcopolíticos.

El fraudulento GFS contaba con un capital por 51 mil millones de dólares y 30 mil clientes en más de 120 países, pero sus operaciones delincuenciales afectaron al sur de Texas, el Caribe y Latinoamérica (Venezuela, México, Perú, Ecuador, Colombia, etcétera).

Paul Waldie, de The Global and Mail (26/2/09), expone que en el consejo de administración del fraudulento GFS aparecen el venezolano Luis Giusti, furibundo neoliberal y anterior presidente de Petróleos de Venezuela SA (que en su época no ganaba dinero), y otro entreguista del petróleo: Jorge Castañeda Gutman, anterior canciller foxiano y quien no necesita presentación por sus recurrentes escándalos locales y globales.

El lavado y la estafa Stanford exhiben varias vertientes a investigar, con mayor ahínco en América Latina, donde hasta las tres cuartas partes de los 8 mil millones de dólares birlados en certificados de depósito habían sido comprados en sus oficinas regionales (The Financial Times, 19/2/09). Según el rotativo británico, en Venezuela se esfumaron 2 mil millones de dólares, debido a la fuga de capitales que huían del socialismo del siglo XXI de Chávez.

Justicia divina: la plutocracia venezolana huyó de Chávez para caer en las garras del neoliberal Castañeda Gutman, miembro del consejo de administración del fraudulento GFS. Castañeda Gutman y algunos aliados locales se han caracterizado por su estéril campaña propagandística de demolición permanente a la efigie de Chávez, quien se ha de estar muriendo de risa: dos de sus peores enemigos, el neoliberal entreguista del petróleo venezolano Luis Giusti y el locuaz ex canciller foxiano Castañeda Gutman, han sido mancillados por el escándalo de la estafa Stanford.

Por alguna razón, los medios anglosajones han insistido en la vertiente del lavado del fraudulento GFS con el cártel del Golfo (The Sunday Times, 22/2/09).

The Houston Chronicle (20/2/09) asevera que las autoridades de Estados Unidos sabían desde hace una década (sic) que el GFS del filántropo y frívolo sir (sic) Allen Stanford operaba en el paraíso fiscal de Antigua (en el Caribe) con los “cárteles de la droga”, jefaturados por Amado Carrillo Fuentes, que habían depositado 3 millones de dólares en 10 cuentas. ¿Solamente 3 millones?

El periódico texano asevera que la conexión del lavado ha pasado a segundo lugar frente a las investigaciones tardías de la reguladora de valores bursátiles SEC. ¡Lástima!

No se entiende la razón por la cual las agencias de investigación de Estados Unidos, delincuenciales y financieras, tardaron más de 10 años en exponer las hazañas de Stanford.

La DEA ha confirmado los lazos potenciales (sic) entre Stanford y los traficantes de droga de América Latina, pero arguye que es muy difícil (sic) probar con documentos un fraude o el lavado. Pues sí: de eso trata la desregulada globalización financiera y la contabilidad invisible en los paraísos fiscales como Antigua.

El problema no son los depósitos ilícitos, sino los paraísos fiscales y su desregulación, es decir, la ausencia absoluta de vigilancia y transparencia.
¿Cómo supieron, entonces, que el cártel del Golfo y Amado Carrillo depositaron 3 millones de dólares en 10 cuentas diferentes en Antigua?

A diferencia de la DEA y la FBI, ¿cómo Ernesto Zedillo; su secretario de Hacienda, el tamaulipeco José Ángel Gurría Treviño, y el gobernador del Banco de México, el cordobista Guillermo Ortiz Martínez, no se enteraron hace 10 años de tales depósitos? ¿No fueron informados por la DEA y la FBI, pese a los vínculos del TLCAN?

Según The Independent (22/2/09), la FBI sabía del lavado de dinero y la conexión con el cártel del Golfo desde hace 20 años. ¡Uf!

Para Wayne Madsen, connotado periodista investigador, Stanford es la bisagra en la maquinaria del lavado de dinero sucio por los servicios de inteligencia de Estados Unidos (Atheo News, 24/2/09). Más allá de la develación del financiamiento electoral a los políticos de ambos partidos de Estados Unidos, Wayne Madsen aduce que las operaciones de GFS, en una extensa red de paraísos fiscales (Antigua, Monserrat, Isla Vírgenes de Estados Unidos, etcétera), surgen como una mala noticia para la CIA, que puede ver interrumpidas sus operaciones de lavado de dinero ilegal. ¿A poco blanquea la CIA?

Tampoco es el momento idóneo para el estallido de la estafa Stanford, posterior al mayor fraude en la historia de la humanidad, perpetrado por el banquero estafador Bernard Madoff.

La agencia española Efe (1/11/08) señala que desde noviembre el gobierno de Chávez había capturado a tres empleados en la rama venezolana de Stanford Bank que se cree eran espías de Estados Unidos. ¿Habrá detonado tal captura el estallido de la estafa Stanford?

Hace dos años (6/3/07), Wayne Madsen había reportado las andanzas de Stanford y sus vínculos texanos con el Grupo Carlyle (conglomerado bushiano de energía y telecomunicaciones del que fue representante el estigmatizado Luis Téllez Kuenzler). Sin tapujos, Madsen vincula al banco texano Stanford con la familia Bush. ¿Será?

Wayne Madsen afirma que Antigua es el principal centro de las actividades del lavado de dinero en el Caribe de la mafia (¡súper-sic!) de israelíes de origen ruso, y coloca la estocada: Stanford, Houston, los bancos en los paraísos fiscales y los estupefacientes conforman el estofado perfecto para otra operación criminal de la familia Bush, ligada a la CIA. ¡Ah, caray!

¿Cuál habrá sido el papel en todo este enjambre fraudulento de varios niveles de Jorge Castañeda Gutman, socio del estafador sir Allen Stanford? Mínimo se deben exponer a la luz pública sus cuentas bancarias locales y foráneas.

Resulta imperativo para el gobierno calderonista panista, que alardea del combate callejero al narcotráfico desde el punto de vista militar, profundizar el escrutinio del lavado de dinero de los cárteles mexicanos en el GFS desde el punto de vista financiero, a nuestro juicio uno de los principales lugares para su abolición.

La PGR debe citar al ex canciller foxiano Castañeda Gutman, con fuertes vínculos con el megaespeculador George Soros, a declarar sobre su colaboración con el estafador sir Allen Stanford, para que ilustre a la nación quiénes fueron sus clientes mexicanos y foráneos por encima de toda sospecha.

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