sábado, 1 de noviembre de 2008

La crisis global se debe a que el modelo capitalista está agotado, afirma experto

El mundo tiene la oportunidad de hacer resurgir la agricultura campesina y familiar: Hernández Navarro

Mariana Norandi

La raíz de la actual crisis económica no radica en un colapso hipotecario estadunidense, sino en un agotamiento del sistema capitalista que ha desencadenado en una “crisis global de subproducción”. Es decir, este modelo económico ya es incapaz de producir lo que necesita para seguir funcionando, afirmó ayer Jorge Beinstein, especialista argentino en pronósticos económicos globales, en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

“Parecería que la sucesión de crisis de sobreproducción han acumulado un volumen parasitario tal, que ha terminado por armar una crisis general de subproducción. La crisis energética no es sólo energética y alimentaria, se va transformando en crisis industrial y el capitalismo ahora aparece como un sistema cada vez menos capaz para producir lo que necesita para seguir funcionando.”

Al impartir una conferencia magistral dentro del Seminario Internacional Colapsos Ecológico-Sociales y Económicos, el cual finalizó ayer en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, el también académico de la Universidad de Buenos Aires afirmó que el capitalismo, desde su inicio, a finales del siglo XVIII, ha ido evolucionando por periodos de juventud, madurez, senilidad y ahora ha llegado a un momento de “colapso”.

Pero, independientemente de lo dañado que salga de esta situación, de que se refuerce o muera, está naciendo “un hombre nuevo”. Éste, que nada tiene que ver con el concepto guevarista de la década de los sesenta, posee un “patrimonio democrático” gestado en todos los movimientos sociales, sindicales o revolucionarios del siglo XX y que hoy, renace como “sujeto social” capaz de transformar la realidad social y económica.

Este nuevo sujeto, según ejemplificó el economista, lo podemos encontrar en los movimientos sociales de América Latina o en las guerras de Irak y Afganistán, donde Estados Unidos, con toda la sofisticación en armamentos que posee no ha podido derribar la resistencia que ha surgido en estos países.

Ésta, agregó, es asimismo una crisis de “civilización” que incluye a todas las crisis posibles (energética, financiera, económica, social, ambiental, agrícola o militar, entre otras) porque ésta no es cualquier situación, es “la crisis” la cual no tiene mayor precedente en la historia del capitalismo.

Este seminario contó con la participación de otros asistentes, como Tony Clarke, director del Instituto Polaris, de Canadá, que vincula organizaciones sociales y ciudadanas en torno a la problemática del agua.

Clarke coincidió con Beinstein en que esta crisis no tiene precedentes y afimó que ha llegado la hora de que la clase trabajadora se una al activista ambiental para revertir la situación y que el centro de esta alianza debe ser el cambio “de la producción y el consumo”.

Explicó que la lucha por la no privatización de los recursos naturales, entre ellos el agua, es formar parte de las estrategias para enfrentar esta crisis porque los recursos ya no se pueden seguir viendo como una mercancía más del capitalismo.

Por su parte, Luis Hernández Navarro, coordinador de opinión de esta casa editorial, centró su análisis en la crisis agrícola, la cual, subrayó, desencadenó el alza de los precios de los alimentos. Este auge de precios, explicó, se debió principalmente a dos factores: el papel que jugó la especulación financiera y el incremento de la siembra de cereales para la producción de agrocombustibles.

Sostuvo que los responsables de esta situación son los gobiernos de Estados Unidos y Europa que fomentaron el uso de agrocombustibles, así como las empresas agroindustriales que son las grandes beneficiarias de esta crisis, ya que en el capitalismo “el hambre es un gran negocio”.

Ante ello, consideró que la actual crisis abre la posibilidad de que resurja la agricultura campesina y familiar, no como una reliquia del pasado, sino como la forma más viable de construir un mejor futuro.

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